Los servicios públicos (limpieza, orden, información, alojamiento, seguridad, estacionamiento, sanidad, conservación, iluminación, agua potable, etecétera) son esenciales para la convivencia urbana y son cruciales para que las celebraciones populares (como la Semana Santa en La Antigua) cumplan sus propósitos religiosos, sociales y económicos. Las autoridades deben saber que los costos que dichos servicios entrañan no son un gasto, sino una inversión
La Semana Santa en la Antigua Guatemala, aunque en
esencia una celebración obviamente religiosa, es en la práctica una
manifestación más amplia de arte y cultura que tiene componentes de estética,
historia, identidad y simbolismo en muchos sentidos que, además, entraña
valores de carácter humano, social y económico. Podríamos decir que es uno de
los pilares en los que se cimienta la sociedad antigüeña y, por extensión, la
guatemalteca.
La relevancia de esta celebración radica, entre otros
factores, en la gran cantidad de visitantes nacionales y extranjeros que acuden
a la ciudad colonial, atraídos por sus particulares características, entre las
que destacan al menos cinco. Primero, las procesiones, con sus elementos
artísticos coloniales, que son cargadas por miles de devotos ataviados con
túnicas, con diversos accesorios y complementos de vestuario, y con el
acompañamiento de bandas musicales. Segundo, las coloridas alfombras de
aserrín, flores y frutos, elaboradas por los propios habitantes de la ciudad
para el paso de las procesiones.
Tercero, las tradiciones arraigadas en la comunidad,
que se han mantenido vivas a lo largo de los años gracias a factores tales como
la rica gastronomía de la época o el invaluable trabajo y dedicación de las
Hermandades, que son organizaciones de devotos que aportan su trabajo
voluntario, a lo largo de muchos meses, a la preparación y realización de las
procesiones y demás actos conmemorativos. Cuarto, el escenario que impone La
Antigua misma, con su clima benigno y su paisaje natural y arquitectónico único
en el mundo. Y, quinto, la accesibilidad de la ciudad para los visitantes
nacionales y extranjeros.
Todas esas condiciones llevan a concluir que la Semana
Santa en La Antigua Guatemala es un fenómeno cultural y económico de trascendental
importancia. Hace algunos años tuve la oportunidad de participar en un estudio
sobre el valor económico de la Semana Santa antigüeña en el que, aplicando una
metodología de cálculo utilizada para cuantificar el producto de diversas
expresiones culturales, se llegó a
determinar que ésta llega a generar 165 veces más beneficios que el costo que
implica la producción de la celebración: con una “inversión” inicial de poco
más de Q4 millones (por parte de las Hermandades, las autoridades y los
vecinos), se llega a generar un valor bruto económico de más de Q670 millones
durante la semana mayor (montos que aumentan considerablemente cuando se
considera la Cuaresma completa).
Para potenciar los beneficios económicos, sociales y
culturales de la Semana Santa, es menester que las autoridades municipales y
del gobierno central se coordinen adecuadamente con los liderazgos locales
(principalmente las Hermandades y los vecinos organizados) para apoyar la
infraestructura y la prestación de servicios durante estos días en la Antigua.
Por desgracia, en años recientes los servicios públicos de apoyo a esta
celebración (y a la generación de ingresos y empleos derivada de la misma) se
han deteriorado dramáticamente. Las autoridades locales y nacionales deben
saber que esos servicios no son un gasto, sino una inversión de enormes
retornos para la ciudad y para el país.
La apuesta debe ser aprovechar al máximo el potencial
económico y cultural de la Semana Santa antigüeña, con vistas a lograr un efecto
positivo en la preservación de esta herencia cultural que fortalece su orgullo
y la identifica local e internacionalmente como un atractivo para el turismo. El
desafío es lograrlo en un marco de respeto a la identidad y diversidad del
pueblo guatemalteco. Ojalá este año las autoridades estén a la altura de la
ciudad que es patrimonio cultural de la humanidad.