lunes, 29 de agosto de 2022

DÓLAR FUERTE, EURO DÉBIL

 

PARA GUATEMALA, LA COYUNTURA PRESENTA RIESGOS Y OPORTUNIDADES EN EUROPA

La semana pasada fui invitado por las cámaras de comercio binacionales de Alemania, España, Francia e Italia para moderar su foro sobre el impacto que la reciente (y abrupta) baja del euro tendrá en el comercio de Guatemala con la Unión Europea, en el que economistas expertos -de la Fundación Libertad y Desarrollo, del Banco Centroamericano de Integración Económica y del Ministerio de Economía- expusieron sus puntos de vista, de los cuales destaco los aspectos siguientes.

En primer lugar, ¿por qué se deprecia el euro con respecto al dólar estadounidense? Pues, principalmente, porque existe una fuerte demanda de dólares debido, en especial, a que las perspectivas económicas de Europa apuntan a una importante desaceleración; a que la guerra en Ucrania ha generado un enorme riesgo geopolítico y volatilidad; y, a que la inflación histórica ha llevado a la Reserva Federal de Estados Unidos a aumentar sus tasas de interés de forma agresiva. Estos factores, entre otros, están impulsando una huida en búsqueda de seguridad: los inversionistas abandonan Europa, los mercados emergentes y otros lugares para encontrar un refugio seguro en activos denominados en dólares estadounidenses, lo que obviamente exige tener dólares para comprarlos.

Como todo fenómeno cambiario, la reciente depreciación del euro genera ganadores y perdedores. Para Guatemala, cuyo quetzal permanece casi fijo en su relación con el dólar, las ganadoras resultan ser quienes importan productos desde Europa: a medida que el euro baja, las importaciones se tornan más baratas desde Europa (en quetzales); en la medida en que importen más productos desde Europa, las empresas podrán aumentar sus inversiones o gastar más en importaciones cruciales. En contraste, las exportaciones guatemaltecas hacia Europa se tornan más caras. Los productos cíclicos y no perecederos se resentirán incluso más que los no cíclicos o perecederos. Para ellos será necesario hacer alguna diversificación de productos y aprovechar promociones o programas gubernamentales que les permitan mantener cierto volumen de ventas; y esos esfuerzos serán más necesarios en la medida en que la baja del euro sea más permanente, como todo parece indicar que lo será.

En efecto, una de las principales conclusiones del foro fue que, al contrario de la mayoría de depreciaciones cambiarias, la actual baja del euro tenderá a permanecer en el tiempo, pues el diferencial de tasas de interés será lo que mueva el mercado financiero y de divisas y, en este aspecto, el dólar lleva las de ganar en el futuro cercano, pues la Reserva Federal (el banco central estadounidense) aplicará una política más restrictiva, pues tiene más capacidad de respuesta, más efectividad, y sus fundamentales de empleo están mejor que los niveles de la Eurozona, además de que los mercados lo perciben como más seguro. Aquí es donde los programas de diversificación, de inteligencia de mercados y de apoyo al comercio -impulsados tanto desde los gobiernos de Europa y de Guatemala, como desde el propio sector empresarial- cobrarán una crucial importancia en los próximos meses.

lunes, 22 de agosto de 2022

ECONOMÍA DE REMESAS

 DEPENDER EN DEMASÍA DE LAS REMESAS FAMILIARES ENTRAÑA RIESGOS

Como maná del cielo, el torrente de remesas familiares hacia Guatemala ha reconfigurado la economía, la arquitectura residencial y los patrones de consumo. El año pasado ingresó al país un flujo récord de remesas que rozó los US$15.2 millardos (eso es más que el total de exportaciones) y a junio de 2022 ya habían ingresado otros US$8.7 millardos. En los últimos años, las remesas familiares han representado más del 15 por ciento del PIB. Sabemos que el principal motor del PIB de Guatemala es el consumo de los hogares y que una gran parte de ese motor funciona con el combustible de las remesas, por lo que podemos afirmar que, en buena medida, nuestra economía es una economía de remesas.

