domingo, 31 de marzo de 2013

Un Libro sobre la Semana Santa


El ensayo, publicado recientemente, constituye una prueba del valor que tienen las manifestaciones culturales como motores del desarrollo económico y social
Luego de más de dos años en elaboración, recientemente se publicó el libro “El Valor Económico de la Semana Santa en la Antigua Guatemala”, que busca evidenciar el enorme potencial de desarrollo económico y social que puede encontrarse en los abundantes recursos culturales y artísticos de Guatemala. El deseo de escribir un ensayo como éste data de hace casi cuatro años, cuando Ana Luz Castillo (bailarina y administradora cultural), Luisa Fernanda González (gestora y promotora cultural), Julio Solórzano Foppa (historiador y productor artístico) y yo unimos esfuerzos en el campo intelectual para difundir y hacer conciencia sobre la vinculación que existe entre Economía y Cultura.
Dado que la cultura aporta entre un 7% y un 9% del PIB de Guatemala, el grupo Satélite (como se bautizó nuestro esfuerzo) empezó por identificar aquellas expresiones culturales en el país que podrían ser sujeto de cuantificación y, por ende, constituirse en pruebas convincentes del valor de la cultura como motor de desarrollo.
De ahí surgió, casi de su propio peso, que la Semana Santa antigüeña, siendo esencialmente una celebración religiosa, también era un fenómeno cultural, económico y social de implicaciones profundas.
Afortunadamente para la elaboración de los estudios contamos con el apoyo de la Cooperación Española y, en particular, con el acompañamiento de Oikós (Observatorio Andaluz para la Economía de la Cultura y el Desarrollo) que nos facilitó el acceso a las metodologías que recientemente se han aplicado para este tipo de estudios en Andalucía, las cuales modificamos y adecuamos a las condiciones y características de las celebraciones de la Semana Santa en La Antigua Guatemala.
A partir de allí se realizaron una serie de entrevistas preparatorias con conocedores de las distintas áreas de estudio (tradiciones religiosas, autoridades locales, turismo, estadística, etcétera). El trabajo de campo, que implicó encuestar a más de 1,500 sujetos (residentes, visitantes, comercios, industrias, y hermandades), se realizó durante la Semana Santa de 2011 y se afinó en la de 2012. A partir de los datos recabados se realizó en análisis estadístico, la validación de resultados y la redacción final del ensayo, finalmente publicado por Editorial Cultura. En todo este proceso contamos con el apoyo de numerosas entidades e individuos involucrados en los temas de cultura y economía.
Los hallazgos que presenta el libro permiten dimensionar y valorar el movimiento económico y la generación de ingresos durante las celebraciones de la Semana Santa en La Antigua Guatemala. Se trata éste de un fenómeno cultural con un grado superlativo de costo-efectividad: por cada quetzal gastado en producir esta celebración religiosa, se genera un flujo adicional de Q165 en consumos y gastos diversos en la economía antigüeña. En esta capacidad multiplicadora es fundamental el rol de las hermandades, que no ha sido suficientemente aquilatado por toda la sociedad guatemalteca como para concitar el apoyo que tales organizaciones deberían recibir de todos los sectores, especialmente de quienes más se benefician de esta celebración popular.
La clave de esta capacidad generadora de ingresos se potencia por los factores culturales intangibles que caracterizan a La Antigua, entre los que destaca el escenario monumental configurado por la propia ciudad y su entorno, así como las tradiciones y conocimientos ancestrales de la sociedad antigüeña. El libro también identifica a los actores principales que hacen posibles las celebraciones, el origen de los visitantes, el rol de los antigüeños, los tipos de actividad económica y de generación de ingresos, las percepciones de seguridad pública y el potencial de la gastronomía como atractivo turístico.
Esperamos que el conocimiento de la actividad económica generada por éste y otros fenómenos artísticos y culturales en Guatemala (como podrían ser otras celebraciones populares tradicionales –religiosas o no- y los festivales artísticos cada vez más frecuentes), pueda facilitar la adopción de políticas públicas en beneficio de toda la población del país. El libro está siendo distribuido en Guatemala por el Fondo de Cultura Económica.

