sábado, 24 de septiembre de 2011

El Desafío del Crecimiento Económico

Como diría un matemático: el crecimiento económico es condición necesaria, pero no suficiente, para aumentar el nivel de bienestar en la población guatemalteca. El reto principal de la política económica es potenciar dicho crecimiento, sin poner en riesgo la estabilidad económica y social. Ello requiere de un gobierno que tenga prioridades claras y visión de Estado. Fácil es decirlo pero, lamentablemente, muy difícil realizarlo.
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§ POLÍTICAS PÚBLICAS
EL DESAFÍO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO

El principal desafío de la política económica radica en aumentar la velocidad a la que crece la economía 
El gobierno que resulte electo el próximo 6 de noviembre enfrentará desafíos descomunales. Además de los temas sociales, políticos y ambientales que hemos comentado en las semanas anteriores, los aspectos económicos se vislumbran especialmente complejos. Por un lado, las lúgubres perspectivas de la economía internacional amenazan con ralentizar la incipiente recuperación de la actividad productiva nacional. Por otro, el deterioro cuantitativo y cualitativo de la situación fiscal apunta hacia un precario inicio de la nueva gestión de gobierno en enero próximo.
En el corto plazo, el desafío más complejo para la política económica es la consolidación de la estructura fiscal, lo cual requiere mejorar sosteniblemente la recaudación tributaria y, simultáneamente, mejorar la calidad del gasto público para evitar el desperdicio, minimizar la corrupción y dar los servicios públicos básicos a la población más necesitada. La ineludible reforma fiscal debe permitir una mejora de la inversión pública en las áreas clave de infraestructura, educación y salud (que apoyan el crecimiento económico y la armonía social), sin que ello se traduzca en un deterioro del déficit fiscal y la deuda pública.
También debe mejorarse urgentemente la forma en que se diseña y ejecuta el presupuesto de ingresos y gastos del gobierno, de manera que dicho presupuesto se convierta (como debe ser) en el mecanismo técnico del Estado para priorizar y cumplir sus fines, funciones y políticas.
Pero más allá de los temas fiscales, el principal desafío de la política económica radica en aumentar la velocidad a la que crece la economía, cuyo ritmo ha sido evidentemente mediocre. Las razones estructurales de esta mediocridad del crecimiento económico tienen que ver, esencialmente, con la productividad o, mejor dicho, la ausencia de ella. La reducción de la pobreza y el avance hacia la prosperidad requieren de un aumento de la productividad, que pasa por mejorar el nivel educativo de la población, estimular la innovación, tener mecanismos eficaces para la reducción de conflictos e instituciones fuertes  que protejan los derechos de propiedad y fortalezcan la democracia.
Además de los factores institucionales (que comentamos la semana anterior) otros factores que explican el endeble desempeño económico del país tiene que ver, por un lado, con cuán propicio es el ambiente para la eficiencia de la producción, el emprendimiento y la productividad y, por otro, con las bajas tasas de inversión en infraestructura que se han observado a lo largo de los años, lo que se ha reflejado en un parque limitado de activos de uso público que son básicos para la producción, tales como la generación de energía, la infraestructura vial, o el sistema de puertos y aeropuertos.
