jueves, 11 de junio de 2015

Para Servir

Con esta columna me despedí como columnista de Siglo.21. Agradezco a los lectores que me favorecieron con su atención durante estos ocho años

En junio de 2007, atendiendo la amable invitación de Siglo 21, empecé a escribir esta columna semanal. Hoy, con mucho sentimiento, debo despedirme de los lectores que durante ocho años me han honrado con su seguimiento. He tomado la decisión de participar como candidato a la vicepresidencia de la República en el próximo evento electoral, aceptando la invitación que me hiciera don Lizardo Sosa para ser su compañero de fórmula.
Esta decisión de incursionar en la política partidista no ha sido sencilla, pues implica renunciar a muchas cosas que componen mi vida cotidiana, tan queridas para mí como mis columnas de prensa, los fines de semana con mis hijos, mis trabajos de consultoría, o mi función de promotor de políticas públicas. Pero habiendo ponderado los riesgos y las posibilidades de emprender esta aventura, encuentro que existen varias razones de peso que me persuaden a emprenderla con ilusión.
El Estado guatemalteco está sumido en una profunda crisis que, en gran medida, es una crisis de valores. El sistema político ha naufragado en un mar de corrupción, dejando tras de sí una estela de frustración y un tufo de pesimismo en el sentir de la ciudadanía. En ese entorno es necesario que cada guatemalteco reflexione sobre el rol que le corresponde jugar para rescatar el quehacer público, orientándolo a la búsqueda del bien común.
La violencia, el hambre, la pobreza, el narcotráfico, el abuso y la corrupción son males presentes a los que nos hemos acostumbrado. La búsqueda de transformación de esas realidades es lo que está moviendo las manifestaciones espontáneas de indignación en las calles de las principales ciudades del país. Esa búsqueda es, pues, un llamado a la acción, un grito para abandonar la pasividad y la búsqueda egoísta de la comodidad personal.
Ha sido precisamente la búsqueda egoísta del bienestar material, instalado en el quehacer político, lo que ha provocado que personas sin vocación política se inserten en el servicio público, de modo que éste se ha pervertido por esa búsqueda maligna de la satisfacción de intereses particulares. Ante este panorama, no es correcto abstenerse de participar en la transformación de la política y mucho menos mantenerse pasivo.
Estoy consciente de que meterse en política –en esta política tercermundista que nos repele y agobia- entraña muchos riesgos. Pero también sé que el ser humano, el guatemalteco promedio, es un ser que aspira al bien, que busca el bien; por ello es válido volver a aspirar a los grandes ideales, como el de buscar el bien común a través del servicio público. El hombre sólo alcanza su plenitud y su libertad en la responsabilidad con el otro, en el servicio constante y sistemático hacia el otro. Si alguna ambición deben tener los políticos, esa es la de servir con celo y pasión a su sociedad. Lo mismo para los funcionarios públicos, burócratas, jueces, grupos de interés y todos los que tienen incidencia en la cosa pública. Tal es lo que diferencia a los hombres de Estado de los vividores de la política.
Y esta es otra de las razones de mi decisión: Lizardo Sosa es un hombre de Estado, a quien conozco desde hace muchos años y de quien estoy convencido que, dadas su integridad, conocimientos y capacidad, puede ser no sólo un candidato capaz de elevar el nivel de propuesta y debate en la contienda electoral, sino que también, con el favor de los electores, un excelente presidente de la República.
Participar en política es, además, un deber cristiano. El Papa Francisco ha dicho que es una obligación del cristiano involucrarse en la política, aunque sea "demasiado sucia", porque al estar en ese ámbito se puede trabajar por el bien común. Para el Papa, "el futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política (…) que es una de las formas más altas de la caridad". Los políticos pueden realizar aportaciones decisivas a la reforma del Estado si son capaces de traducir en políticas públicas la doctrina y la experiencia del cristianismo.
Quiero agradecer a Siglo 21 por haber acogido mis columnas, cada semana, durante estos ocho años. Agradezco a los lectores que me favorecieron con su atención y comentarios. Espero que cuando esta aventura que hoy emprendo llegue a su fin, podamos volver a encontrarnos en estas páginas y pueda presentarme ante ustedes con las tareas hechas.

3 comentarios:

  1. Animo Mario Alberto. Valiente desición y una oportuna opción para los electores.

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  2. Habemos guatemaltecos convencidos que sangre nueva, buena, sana y gente brillante como vos, son indispensables para ese cambio que todos soñamos.

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  3. Bien Ciencia !!! Hay que hacer gestión pública, hay que hacer política. Solo de manera participativa haremos que esta nuestra patria algún día florezca como se lo merece.

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COMENTARIOS DE LOS LECTORES:

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