sábado, 16 de marzo de 2013

De Grandes Sueños y Distractores


Si no se empieza por lo esencial –que, para empezar, implica cumplir con las obligaciones básicas-, los grandes sueños se convierten (sean bien o malintencionados) en distractores.
Soñar no cuesta nada, y plantearse grandes objetivos puede ser una buena guía para encauzar los esfuerzos en materia de política pública. Lo que hay que evitar es que, por estar soñando y buscando soluciones grandiosas, se nos olvide que lo más importante es hacer el trabajo diario, perseverar en los pequeños objetivos cotidianos y de cumplir con las responsabilidades esenciales.
Sería ideal, por ejemplo, que las alcaldías tuvieran recursos suficientes para prestar eficientemente servicios agua, ornato, transporte, seguridad, salubridad y cultura; pero para ello habría que evitar que alcaldes como el de Santa Bárbara (detenido él y su séquito con armas de grueso calibre y gorros pasamontaña) o el de La Antigua (sindicado de lavado de dinero, asociación ilícita, abuso de autoridad y estafa) utilicen su puesto para perpetrar actos delincuenciales. El trabajo sencillo, esencial, primario que hace falta es que la Contraloría de Cuentas supervise sistemáticamente a las municipalidades.
También sería ideal contar con políticas de desarrollo rural que de verdad ayudaran a las familias que viven en condiciones de infra-subsistencia. Pero antes habría que empezar por desmantelar programas ineficientes como el nefasto reparto de fertilizantes, que según diversos estudios bien fundamentados es infectivo, causa un enorme desperdicio de recursos y es fuente de corrupción. El trabajo cotidiano que se requiere es reasignar recursos financieros y humanos a áreas que sí generen desarrollo rural, como la construcción de caminos rurales, el extensionismo agrícola o los programas de riego.
Sería ideal realizar una reforma educativa profunda que incluyera un cambio en el enfoque, tiempo y pensum de estudios para la carrera de magisterio; pero antes sería mejor ocuparse de arreglar el desastre administrativo en el manejo de las plazas para maestros. El trabajo diario que hay que hacer es el de supervisar sistemáticamente el trabajo de las escuelas y sus maestros, idealmente con el involucramiento de los padres de familia (curiosamente, muchos de quienes en su momento se opusieron a la participación de los padres, se oponen hoy a la reforma magisterial).
Lo ideal sería que las instituciones autónomas recibieran puntualmente los aportes que por mandato constitucional deben recibir, pero antes es de justicia que dichas entidades (USAC, CDAG, municipalidades) revelaran pública, periódica y sistemáticamente en qué se han gastado los recursos que paga el pueblo de Guatemala con sus impuestos. Poco esfuerzo debería tomarles el trabajo diario de llevar una contabilidad transparente, publicar sus estados financieros y someterse anualmente a una auditoría externa.
Sería también ideal contar con un sistema institucional para atraer inversiones y promover exportaciones, o contar con un canal seco pletórico de modernos puertos y tecnología de punta a lo largo del camino; pero mientras los puertos, aeropuertos y fronteras estén completamente vulnerables al contrabando y al tráfico de ilícitos, sólo se van a atraer inversionistas de alto riesgo (y poca calidad) y los exportadores deberán seguirse batiendo contra el mundo por su propia cuenta. La labor primaria del Estado debería ser la de recuperar y fortalecer las instituciones a cargo de sus fronteras y puertos.
Lo ideal sería contar con cárceles seguras y equipadas con alta tecnología, pero primero habría que corregir las terribles distorsiones que permiten a los reos salir de paseo cuando quieren y ser ellos mismos quienes “auto-gestionan” las cárceles con su sistema de privilegios que incluye televisores, cocinas y apartamentos de lujo en los centros de reclusión. La tarea diaria debiese ser eliminar el desorden administrativo y la corrupción que plagan el sistema penitenciario.
Antes que soñar en canales interoceánicos imaginarios, en cárceles ultra-modernas, en avanzadas reformas magisteriales, en educación superior altamente tecnificada, o en ir a un mundial de futbol, hay que empezar por lo primero (aunque sea menos glamoroso): recuperar la administración proba, transparente e íntegra de las instituciones públicas corroídas por el desorden, la corrupción y la delincuencia. Si no se empieza por el principio, los sueños (por bien intencionados que sean) se convierten en perjudiciales distractores.