Por lo tanto, las prioridades de política económica del próximo gobierno deberían apuntar a aumentar la inversión en capital físico y la productividad en el uso de los factores productivos, lo cual requiere de intervenciones públicas orientadas a mejorar el capital humano, desarrollar la infraestructura básica y fortalecer la institucionalidad del Estado, al tiempo que se protegen o mejoran las intervenciones en otras áreas complementarias como, por ejemplo, la apertura al comercio exterior (que tiene un demostrado impacto positivo sobre el crecimiento), o  la promoción de las MiPyMEs (fundamental para proveer mejores oportunidades a los sectores sociales menos favorecidos).
Complementariamente, la política económica podría propiciar el impulso de actividades clave para el crecimiento, tanto en el corto plazo (como podría ser una política de turismo que reactive áreas geográficas específicas que impacten rápidamente sobre el empleo y el bienestar) como en el largo plazo (mediante el impulso a la innovación, la ciencia y la tecnología).
Pero primero, para viabilizar esas políticas productivas es indispensable preservar los equilibrios macroeconómicos, empezando por consolidar los aspectos fiscales.  Ello implica lograr un equilibrio en la carga tributaria que se le impone a la economía y al sector privado respecto de las necesidades de financiamiento y gasto del país. El difícil reto para la clase política es lograr un “buen equilibrio”, que signifique una mayor recaudación unida a una mayor eficiencia del gasto público.
Comentarios de los Lectores
Mar, 09/20/2011 - 08:40 — ROBERTO LOPEZ PORRAS
Como primera medida, se espera del nuevo gobierno un cambio de actitud, conducente a dar credibilidad y confianza. Los programas de Gobierno son solo enunciados que deben desarrollarse en base a proyectos específicos, cambio en las leyes y acción inmediata y ello llevará tiempo para ponerlos en marcha. En proyectos públicos, un proyecto lleva, desde la idea inicial hasta su inicio, no menos de un año promedio, pero si la magnitud del proyecto requiere préstamos internacionales, financiamientos privados  o emisión de Leyes, el período desde la idea hasta  el inicio del mismo puede ser mucho más largo, sin embargo en los Ministerios e instituciones se acumulan proyectos viables que pueden activarse, en los sectores de energia, modernización de puertos, mejoramaiento físico de hospitales y escuelas, carreteras, donde ya hay estudios de factibilidad y existe el andamiaje legal y económico para iniciarlos. En estos casos se requiere  ejecutores probados y un Plan general de evaluación de la marcha de los mismos. Si el Gobierno suaviza la carga política y la presión partidista para dar paso aun gobierno activo y eficiente, el proceso puede acelerarse y ello pagará dividendos políticos inmediatos. Lo importante es programar de acuerdo a las prioridades y un Plan Financiero, factible y viable.

