lunes, 26 de marzo de 2018

Semana Santa y la Economía Antigüeña


Los servicios públicos (limpieza, orden, información, alojamiento, seguridad, estacionamiento, sanidad, conservación, iluminación, agua potable, etecétera) son esenciales para la convivencia urbana y son cruciales para que las celebraciones populares (como la Semana Santa en La Antigua) cumplan sus propósitos religiosos, sociales y económicos. Las autoridades deben saber que los costos que dichos servicios entrañan no son un gasto, sino una inversión

La Semana Santa en la Antigua Guatemala, aunque en esencia una celebración obviamente religiosa, es en la práctica una manifestación más amplia de arte y cultura que tiene componentes de estética, historia, identidad y simbolismo en muchos sentidos que, además, entraña valores de carácter humano, social y económico. Podríamos decir que es uno de los pilares en los que se cimienta la sociedad antigüeña y, por extensión, la guatemalteca.

La relevancia de esta celebración radica, entre otros factores, en la gran cantidad de visitantes nacionales y extranjeros que acuden a la ciudad colonial, atraídos por sus particulares características, entre las que destacan al menos cinco. Primero, las procesiones, con sus elementos artísticos coloniales, que son cargadas por miles de devotos ataviados con túnicas, con diversos accesorios y complementos de vestuario, y con el acompañamiento de bandas musicales. Segundo, las coloridas alfombras de aserrín, flores y frutos, elaboradas por los propios habitantes de la ciudad para el paso de las procesiones.

Tercero, las tradiciones arraigadas en la comunidad, que se han mantenido vivas a lo largo de los años gracias a factores tales como la rica gastronomía de la época o el invaluable trabajo y dedicación de las Hermandades, que son organizaciones de devotos que aportan su trabajo voluntario, a lo largo de muchos meses, a la preparación y realización de las procesiones y demás actos conmemorativos. Cuarto, el escenario que impone La Antigua misma, con su clima benigno y su paisaje natural y arquitectónico único en el mundo. Y, quinto, la accesibilidad de la ciudad para los visitantes nacionales y extranjeros.

Todas esas condiciones llevan a concluir que la Semana Santa en La Antigua Guatemala es un fenómeno cultural y económico de trascendental importancia. Hace algunos años tuve la oportunidad de participar en un estudio sobre el valor económico de la Semana Santa antigüeña en el que, aplicando una metodología de cálculo utilizada para cuantificar el producto de diversas expresiones culturales,  se llegó a determinar que ésta llega a generar 165 veces más beneficios que el costo que implica la producción de la celebración: con una “inversión” inicial de poco más de Q4 millones (por parte de las Hermandades, las autoridades y los vecinos), se llega a generar un valor bruto económico de más de Q670 millones durante la semana mayor (montos que aumentan considerablemente cuando se considera la Cuaresma completa).

Para potenciar los beneficios económicos, sociales y culturales de la Semana Santa, es menester que las autoridades municipales y del gobierno central se coordinen adecuadamente con los liderazgos locales (principalmente las Hermandades y los vecinos organizados) para apoyar la infraestructura y la prestación de servicios durante estos días en la Antigua. Por desgracia, en años recientes los servicios públicos de apoyo a esta celebración (y a la generación de ingresos y empleos derivada de la misma) se han deteriorado dramáticamente. Las autoridades locales y nacionales deben saber que esos servicios no son un gasto, sino una inversión de enormes retornos para la ciudad y para el país.

La apuesta debe ser aprovechar al máximo el potencial económico y cultural de la Semana Santa antigüeña, con vistas a lograr un efecto positivo en la preservación de esta herencia cultural que fortalece su orgullo y la identifica local e internacionalmente como un atractivo para el turismo. El desafío es lograrlo en un marco de respeto a la identidad y diversidad del pueblo guatemalteco. Ojalá este año las autoridades estén a la altura de la ciudad que es patrimonio cultural de la humanidad.

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