miércoles, 13 de marzo de 2013

PRESENTACIÓN DE LIBRO

Amigos todos,
Salió a luz un libro, del cual soy co-autor, y es un gusto para mí compartir el acontecimiento con ustedes . Les copio el boletín de prensa que circuló ayer, relativo a dos presentaciones públicas que tendremos la próxima semana. Si pueden asistir serán muy bienvenidos, y será un honor tenerlos allí. La entrada es libre.
saludos

--
Mario A. García Lara




Presentación del libro
“El valor económico de la Semana Santa en La Antigua Guatemala”
Primer estudio de su tipo en Centroamérica

El propósito del libro “El valor económico de la Semana Santa en La Antigua Guatemala” es el de conocer y valorar el movimiento económico y la generación de ingresos durante las celebraciones de la Semana Santa en la Ciudad de La Antigua Guatemala.  El conocimiento de la actividad económica generada por  éste y otros fenómenos artísticos y culturales en Guatemala,  facilitará la adopción de políticas públicas en beneficio de toda la población del país.  También se puede identificar a los actores principales que hacen posibles las celebraciones, el origen de los visitantes, el papel de los habitantes, los tipos de actividades económicas, la magnitud y distribución de los beneficios, etc.
Los estudios se realizaron  con el apoyo de la Cooperación Española y se basó en la metodología aplicada en Andalucía por entidades tales como OIKOS (Observatorio Andaluz de la Economía de la Cultura) en estudios similares sobre el impacto económico de este tipo de celebraciones en ciudades como Sevilla y Córdoba, en España.  Dicha metodología se adecuó a las condiciones y características de las celebraciones de la Semana Santa en La Antigua Guatemala.
Los autores de este libro son cuatro estudiosos de la Economía de la Cultura: la gestora y administradora cultural en sector público y privado Ana Luz Castillo Barrios, el economista especializado en políticas públicas y desarrollo económico Mario García Lara, la gestora y promotora cultural desde el sector público Luisa Fernanda González Pérez y el historiador y productor artístico Julio Solórzano Foppa, lo que asegura una amplia diversidad profesional en el enfoque del estudio presentado.

Se harán dos presentaciones al público los días martes 19 y miércoles 20 de marzo, a la que están cordialmente invitados.
Martes 19 de marzo de 2013
Hora:  6 p.m.
Lugar:  Centro de Formación de España en La Antigua Guatemala

Miércoles 20 de marzo de 2013
Hora: 6 p.m.
Lugar: Teatro de Cámara del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.