Realmente el nuevo gobierno la tiene cuesta arriba, pues el que va de salida deja un desorden tremendo, asi como un gran defici, resultado de sus irresponsabilidades y actos de corrupcion.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Reforma Política e Institucional

La democracia, el desarrollo económico y el progreso social no serán posibles en Guatemala si no logramos construir instituciones fuertes y eficientes. La urgente reforma institucional pasa, claro está, por mejorar el caduco sistema político-electoral vigente, pero no se limita a eso. Es menester fortalecer las famélicas instituciones de seguridad y de justicia, la administración pública y las instituciones que permiten que los mercados y las relaciones sociales funcionen adecuadamente. Es una tarea compleja, que requiere de una enorme dosis de perseverancia, esfuerzo  y coherencia, características éstas que, por desgracia, no parecen ser las señas de identidad del liderazgo nacional.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS
REFORMA POLÍTICA E INSTITUCIONAL


El reto de las nuevas autoridades no queda sólo en la reforma del sistema de partidos políticos
Durante los últimos días de la campaña electoral recién concluida fue común escuchar opiniones, tanto de analistas políticos como de algunos de los contendientes (particularmente los menos favorecidos en las encuestas), que afirmaban que el sistema vigente está agotado y que, por el bien de la democracia, debe someterse a cambios profundos.
A más 25 años del retorno a la democracia, el sistema sigue débilmente institucionalizado, con partidos políticos que son sólo vehículos electoreros efímeros, sin coherencia ideológica ni programática, y sin vínculos con la población a la que dicen representar. La debilidad de los partidos se refleja en la efectividad del Congreso e impide que existan políticas intertemporales de Estado que permanezcan independientemente del gobierno de turno, lo cual implica incertidumbre respecto de las reglas de juego que enfrenta la ciudadanía. Guatemala cuenta con uno de los sistemas político-partidistas más débiles de Latinoamérica, institucionalmente volátil y sin arraigo ciudadano.
Guatemala es quizá el país latinoamericano donde la democracia goza de menos apoyo entre la población, según los resultados de las encuestas de Latinobarómetro; somos también el país donde menos se cree en los partidos políticos. La debilidad de nuestra democracia y de sus instituciones es preocupante, entre otras razones, porque puede tener implicaciones negativas sobre el desempeño de los mercados y de las políticas públicas conducentes al desarrollo.
Aunque necesaria, la reforma del actual sistema político es compleja pues cualquier cambio a la ley Electoral y de partidos Políticos requiere, primero, que la Corte de Constitucionalidad certifique su viabilidad legal y, segundo, que el Congreso lo apruebe con mayoría calificada. En cualquier caso, las opciones de reforma  deben enfocarse a disminuir la fragmentación partidaria mediante el aumento del número requerido de afiliados o de organizaciones partidarias a nivel local; debe regularse el rol de las contribuciones privadas en las campañas electorales; debe aumentarse la democracia interna de los partidos a través de normas para la elección y selección de líderes y candidatos; y, debe fortalecerse la capacidad del Tribunal Supremo Electoral para sancionar a quienes infrinjan las reglas.
Pero el reto de las nuevas autoridades del Legislativo y del Ejecutivo no queda sólo en la reforma del sistema de partidos políticos, sino que trasciende a otro tipo de instituciones. El mundo académico ha señalado desde hace tiempo que la debilidad de las instituciones es un factor clave que explica el mediocre desarrollo social y económico que han mostrado países como Guatemala: las regulaciones inadecuadas, el enraizamiento del clientelismo y la corrupción, la inseguridad pública y la ineficiencia burocrática son factores que desmotivan la inversión.
Las prioridades y retos en materia de reforma institucional tocan a las cuatro áreas en las que el Índice de Estado Fallido, calculado por el Fund for Peace and Foreign Policy, califica pobremente a Guatemala: el liderazgo político (incluyendo lo tocante a la corrupción); las fuerzas de seguridad (policía y ejército); el sistema judicial (como pilar del imperio de la ley); y, el servicio civil. En todo caso, el problema más urgente a resolver en el área institucional es el de la seguridad y la justicia y, en ese aspecto, el primer tema es el de la coordinación de los entes encargados de incidir en las políticas de seguridad pública, lo cual requiere comenzar con su fortalecimiento institucional utilizando como referencia las reformas prescritas en la Ley Marco del Sistema Nacional de Seguridad (que hasta ahora no ha sido plenamente aplicada), con énfasis en el desarrollo de capacidades técnicas y competencias profesionales.
Las reformas institucionales no son fáciles: las estructuras institucionales tienen características profundas que se desarrollaron durante siglos y tienden a persistir. A veces es posible acelerar estas reformas mediante cambios políticos que impacten positivamente sobre las dinámicas sociales. Pero ello requiere recobrar la confianza de la población en la democracia, lo cual requiere evitarse el clima de confrontación y polarización al que a veces se ven inclinados los políticos con tal de ganar unas elecciones.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Los Temas Sociales, Son Esenciales

La extrema pobreza y la exclusión social son problemas sociales básicos que deben ser resueltos en Guatemala, no sólo por razones humanitarias y éticas, sino que también porque su persistencia representa un inmenso obstáculo a la productividad y una amenaza permanente a la gobernabilidad. Sin una reducción significativa de la pobreza y de la exclusión es imposible que el crecimiento económico sea sostenible y que la democracia republicana sea viable. Parece ahora existir un creciente consenso al respecto. Lamentablemente aún existe mucha confusión en cuanto a cómo priorizar las acciones que permitan la referida reducción...