Como en otros países (en Asia y África) que han vivido un fenómeno similar, las familias recipiendarias de remesas han podido elevar su nivel de bienestar material. Una encuesta -de hace cinco años, porque no hay más recientes- de la Organización Mundial de las Migraciones reveló que más de un millón y medio de hogares recibían remesas, beneficiando a más de seis millones de guatemaltecos. Casi la mitad de las remesas se destinó a comprar o ampliar la vivienda; más de la tercera parte se destinó a adquirir bienes de consumo (principalmente alimentos); y, el resto se destinó a adquirir insumos para negocios o a mejorar la salud y la educación de las familias. Existen estudios de otros países que muestran en particular que cuando las familias reciben remesas no solo mejora la calidad de su consumo, sino que también pueden aspirar a buscar trabajos mejor pagados y a que los niños dejen de trabajar, lo cual eleva su nivel educativo (especialmente de las niñas), siempre que la educación pública esté en capacidad de acogerlos adecuadamente.

Pero los resultados a largo plazo de una economía muy dependiente de las remesas no son tan claramente positivos. Los estudios al respecto no son concluyentes. Un flujo muy grande de remesas puede tener como contracara una escasez de mano de obra y un encarecimiento de costos de producción. O puede ocasionar -como ha ocurrido en Guatemala- una especie de “enfermedad holandesa” que aprecie el tipo de cambio y perjudique la competitividad del sector exportador. Pero el peligro más grande para una economía que depende demasiado del torrente de remesas, es que este, tarde o temprano, se seque súbitamente.

Para prepararnos para ese momento (inevitable, según la experiencia de otros países remesa-dependientes) es menester emprender las reformas de largo plazo (de fortalecimiento institucional y de mejora del clima de negocios) que la economía necesita para aumentar su productividad. Y, a corto plazo, las políticas públicas deben enfocarse en facilitar a los compatriotas que envían y reciben remesas una maximización de sus recursos. Esto pasa por mantener bajos los costos del envío de remesas, lo cual se logra procurando una abierta y sana competencia entre las empresas involucradas en las transferencias. Pero enviar las remesas es comparativamente más fácil que recibirlas: la bancarización de las familias recipiendarias y su acceso a tecnologías de comunicación debe ser una prioridad.

lunes, 15 de agosto de 2022

QUE FLUYAN LOS MIGRANTES

LOS BENEFICIOS DEL LIBRE FLUJO DE PERSONAS SON MUY SUPERIORES A SUS EVENTUALES COSTOS

La semana pasada, el gobierno estadounidense dejó sin efecto las disposiciones conocidas como “quédese en México” (de la era Trump) que requerían a un buen número de inmigrantes que esperaran en México el resultado de sus peticiones de asilo. Todo esto luego de meses de pugnas en las cortes al respecto de este y otros aspectos de la volátil e incierta política (anti) migratoria en ese país. Quizá el costo económico y humano de esa volatilidad e incertidumbre sería mucho menor si los políticos (de todo el mundo) comprendieran que, sopesando sus pros y contras, las migraciones son claramente beneficiosas para todos: para el país de origen, para el país de acogida y, por supuesto, para los propios migrantes.

La Historia y la razón demuestran que los argumentos morales, económicos y prácticos en favor del libre movimiento de personas entre países son poderosos. Moralmente, es inhumano ver a alguien tocar a tu puerta porque muere de hambre o está siendo perseguido, y no brindarle pan y refugio. En lo económico, porque a largo plazo la producción y el bienestar se incrementan cuanto más libres son los flujos de factores de producción. Y en lo práctico, porque las medidas anti inmigrantes suelen ser costosas, ineficaces y destructoras del tejido social.

