La primera vuelta electoral se desarrolló pacífica, transparente y legítimamente, pero sus resultados aún no se oficializan. De ella surgen varias paradojas, pero también varias lecciones a aprender para no volver a cometer los mismos errores en el futuro
- EL MUNDO DE LA POLÍTICA QUE CONOCÍAMOS, YA NO
EXISTE. Poco a poco, quienes dedicamos algo de tiempo a analizar el mundo de la
política, hemos tenido que reconocer -ante el fracaso predictivo de las
encuestas- que la forma en la que los candidatos acceden a la psiquis y al
corazón de los votantes ha cambiado respecto de lo que conocíamos: la eficacia
de las redes sociales telemáticas y el rápido declive de la televisión abierta
como vehículos para conquistar votantes son la nueva realidad. Como una
consecuencia de ella, la forma de diseñar los muestreos y hacer el
levantamiento de las encuestas ya no resultan efectivos Para advertir y
pronosticar acertadamente las intenciones del electorado. Es una paradoja que, ante
tales evidencias, ni las empresas encuestadoras ni los analistas hayamos aún logrado
descifrar lo ocurrido. Lo que está claro es que ya cambió la forma en que los
políticos acceden al poder, ojalá que ahora logren cambiar también la forma en
que dicho poder se ejerce, dándole más prioridad a lo que el joven
electorado demanda: eficacia, probidad y transparencia en la provisión de los
servicios públicos básicos.