§ POLÍTICAS PÚBLICAS
 LOS TEMAS SOCIALES SON ESCENCIALES

Las malas condiciones sociales de Guatemala tienen que ver con la falta de acceso a activos productivos 
Todos los partidos políticos que participan en estas elecciones han incorporado en sus ofertas de campaña el mantenimiento y mejoramiento de los programas de asistencia social incluyendo, especialmente, el de las transferencias condicionadas de efectivo. Parece, pues, existir una conciencia generalizada sobre la necesidad y urgencia de atacar los graves problemas sociales que padece nuestro país. Sería mejor si, a partir de dicha conciencia, el futuro gobierno pudiera identificar y priorizar las políticas más eficaces para lograrlo.
Guatemala, a pesar de estar calificada como “de ingreso medio”, es uno de los países con mayor incidencia de pobreza: nuestro país es uno de los que muestras niveles más bajos de desarrollo humano en Latinoamérica, sólo superando a Nicaragua y a Haití, los países más pobres de la Región. Existe una evidente situación de desigualdad social que se manifiesta en la exclusión de grupos significativos de la población respecto de la vida económica, política y cultural del estado guatemalteco.
El tema de la desigualdad es de especial relevancia para Guatemala debido a sus implicaciones sobre la gobernabilidad y la paz social del país. Es muy preocupante que Guatemala esté entre los países con peores indicadores de nutrición, salud y educación de Latinoamérica. Otros países latinoamericanos, con niveles similares de pobreza y menor nivel de ingreso per cápita, han logrado mayores más rápidos avances en estas áreas.
La exclusión social, además de ser un problema ético, obstaculiza el crecimiento económico; existen estudios que estiman que el PIB guatemalteco podría crecer cerca de medio punto porcentual adicional cada año si se mejoraran los accesos de la población indígena (los segmentos más pobres de la población) a la educación. La evidencia internacional es clara en cuanto a que los países con más pobreza e inequidad tienden a invertir menos y, por ende, presentan menores tasas de crecimiento a largo plazo. 
Los factores clave que han incidido en las malas condiciones sociales de Guatemala tienen que ver con que amplios segmentos de la población no tienen acceso a activos productivos, con que el patrón del gasto público es inadecuado, y con que el sistema educativo imperante tiene una baja cobertura y un bajo nivel académico.
Para atender estos problemas, en primer lugar se debe re-enfocar el gasto público aunque ello implique medidas políticamente complejas como las de sustituir subsidios indiscriminados (digamos, el de la electricidad residencial) por medidas de asistencia social focalizadas, o re-dirigir parte de los recursos públicos que actualmente se regalan a las universidades (donde  rara vez alcanzan a los pobres) hacia la educación secundaria. También han probado ser efectivas las transferencias condicionadas de efectivo, pero más trascendentales aún son las políticas que promueven la equidad de oportunidades: acceso generalizado a mejor educación y servicios de salud; acceso al crédito; acceso de los trabajadores al mercado formal; y, acceso a los derechos de propiedad.
Puestos a priorizar, las políticas de Estado deberían enfocarse entonces en los temas de educación, salud y nutrición. La educación es fundamental ya que en varios estudios se ha llegado a comprobar que el factor que más contribuye a la persistencia de la desigualdad y al aumento de la pobreza ha sido la falta de una educación adecuada para las nuevas generaciones. El otro factor de fortalecimiento del capital humano es la salud; existen datos que demuestran que cada año se pierde el 7.8% del PIB a causa del ausentismo laboral por motivo de enfermedad; otros estudios indican que si la esperanza de vida lograra aumentarse en un año, el PIB sería 4% mayor.
En cuanto a la nutrición, es importante tener presente que ya existe una política y un marco legal idóneo para abordar el tema, y lo que hay que hacer es aplicarse y gestionar los instrumentos e instituciones que ya existen para tales efectos.
Finalmente, los programas de transferencias condicionadas de dinero puede servir en la estrategia de combate a la pobreza si, y sólo si, se aplican como parte de un enfoque estratégico integral, con la adecuada coordinación interinstitucional y bajo mecanismos permanentes de monitoreo y evaluación de su efectividad.COMENTARIOS DE LOS LECTORES

Decir que seguirán las

Decir que seguirán las transferencias condicionadas "en efectivo" es como decir que los robos en esos programas continuarán, pues el dinero en efectivo no deja rastro.
El mejor remedio para reducir la pobreza y la desnutrición, no es repartir, esto es un complemento. Guatemala debiera de ser el pais con mayores índices en el continente por ley, pues el el que tiene el mayor incremento poblacional. Debiera ser  y es el quinto a nivel mundial, allí estamos en incremento poblacional también.
No hay nada que podamos hacer para mejorar nuestra posición si no empezamos por los cimientos del problema, pues todo lo demás que hagamos son las columnas y las vigas que se derrumbarán con malos cimientos al mas pequeño de los temblores..

viernes, 2 de septiembre de 2011

Priorizar, Sin Perder el Equilibrio

Un enfoque sistémico e integral del Desarrollo aconseja que las políticas públicas se apliquen de tal manera que no se perjudiquen los equilibrios que deben existir entre el sistema económico-financiero, el socio-demográfico, el político-institucional y el ecológico-ambiental. A continuación, algunas ideas de cómo podría integrarse una política pública ambiental que tome en cuenta el referido enfoque.


