Quien quiera buscar un joven guatemalteco con bajo nivel educativo, puede buscarlo en las escuelas. Meter más dinero al sistema educativo sin pedir nada a cambio es hacer más de lo mismo.
La calidad de la educación en el país está por los
suelos. Los resultados de las pruebas Pisa muestran las terribles debilidades
del sistema educativo: el 90 por ciento de los alumnos de la edad de quince
años tienen un bajo desempeño y no alcanzan el nivel mínimo de conocimientos y
habilidades, ni en lectura, ni en matemática, ni ciencias. Las calificaciones
de Guatemala son las más bajas del Continente (junto a República Dominicana). El
reporte –publicado el año pasado- también establece que nuestro país tiene el
cuarto nivel más alto de repitencia entre todos los países evaluados: antes de
llegar a primero básico, el 36 por ciento de los estudiantes ya han repetido por
lo menos un grado. Quien quiera buscar un joven guatemalteco con bajo nivel
educativo, debe buscarlo en las escuelas.
El magisterio nacional no puede estar satisfecho con
los resultados de su trabajo. Y sus dirigentes sindicales deberían ser menos
soberbios al celebrar la firma de un pacto colectivo cuyas prebendas y
beneficios pocos de ellos merecen. Ese pacto colectivo nos costará a los
contribuyentes más de Q4 millardos, que serán repartidos a todos los maestros
–independientemente de su desempeño-, sin que a cambio se obtenga una mejora en
la calidad educativa. Mucho dinero a cambio de nada.
No es gastando más dinero como se va a mejorar la
calidad educativa, porque el problema de las aulas no es esencialmente
financiero, sino político: los maestros son nombrados con base en normas
clientelistas y no por mérito; el sindicato de maestros extorsiona a los
gobernantes con su apoyo político e impide que los maestros incapaces y
faltistas (que no deben ser la mayoría, pero sí muchos) sean sustituidos por
educadores capaces y cumplidores, mientras que los líderes políticos prefieren
tomarse fotos con el líder sindical o inaugurar escuelas sin ocuparse de lo que
pasa adentro de ellas.
Limitarse a meter más dinero al sistema educativo sin
pedir nada a cambio es hacer más de lo mismo. A cambio del pacto colectivo
debería exigírsele a los maestros y al Ministerio de Educación que apliquen
medidas efectivas, de bajo costo, para mejorar la calidad de la enseñanza:
llevar controles (y publicar reportes) de asistencia-ausentismo de los
maestros; realizar mediciones sistémicas de la calidad educativa y vincular a
ellas los incentivos salariales; introducir mejoras a los enfoque pedagógicos;
introducir contratos de corto plazo con los maestros y vincularlos con el
desempeño de los alumnos en exámenes estandarizados.