El valor del dólar no es solamente una decisión de las autoridades del banco central, sino el resultado de una confluencia de factores que determinan su cotización en el mercado de divisas
Después un lustro en el que el tipo de cambio
(quetzales por dólar) se redujo, en promedio, un 1.5 por ciento cada año, en lo
que va de 2019 ha aumentado un 5.3 por ciento. Esta depreciación de nuestra
moneda, aunque modesta cuando se compara con las que son habituales en otros
países con regímenes cambiarios similares al nuestro (como Colombia, Perú o
México), resulta contrastante y significativa respecto de la tendencia a la apreciación
que el quetzal ha registrado durante varios años.
En un sistema cambiario como el nuestro (que es un
régimen de tipo de cambio flexible, pero administrado mediante intervenciones
del banco central comprando o vendiendo dólares), el valor del dólar no es una
decisión de las autoridades del banco central, sino el resultado de una
confluencia de factores que determinan su cotización en el mercado de divisas.
Cuatro son los factores que determinaron el aumento del tipo de cambio en 2018.
El primero es la enorme expansión del déficit
comercial de Guatemala con el resto del mundo. Hasta septiembre, el valor de
las exportaciones era menor respecto del registrado el año anterior, mientras
que las importaciones estaban creciendo fuertemente; como resultado, el déficit
comercial del país (la diferencia entre lo que exportamos y lo que importamos)
ha crecido en más de 27 por ciento sobre el del año previo. Esto implica que el
intercambio comercial del país ha demandado unos US$1.5 millardos más que en
2017.
El segundo factor es la (leve) desaceleración que
registra el ingreso de remesas familiares al país: mientras que a octubre del
año pasado este flujo crecía a una tasa de más del 16 por ciento anual, este
año lo hacía a un 12.5 por ciento. Esto, combinado con el comentado déficit
comercial, redujo sustancialmente el excedente de dólares que inundó el mercado
el año pasado. El tercer factor es la reducción en la diferencia entre las
tasas de interés domésticas y las internacionales. El año pasado dicho diferencial
superaba los 3 puntos porcentuales, mientras que en 2019 no llega ni al medio
punto porcentual, lo cual quiere decir que es cada vez menos atractivo mantener
inversiones financieras en el país, ante los mejores rendimientos en el
extranjero.