La muy próxima elección de rector encuentra a la Universidad
de San Carlos –USAC- en una encrucijada: el país está viviendo una compleja transición
política -cuya piedra angular ha sido el combate a la corrupción-y, en esa
encrucijada, la USAC está llamada a asumir, si no algún liderazgo, al menos un firme
compromiso de esclarecer las múltiples críticas y sospechas que se han
planteado en medios de comunicación en relación con malos manejos
administrativos y financieros, que ponen en serio entredicho la credibilidad de
la Carolingia.
Una forma directa de asumir ese compromiso sería
reconocer que la USAC es una entidad pública que se debe a toda la sociedad (no
solo a su comunidad educativa), pues se sostiene fundamentalmente con el aporte
que todos los guatemaltecos –pobres y ricos, urbanos y rurales, jóvenes y
viejos- hacemos mediante el pago de nuestros impuestos. Los guatemaltecos aportamos
a la USAC casi Q1800 millones anuales, principalmente para que le brinde
educación a más de 200 mil estudiantes que, en su mayoría, pertenecen a los
estratos socioeconómicos medios de la población. Este presupuesto representa más
del 3% de los ingresos tributarios del país y es más elevado que el de muchos ministerios
de gobierno (como los de Agricultura, Economía o Trabajo) y mayor que el de
todas las secretarías y dependencias del Ejecutivo combinadas.
El principal desafío del próximo rector (o rectora) es
el de poner en orden la casa, lo cual supone, antes que nada, rendirle cuentas
claras a la sociedad. Si la autonomía que constitucionalmente tiene la USAC le
confiere derechos y privilegios para cumplir con sus funciones, le debería conferir
también la obligación de usar de manera eficaz y transparente los recursos del
erario público que se le confían anualmente. Sin una efectiva rendición de
cuentas, la autonomía universitaria deviene ilegítima.
El nuevo rector (o rectora) debería volver la vista
hacia las mejores prácticas en materia de transparencia de otras universidades
estatales (un viajecito a la UNAM, para copiar sus sistemas de transparencia y
rendición de cuentas, no le caería mal). Por ejemplo, debería persuadir al
Consejo Superior Universitario de que aplique pautas de buen gobierno
corporativo y cree comités independientes y especializados en los distintos
temas sobre los cuales la USAC debe responder ante la ciudadanía, especialmente
en materia presupuestaria, administrativa y financiera. Un comité para
administrar el patrimonio universitario y el manejo de los asuntos
presupuestarios, y otro comité de auditoría, conformados por personas honorables
y expertas en asuntos financieros, serian esenciales.
Las nuevas autoridades deberían publicar periódica y
oportunamente los estados financieros dictaminados por un auditor externo
calificado, así como los estados financieros mensuales; el estado de ingresos,
gastos e inversiones; y, los reportes y observaciones de auditoría interna de
las diferentes instancias universitarias. También un sistema de indicadores para medir el
desempeño: su gasto anual por alumno; qué porcentaje de quienes ingresan a la
universidad se gradúan; y, cuántos artículos académicos en revistas
internacionales o cuántos libros publican sus profesionales.