Aunque con un atraso significativo (seis años después
de lo que la ley mandaba y un año después de finalizada la etapa censal), el
acto de presentación de los resultados del censo de población (en el escenario
del Teatro Nacional) resultó prematuro: las cifras –según admiten as propias
autoridades- son aún preliminares y están sujetas a ajustes. En los censos
anteriores nunca hubo un acto público de presentación de datos preliminares,
sino que los resultados se publicaron hasta que ya estaban técnicamente
conciliados. El reconocimiento de que las cifras sean preliminares solo contribuido
a que surjan abundantes suspicacias respecto de los datos publicados, por
varias razones.
El dato de 14.9 millones de habitantes resultó ser bastante
más bajo que el de las proyecciones que publicaban los organismos
internacionales y el propio INE, que rondaban los 16.6 millones para 2018, y
resulta muchísimo más bajo que el dato de 19.7 millones de guatemaltecos registrados
en el Renap ese año. En el nuevo censo, la tasa de crecimiento anual de la
población se ubica en 1.8% anual, que no solo es la más baja de toda la
historia de los censos, sino que es significativamente más baja con la tasa de
crecimiento poblacional que el propio INE aún publica y que en los últimos años
superaba el 2.5% anual.
Estas diferencias son muy significativas, y pueden ser
atribuidas a diversas causas: 1) una alta omisión censal; es decir, que el
censo dejó de contabilizar a un número importante de habitantes –error que ha
sido habitual en los censos anteriores-; 2) un aumento de las emigraciones –que
ocasionaría que el número de guatemaltecos aumentase más en el exterior que
dentro de nuestras fronteras-; 3) una reducción de las tasas de fecundidad y
natalidad –lo cual que es normal en toda transición demográfica-; y, 4) un
aumento de la tasa de mortalidad –algo muy poco probable-.
Por su parte, las discrepancias con las cifras del
Renap podrían deberse a que los sistemas de esta entidad son tan precarios que
no son capaces de registrar los decesos ni, mucho menos, las emigraciones (cabe
comentar que en la mayoría de países desarrollados ya no se realizan censos
para medir el tamaño de la población, sino que este se determina mediante
diversos sistemas de información centrados en un padrón continuo, de gestión informatizada,
más barato y certero que cualquier censo).
El INE es el llamado a darle sentido a los resultados
del censo, y para ello debe dar las explicaciones técnicas pertinentes que
permitan desvanecer las dudas y suspicacias que se han generado con la
prematura publicación de los datos, indicando cuáles de las causas aquí
identificadas (u otras) explican las diferencias entre las cifras nuevas y las
que se habían estado manejando los últimos años. En ello se juega su
credibilidad.