viernes, 8 de marzo de 2013

Una Economía de Servicios


El crecimiento en el sector servicios contribuye más a reducir la pobreza que el crecimiento en la agricultura
Durante mucho tiempo se enseñó a los niños guatemaltecos que nuestro país era “eminentemente agrícola”, pero ese hace mucho tiempo que dejó de ser cierto. El año pasado el sector primario (compuesto por la producción agrícola, pecuaria y forestal) aportó menos del 14% del valor total producido por la economía nacional (medida por el Producto Interno Bruto –PIB-). En contraste, el sector secundario o transformativo (que incluye industria manufacturera, minería, generación de energía y construcción) aportó un 24% del total. Eso deja al sector terciario o de servicios (transporte, telecomunicaciones, comercio, servicios privados y públicos, intermediación financiera), que aporta el 64% del PIB, como el sector más grande de la economía nacional.
El sector terciario es, además, el más dinámico: mientras que en los once años transcurridos desde 2001 el PIB creció a una tasa acumulativa promedio de 3.5% cada año, el sector de servicios lo hizo a una tasa de 4.7%; por su parte, el sector primario creció esos años en un promedio de 3.1% y el sector secundario lo hizo en 2.4%. Esta terciarización de la producción guatemalteca refleja un conjunto de facetas, positivas y negativas, de la economía guatemalteca sobre las que merece la pena reflexionar.
En primer término, vele la pena preguntarse si para superar el subdesarrollo es factible apostar por una economía de servicios. Veamos los casos contrastantes de India y China, ambos reconocidos por su rápido crecimiento económico. China ha crecido especializándose en la exportación de bienes manufacturados, mientras que India lo ha hecho exportando servicios modernos. El caso de India, entonces, parece demostrar que los países en desarrollo pueden saltar directamente de la agricultura a los servicios como una fuente de crecimiento, de creación de empleos y de reducción de la pobreza.
La industrialización no es, pues, la única ruta hacia el desarrollo. Diversos estudios demuestran que los países con un alto crecimiento en los servicios tienden a tener un alto crecimiento económico general o, al contrario, que los países con alto crecimiento económico en general tienen un crecimiento alto del sector servicios (sin que esté clara la causalidad de esta relación). La experiencia de India muestra que la productividad del trabajo en el sector servicios está por encima de la de la industria, y que su crecimiento ha contribuido a reducir la pobreza.
Otros estudios indican que el crecimiento en el sector servicios está más estrechamente vinculado a la reducción de la pobreza que el crecimiento en la agricultura. Los servicios ayudan a reducir la pobreza porque suelen ser intensivos en mano de obra y, por ende, proporcionan una dinámica fuente de nuevos empleos; esos empleos, a su vez, generan ingresos que impulsan una mayor demanda de bienes y servicios y, de nuevo, de fuentes de trabajo.
El potencial del sector servicios como motor del desarrollo se base en que la globalización y la tecnología hacen que ahora (a diferencia de hace veinte años) los servicios sean transables en los mercados internacionales, lo cual ofrece a los países en desarrollo oportunidades alternativas para encontrar nichos de mercado –más allá de la industria y la agricultura- en los cuales especializarse.
Pero para aprovechar ese potencial, los servicios deben trascender las muchas actividades de la economía informal menos modernas y productivas que en la actualidad emplean a la mayoría de trabajadores que viven en la pobreza (por ejemplo, chicleros, guardias de seguridad, ascensoristas) y trasladarse –como en India- hacia los "servicios modernos de alto valor " (como la informática y los servicios financieros) que creen puestos de trabajo que respondan a las necesidades de una población cada vez más urbanizada, que aumenten la productividad y que abran nuevos mercados de exportación.
Los desafíos para lograrlo son enormes (nuestro deficiente sistemas educativo, la pobre infraestructura de comunicaciones, o los privilegios y las regulaciones que inhiben la competencia, por ejemplo), pero hay que enfrentarlos porque, aunque quizá un sector de servicios dinámico no sea suficiente para salir de la pobreza, al menos da una esperanza razonable para la generación de empleos de calidad que nuestro país necesita desesperadamente.