§ POLÍTICAS PÚBLICAS
PRIORIZAR, SIN PERDER EL EQUILIBRIO
Una priorización de políticas que busque el equilibrio sistémico y el desarrollo sostenible implica alejarse de posiciones fundamentalistas
Cualquiera que sea el equipo de gobierno que asuma las riendas del país en enero de 2012 –comentábamos la semana pasada-, además de apagar los incendios coyunturales que ya existen o que inevitablemente surgirán en los próximos meses, deberá concentrar sus acciones de política pública en unas pocas áreas bien focalizadas: capital humano, infraestructura básica e institucionalidad del Estado; de lo contrario, la dispersión de esfuerzos y la escasez de recursos gubernamentales continuarán impidiendo que se logren avances significativos en materia de desarrollo económico y social.
Sin embargo, aunque la agenda de políticas de Estado debe ser, necesariamente, escueta, ello no significa que su implementación sea sencilla. Al contrario, una agenda de gobierno diseñada con visión de largo plazo debería considerar no sólo la aplicación priorizada de un conjunto coherente de políticas, sino también la calidad y sostenibilidad del desarrollo que se derivaría de ellas. La sostenibilidad requiere de una interrelación equilibrada entre las distintas dimensiones del desarrollo: la dimensión económico-financiera, la socio-demográfica, la político-institucional y la ambiental-territorial.
El desarrollo sostenible es, pues, un tema de naturaleza sistémica, no de índole sectorial por lo que, bajo esa perspectiva, resulta pertinente el concepto de “desarrollo sostenible” definido por las Naciones Unidas como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. Este concepto, aparentemente sencillo, es en realidad bastante complejo pues combina el término “desarrollo” –que implica un cambio direccional y progresivo- con el término “sostenible”, que conlleva una la permanencia en el tiempo. Esto ayuda a dimensionar el justo rol que debe asignársele al tema ambiental en una estrategia de desarrollo. Por ejemplo, una sociedad que buscara preservar sus recursos naturales a costa de aumentar el nivel de pobreza de su población podría ser calificada como sostenible ambientalmente, pero de ninguna manera se podría hablar de desarrollo sostenible en este caso, pues podría llegar a hacerse socialmente insostenible.
Al mismo tiempo, es necesario saber que la pobreza y la degradación ambiental son fenómenos que se refuerzan mutuamente. En Guatemala, mucho de la degradación ambiental se debe al uso económicamente inadecuado del territorio. Dicho deterioro genera procesos de deforestación y otras amenazas a la diversidad biológica que se traducen en que un gran potencial de generación de riqueza en el país es miopemente desaprovechado. Además, la sostenibilidad del desarrollo se ve amenazada por la escasa cobertura y calidad de los servicios públicos de agua y saneamiento, por el agotamiento y abandono de la zona marino-costera y por la contaminación creciente de importantes cuencas hidrográficas.
De manera que, desde una perspectiva sistémica del desarrollo sostenible, es necesario contar con una agenda ambiental realista y pragmática que implique una mejora en el gasto gubernamental dedicado a la protección ambiental, una restructuración de la institucionalidad del sector, una política de recuperación de bosques y fortalecimiento del sistema de áreas protegidas, un programa de conservación y restauración de suelos, así como una revitalización de los ecosistemas que reduzca la vulnerabilidad del país ante desastres naturales.
Al momento de priorizar las políticas ambientales que apoyen el desarrollo económico sostenible, la política de gestión del agua, saneamiento y manejo de recursos hídricos podría ser la que ocupe el lugar central como eje articulador del sistema ambiental-territorial, no sólo porque alrededor de una buena política de recursos hídricos puede generarse un reordenamiento institucional y regulatorio de los temas ambientales, sino también porque es el tipo de política que puede concitar acuerdos entre sectores responsables, tanto del lado ambientalista como del lado empresarial. Una priorización de políticas que busque el equilibrio sistémico y el desarrollo sostenible implica alejarse, claro está, de posiciones fundamentalistas (como los “anti”: anti-hidroeléctricas, anti-minería, anti-plantaciones) que tan de moda parecen estar en el país.

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...