La principal causa de la migración de centroamericanos hacia el Norte es económica: migrar es la ruta más efectiva para salir de la pobreza. Al impedir los flujos de migrantes, los gobiernos no solo están renunciando a ayudar a los pobres, sino que les están impidiendo ayudarse a sí mismos. Por desgracia, amplios sectores de votantes (no solo en los Estados Unidos, sino también en México y en la misma Centroamérica) tienen miedo de que el libre movimiento de personas pueda generar un desastre social o económico. Pero en realidad eso no solo es muy poco probable, sino que existen medidas que los gobiernos pueden adoptar para, por ejemplo, minimizar el costo fiscal -y maximizar el beneficio productivo- que pueden ocasionar los migrantes.

Es más, si el objetivo ideal -que sería permitir el libre flujo de personas entre países- resulta demasiado ambicioso políticamente, existen etapas intermedias que los gobiernos pueden procurar y que son menos dañinas que mantener a los migrantes retenidos en las fronteras. Por ejemplo, si el temor es que los migrantes se conviertan en una carga para el Estado, pueden aplicarse medidas para excluirlos explícitamente de los beneficios sociales o, incluso, pueden diseñarse impuestos específicos para los migrantes; o, si el temor es que no se integren socialmente por no hablar el idioma, se puede dar prioridad de entrada a los migrantes que ya sepan hablar el idioma del país de destino. Soluciones hay; lo importante es que los políticos y la opinión pública cobren conciencia de que los beneficios de permitir la libre migración son mucho mayores que sus costos. Ese tipo de soluciones son las que deberíamos pedirle a Estados Unidos respecto del trato a nuestros compatriotas migrantes. Pero también son las que nuestros gobiernos deberían aplicar de cara a los migrantes que quieran venir a nuestros países; predicar con el ejemplo, le llaman.

lunes, 8 de agosto de 2022

CÓMO ATRAER INVERSIONES

SE TRATA DE FACTORES INSTITUCIONALES, MÁS QUE DE INCENTIVOS FISCALES O FINANCIEROS

 La inversión es aquella parte de la producción que no es consumida ni ahorrada, sino que se adquiere en forma de activos productivos (maquinaria, edificios, y carreteras), esenciales para que dicha producción se sostenga y aumente. Cuando la inversión en un país aumenta, crece la cantidad de bienes de capital por habitante y con ello se incrementa la productividad y los ingresos. Fomentar la inversión debe ser una prioridad de las políticas públicas, pues es un factor esencial para crecer y mejorar los niveles de vida.

 En Guatemala, la inversión es demasiado baja: en los últimos años representó menos del 15 por ciento del PIB, muy inferior a lo que en promedio se invierte, por ejemplo, en Latinoamérica (22 por ciento) o en las economías emergentes (33 por ciento). Peor aún, la inversión en nuestro país muestra una tendencia claramente descendente. Para revertir esto, es necesario que el estado promueva la inversión creando una serie de condiciones mínimas que den confianza a los inversionistas. Algunas de estas condiciones, como la estabilidad macrofiscal, las tenemos. Pero hay otras, más de carácter institucional, cuya ausencia explica las razones de los bajos niveles de inversión.

 Los propios empresarios consultados periódicamente por el World Economic Forum -WEF- indican que los factores que más dificultan los negocios en Guatemala se relacionan más a aspectos de naturaleza institucional (criminalidad, corrupción, ineficiencia, escasa infraestructura, malas políticas públicas) que a los de naturaleza macroeconómica o financiera. Con base en encuestas tales como la del WEF o la del índice Doing Business, así como de estudios de casos de éxito para otros países, la Alianza Técnica de Apoyo al Legislativo -ATAL- identificó una veintena de factores clave para generar un clima atractivo para las inversiones:

