viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad y la Economía Nacional

Cada vez es un lugar más común decir que "la Navidad se ha comercializado" y que "se ha perdido el espíritu de la Navidad". Creo que lo que ha pasado es que la celebración de la Navidad ha evolucionado y, aunque efectivamente se ha tornado en una excusa para un febril movimiento comercial, vale la pena (al estilo de lo judokas) aprovechar esta fuerza evolutiva en beneficio de nuestra sociedad y de nuestro país. Por un lado, las cambiantes costumbres y tradiciones implican una inyección de dinamismo a nuestra alicaída economía, así que ¡bienvenida sea la época de compras, convivios, adornos y celebraciones!. Por otro lado, los inexplicables, pero innegables, sentimientos de solidaridad y dadivosidad que esta celebración despierta en muchos corazones, pueden ser usados para inculcar comportamientos más permanentes de nobleza, honradez y generosidad. Recordemos que la Navidad no es sólo conmemorar que Jesús nació, sino un acto de conciencia de que Cristo está siempre con nosotros. ¡Un abrazo a todos!

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

NAVIDAD Y LA ECONOMÍA NACIONAL

La época navideña representa, por lo general, el mayor estímulo anual para la actividad económica nacional. Las ventas al por menor aumentan drásticamente (en comparación al resto del año) y los comercios ofrecen novedades y gangas, al tiempo que los consumidores compran regalos, adornos y suministros de temporada. La febril actividad comercial culmina el día 24, para dar lugar al día de Navidad, quizá el de menor actividad productiva de todo el año.

Además del comercio, las fiestas navideñas generan actividades extraordinarias en el área de la cultura y las artes, en la publicidad, así como en forma de fiestas populares, vecinales y familiares, todo lo cual genera a su derredor un aumento adicional del consumo y de la actividad económica. Así que, inequívocamente, la Navidad tiene un impacto positivo sobre la economía nacional.

El efecto económico positivo de las pascuas decembrinas refleja en gran medida el espíritu dadivoso que contagia en estos días a la mayoría de las personas, independientemente de sus creencias religiosas. Muchos cristianos y anti-consumistas, empero, condenan la comercialización de ese espíritu generoso y acusan a los comerciantes de privilegiar codiciosamente su negocio a expensas de los valores más importantes de la Navidad.

Sin embargo, la inclinación de cada individuo para dar regalos no necesariamente está vinculada a la supuesta manipulación publicitaria, sino que se explica por razones altruistas, sentimentales, estratégicas, impulsivas o tradicionales. Además, claro está, existe placer en dar: estudios científicos han encontrado que la generosidad puede activar los centros cerebrales del placer y que las personas dadivosas son más felices, más saludables y se sienten más exitosas en la vida.

Si bien es cierto que el altruismo parece ser algo innato, y que investigadores, médicos y pacientes coinciden en que el acto de dar o ayudar ofrece profundos beneficios psicológicos, también lo es que en Navidad dicho instinto parece potenciarse en los países de tradición cristiana, como el nuestro. No es casual que en muchas sociedades se haya comprobado empíricamente que las personas religiosas tienden a ser más generosas con el prójimo.

De manera que el impacto de estas fiestas puede ir más allá de un simple estímulo temporal a la actividad económica. Los estudios del economista Robert Barro revelaron hace algunos años que los altos niveles de religiosidad de una sociedad pueden estimular el crecimiento económico, pues las creencias religiosas (especialmente aquellas que, como el cristianismo, prometen recompensar el buen comportamiento y castigar el malo) pueden fomentar ciertos comportamientos –como la prudencia financiera, el trabajo duro, la honestidad y la confianza en los demás- que aumentan la productividad.