sábado, 2 de marzo de 2013

El Sorprendente Benedicto XVI


La renuncia al cargo, además de ser un signo de valentía y humildad, es también contundente llamado de atención del Papa, que reconoció con claridad que la Iglesia necesitaba “un largo camino penitencial”
La tarea de llenar los zapatos de Juan Pablo II era imposible, de entrada; incluso para Joseph Ratzinger. ¿Cómo suplir aquella presencia luminosa y su carisma abrumador, su rostro candoroso, su palabra conmovedora y sentimental teniendo a la mano solamente una figura discreta, una personalidad reservada, un rostro adusto –casi antipático- y un intelecto kantiano? El rol de Ratzinger como sub-Papa de facto, encargado de darle contenido racional y teológico al programa carismático y emocional de Juan Pablo II, incluyendo su incomprendido desempeño a la cabeza de lo que antes se llamó Santa Inquisición, nos hacía prever a los escépticos que Benedicto XVI ejercería un papado sin lustre y sin progresos.
Tras casi 8 años como jerarca de la Iglesia Católica, sin embargo, demostró que quienes así prejuzgamos estábamos equivocados. Su fama (que, vista en retrospectiva, era exagerada) de ultraconservador no le impidió insistir y profundizar sobre la necesidad de transformaciones acordes con la modernidad; él ha sido, después de todo, el primer Papa en usar el Twitter, y el primero en conceder una entrevista a la televisión. Su propia decisión de abdicar (la primer renuncia papal en más de 700 años) puede bien ser interpretada como una señal de modernización, un mensaje contundente de la “transformación sin ruptura” que siempre trató de impulsar.
El Papa reconoció con claridad que la Iglesia necesitaba “un largo camino penitencial” para expiar los pecados cometidos por miembros de su clero involucrados en un sinnúmero de escándalos de abuso sexual, actitud ciertamente valiente, pese a las muchas críticas respecto a que dicho reconocimiento fue insuficiente y tardío. Tampoco hay que regatearle sus esfuerzos por esclarecer los escándalos financieros del Vaticano que le estallaron en las manos, lo cual debió haber sido particularmente difícil para alguien que, como él reconoció alguna vez con humildad, "no tenía talento para la administración o la organización”.
No solo estas crisis (y la forma en que las enfrentó) marcaron su pontificado, sino también lo hicieron sus esfuerzos por reconciliar la fe y la razón, así como su insistencia en que los cambios duraderos sólo pueden provenir del corazón del ser humano. Como partícipe del Concilio Vaticano II, Benedicto continuó y dio consistencia intelectual al camino emprendido por su predecesor, en el que se exhorta a fieles y a pastores para que hablen más del mensaje de la Biblia que de las normas de la Iglesia, para que se fijen más en lograr una relación personal con Cristo que en el cumplimiento de tradiciones.
Convencido de que Dios es amor, pero también que es razón, el arsenal teológico de Ratzinger continuó emitiendo (pese a las dificultades del cargo papal) documentos eclesiales que profundizan su fe en el amor como motor de los cambios que, a través de la razón, pueden transformar a las personas y a las instituciones. Esa búsqueda de una transformación sin ruptura resulta hoy necesaria para una Iglesia Católica que se enfrenta no sólo a una serie de coyunturas que minan su prestigio (los escándalos sexuales, los “Vatileaks” financieros, o las pugnas de poder en la Curia Romana), sino especialmente al descomunal reto de emprender una “nueva evangelización” en un mundo crecientemente escéptico, cada vez más ateo en Europa, musulmán en Asia y neopentecostal en América.
Su pontificado, y su sorprendente renuncia, Benedicto XVI nos dieron a todos cuantos fuimos escépticos y pesimistas con su nombramiento, una lección de humildad, coherencia y responsabilidad. A diferencia de su predecesor, que decidió ser mártir y salió por la puerta grande, Benedicto decidió, fiel a su razón, salir a tiempo, cansado pero en pleno uso de sus facultades mentales, quizá para poder influir en la elección de su sucesor (en medio de luchas de poder), o quizá para velar –desde su reclusión conventual en el mismísimo Vaticano- por la continuidad de su obra (de “transformación, sin ruptura”), pero consciente de que, a su muerte, no recibirá las pleitesías, honores y beatificaciones de su  antecesor. El tiempo dirá si su pontificado marca el final de una era, el inicio de una nueva, o si es solamente parte de una larga transición pero, en cualquier caso, habrá dejado huella en la milenaria historia de la Iglesia.

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...