 (1) Seguridad física y ciudadana; (2) instituciones eficientes (transparencia, rendición de cuentas, calidad del gasto público); (3) eficiencia gubernamental y poca burocracia; (4) infraestructura de comunicaciones; (5) estabilidad y predictibilidad macroeconómica; (6) gobernabilidad y estabilidad política; (7) calidad del capital humano (salarios competitivos, educación, capacidades, salud); (8) ausencia de distorsiones del mercado laboral y productivo; (9) sofisticación del sector financiero; (10) certeza jurídica (incluyendo un sistema de protección de los derechos de propiedad); (11) sistemas eficientes de resolución de conflictos contractuales; (12) pocas barreras a la entrada al mercado y pocos trámites burocráticos; (13) garantías legales de protección a las inversiones; (14) bajos niveles de corrupción; (15) capacidad de adopción de nuevas tecnologías; (16) apertura al comercio y esquemas de integración económica; (17) actitudes y ambiente de negocios favorables; (18) aglomeración de actividades económicas que llevan a externalidades positivas y economías de escala; (19) tamaño del mercado atractivo; y, (20) recursos naturales disponibles. Enfocarse en estos factores configuraría una agenda clara para promover la inversión.

lunes, 1 de agosto de 2022

APERTURA, INTEGRACIÓN E INSTITUCIONES

MI SOLIDARIDAD CON TODA LA FAMILIA DE ELPERIÓDICO EN ESTOS MOMENTOS DE PRUEBA

Cuando colapsó el bloque soviético hace treinta años, el mundo comenzó a vivir una era de apertura e integración económica que, en términos generales, ha sido beneficiosa para la mayoría de países que se insertaron en ese proceso. Pero no todos se beneficiaron por igual. Los países con mayor éxito casi siempre fueron aquellos que contaron con un marco institucional eficaz que facilitó los intercambios económicos y pavimentó las avenidas políticas, sociales y culturales conducentes al desarrollo.

En Asia, Latinoamérica y Europa Oriental, los problemas económicos estructurales (mercados rígidos, baja productividad e inestabilidad macroeconómica) fueron enfrentados mediante la apertura comercial, la integración regional y la construcción de instituciones que favorecieron la eficiencia, incluyendo la protección de los derechos de propiedad y el fortalecimiento de la buena gobernanza -tanto en el sector público como en el privado-. Para los países relativamente más pequeños los resultados de esas medidas fueron más efectivos cuando se aplicaron como parte de su incorporación a bloques regionales.  Por ejemplo, Europa Central y los países bálticos priorizaron su integración a los mercados laborales y financieros europeos y su vinculación a las cadenas de suministro europeas, lo cual se convirtió en un incentivo para reformar sus instituciones económicas y democráticas.

Años antes, ya España había demostrado que el camino de la apertura comercial, la integración regional y la reforma institucional era muy efectivo para acelerar el crecimiento económico y construir un ambiente de gobernabilidad democrática. España logró, en pocos años, transformarse política, social y económicamente, revirtiendo décadas de aislamiento y retraso, hasta ser hoy un país moderno y democrático. Las dos claves del “milagro español” fueron, por un lado, su gradual apertura a la economía mundial y, por otro, su proceso de mejora en la calidad institucional impulsado por el compromiso de integrarse al bloque de Europa Occidental. El éxito de España y de varios países de Europa Oriental en cuanto a construir un sector justicia eficiente e independiente, un banco central moderno e independiente, un sector exportador competitivo y su integración con Occidente, deja lecciones que aún son valederas, incluso en un mundo que, infectado de populismo, parece ir de retroceso en materia de globalización, libre mercado e institucionalidad democrática.

Para que una economía pequeña e imperfectamente integrada a los mercados mundiales como la de Guatemala logre acelerar su desarrollo como lo hicieron esos países, no hace falta inventar el agua azucarada ni encontrar la piedra filosofal. Lo que procede es intentar seguir la senda de esos países en cuanto a impulsar la apertura comercial, la integración económica y el fortalecimiento institucional, incluyendo el sistema judicial, el sistema político, la gestión y control del gasto público y las reglas democráticas -que incluyen el respeto irrestricto a la libertad de expresión-. Esas son las bases del desarrollo.

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...