Las creencias de la gente influyen sobre sus decisiones prácticas en la vida cotidiana, incluyendo las económicas, y la religión parece influir en la salud física y mental de la comunidad. A pesar de la tradición freudiana (nunca comprobada empíricamente) que acusa a la religión de causar neurosis, prejuicios y autoritarismo, los estudios empíricos han encontrado en muchas sociedades que las prácticas religiosas están relacionadas con una mejor salud mental, un menor estrés y una mayor satisfacción con la vida.

Las celebraciones navideñas pueden ser, entonces, una buena excusa no sólo para estimular la actividad económica, sino que también para fomentar los valores éticos que pueden favorecer decisivamente el desarrollo económico y social del país. Cuando Vernon Smith, pionero de la economía experimental, aceptó el Nobel de Economía en 2002, hizo referencia a algunos de tales valores: los Mandamientos contra el robo y contra la codicia de las posesiones del prójimo dan los fundamentos del derecho de propiedad para los mercados; y los preceptos contra el asesinato, el adulterio y el falso testimonio sientan las bases para un intercambio social eficiente y civilizado.

Son precisamente esos valores, que innegablemente tienen un impacto positivo sobre nuestra economía y nuestra sociedad, los que proclamó como parte de la buena nueva aquel Hijo del Hombre cuyo nacimiento conmemoramos estos días.

COMENTARIOS DE LOS LECTORES
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Antonio Morales 21-12-2010 07:51:27 horas
Estoy de acuerdo con que la navidad es positiva en términos de actividad económica y que puede aprovecharse para inculcar valores religiosos que apoyen un buen desempeño social. Sin embargo, esto es cierto sólo para la parte de la población que no está en situación de pobreza, que es la minoría de los guatemaltecos. Para la mayoría, que son los pobres, la navidad no es más que un espejismo, una obra de teatro en la que ellos no juegan ningún papel.

JORGE MUÑOZ 21-12-2010 08:54:19 horas
Una cultura de compartir sería buena dando no lo que le sobra, sino de lo que usted realmente tiene, en Guatemala más del 80% es totalmente pobre y si todos compartiéramos por lo menos un pan, un tamal y una taza de café en las áreas marginales rurales de nuestro país, pondríamos hacer una cultura de Amor al prójimo, quien se apunte para llevar comida y juguetes a los niños del occidente con migo escríbame nos ponemos de acuerdo mi correo es edificaedifica@gmail.com

Marta Sambrano 21-12-2010 09:49:17 horas
Yo creo que ya no se necesita de publicidad para que la gente compre hasta lo que no necesita, eso ha sido una imposición que se ha ido incrustando cada vez mas en la sociedad. Es mas que sabido que si los precios son altos para estas fechas suben al doble, es obvio que los comercios generan ganancias extras en esta temporada, valiéndose de esos valores de la navidad.

Daniel Guzman 21-12-2010 09:50:37 horas
Lo que sucede es muchos de los economistas que alaban el libre comercio se han dado cuenta que este tipo de festividades pueden alcanzar ventas incomparables, pues han envuelto a las personas haciéndoles creen que un regalo es sinónimo de demostraciones de cariño, sino las tarjetas de crédito no gastarían millones en sus anuncios de lo que no tiene precio y de lo que se puede comprar con dinero plástico.

Lady Flores 21-12-2010 09:52:03 horas
Depende quién vea que la navidad pueda ser una escusa para estimular la economía, ¿la economía de quién? Ya han incrustado en la sociedad que la navidad es igual que comprar mucho y entonces ¿qué economía es la que se estimula? ¿La del pobre consumista o la del empresario que se ha valido de la época para incrementar su economía?

Byron Zuñiga 21-12-2010 09:55:00 horas
Será que la influencia que viene desde las culturas extranjeras no influye en la economía de la gente? Si vemos bien los mayores consumistas son los adolescentes y la juventud, parece que encontraron tierra fértil en estas generaciones. Muchos estudios podrán haber que demuestren que el altruismo es beneficioso, pero que tan beneficioso puede ser gastarse lo que no se tiene para estar dentro de cierto nivel.

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