jueves, 26 de febrero de 2009

Crisis e infraestructura

En mi opinón de esta semana me refiero a la relación que existe entre la crisis económica y la inversión pública en infraestructura: el punto es que hay que aprovechar el reto que la crisis plantea en materia de ejecutar obras públicas pertinentes, para hacer las reformas que permitan que en el futuro dichas obras se realicen con eficiencia y transparencia, contribuyendo así al desarrollo económico del país. Un paso fundamental para ello es que se apruebe el marco legal que posibilita las alianzas público-privadas para la inversión en infraestructura. Ahí les va:

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

CRISIS E INFRAESTRUCTURA
Si bien el impacto de la crisis económica mundial sobre la economía guatemalteca será inevitable, existe una serie de fortalezas y herramientas de política pública que pueden ser utilizadas para minimizar sus efectos adversos. Además, es importante tener presente que la crisis debe aprovecharse para hacer las reformas de largo plazo que coloquen al país en una mejor posición para aprovechar la recuperación que, también inevitablemente, vendrá al concluir la crisis. Ello demanda una priorización adecuada de las políticas que deben impulsarse durante la actual coyuntura, dándole prelación a aquellas medidas o sectores que tiendan a promover el empleo y el crecimiento que la economía requiere no solo hoy, sino en el largo plazo.
Uno de esos sectores es el de la infraestructura física, que forma parte esencial de la mayor parte de programas de reactivación económica que se están impulsando en diversos países y que, en el caso de Guatemala, resulta crucial. Recientes estudios identifican a la precaria infraestructura física del país –particularmente en materia de electricidad y carreteras- como uno de los tres principales obstáculos a su crecimiento. También las calificadoras de riesgo apuntan su preocupación a los bajos indicadores de desarrollo de nuestra infraestructura básica. Por ejemplo, Guatemala tiene un índice de 0.47 kilómetros de carreteras pavimentadas por cada mil habitantes, muy inferior al promedio latinoamericano de 1.6 kilómetros; asimismo, tiene un consumo per cápita de electricidad de apenas 361kWh, contra 1330kWh en Latinoamérica.
Es evidente, entonces, que debe priorizarse el desarrollo de la infraestructura básica que permita elevar los retornos que se obtienen de cada quetzal que se gasta en inversión física y que impacte sobre el desarrollo económico y social del país, lo que pasa por atender la inversión en el sector energético, aeroportuario, de agua y saneamiento y, por supuesto, de carreteras que habiliten la productividad a lo largo del territorio nacional. La Agenda Nacional de Competitividad que está vigente como política de Estado incluye varias de tales acciones, pero esos esfuerzos deben intensificarse y ampliarse urgentemente.
Entre las acciones de política que deben impulsarse para superar las debilidades actuales en materia de infraestructura destaca la necesaria mejora en la coordinación interinstitucional, el contar con un inventario de la extensión de la red vial y con un listado actualizado de proyectos viales prioritarios, la mejora en la calidad y enfoque de la inversión pública, un sistema de planeación estratégica y una rectoría clara en la materia, así como una legislación adecuada que regule la participación privada en la infraestructura física. En efecto, el Estado no sólo debe incrementar y focalizar la inversión pública para satisfacer aquellas necesidades que no puede atender la inversión privada, sino que también debe realizar las reformas fundamentales para incrementar la inversión privada en infraestructura básica. Una de esas reformas es la Ley de Participación Público Privada en Materia de Infraestructura que actualmente se discute en el Congreso de la República y cuya aprobación, en la actual coyuntura económica, sería un aporte significativo para las posibilidades de desarrollo del país.

viernes, 20 de febrero de 2009

El año del buey

Esta semana me puse astrológico. Me pareció una interesante casualidad que este año, el de la recesión económica mundial, sea también el año del buey según la cultura china. Esto debe significar que hay que trabajar más duro que antes, y hacerle ganas. De eso se trató mi columna del martes pasado.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

EL AÑO DEL BUEY
Algunos economistas tienen características comunes con ciertos astrólogos; me refiero a aquellos que creen que su área de conocimiento es una ciencia exacta y que, con base en ella, pueden vaticinar el futuro utilizando, eso sí, un lenguaje suficientemente ambiguo que les permita, suceda lo que suceda, asegurar que acertaron en su predicción. Otros economistas, tal vez más honestos, se allanan a la realidad aceptando que, en una situación tan turbulenta como la que vive hoy la economía mundial, cualquier pronóstico económico hecho por un economista es tan válido como una predicción astrológica.
De cualquier forma, no deja de ser una curiosa casualidad que este 2009 corresponda, según el horóscopo chino, al año del Buey, que para los chinos representa buenos augurios pues el Buey simboliza el trabajo, la fortaleza, la perseverancia, la decencia, la resistencia y la determinación. Afortunadamente para la economía, estas son precisamente las virtudes que la actual crisis demanda de empresarios, trabajadores y gobernantes por igual. Estos tiempos requieren de un empresariado dispuesto a competir y a modernizar sus formas de organización y de gobierno corporativo. Requieren también de trabajadores que defiendan sus empleos con base en sus méritos laborales. Y requieren, cómo no, de buenas políticas públicas.
Para empezar, hay que preservar y fortalecer los aspectos positivos que hoy tenemos: una deuda externa manejable (lo que implica un déficit fiscal moderado), un adecuado nivel de reservas monetarias internacionales, un sistema financiero en consolidación y con leyes modernas, y una política monetaria y cambiaria con márgenes de flexibilidad. Estas fortalezas no las teníamos durante la crisis mundial de 1982, y por ello (y por nuestros propios errores) sufrimos esa vez una grave contracción. Esta vez, si se mantienen esas políticas, podría tenerse éxito en la aplicación de otras medidas de corto plazo tendientes a restaurar el crecimiento, preservar la estabilidad y recuperar la confianza.
Además de lo anterior, y con la constancia y determinación del Buey chino, la crisis debe aprovecharse para hacer las reformas de largo plazo que están empiezan a aplicarse en otros países en respuesta a las lecciones de la crisis y que se relacionan con formas más eficientes de regular los mercados, así como con nuevos enfoques para mejorar la rendición de cuentas y el comportamiento ético de las instituciones públicas y de las empresas privadas. Todo ello sin descuidar el rol fundamental que para la recuperación debe jugar la competencia basada en reglas claras, evitando caer en la tentación de regresar al proteccionismo y a la autarquía comercial que tanto daño ocasionaron en el pasado.Y cuando, a pesar de los esfuerzos, las cosas no parezcan progresar, no hay que olvidar que el Buey, de acuerdo con el horóscopo chino, simboliza no solo la perseverancia, sino también la sabia resignación: cuenta la leyenda que cuando el Buey iba a ser el primer animal en llegar a Buda, atendiendo a su convocatoria, la astuta Rata –que viajó de polizón sobre el lomo del Buey- saltó a la meta para convertirse en el primer animal del horóscopo. El Buey aceptó resignado ser el segundo… y continuó trabajando.

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...