viernes, 13 de marzo de 2009

La Versión del FMI

En mi columna del pasado martes me pareció oportuno comentar la evaluación (¿o debería decir auto-crítica?) que hace el FMI respecto de la actual crisis financiera internacional: lo que falló fueron las regulaciones; ergo, hubo un exceso de permisividad a los intermediarios financieros. Los excesos que estos cometieron serían atribuibles, entonces, no sólo a su codicia (que es una condición humana) sino a la incapacidad de los entes reguladores del Estado. Buen tema para discutir en torno a una mesa bien servida con abundante comida y, especialmente, bebida. ¡salud!
§ POLÍTICAS PÚBLICAS

LA VERSIÓN DEL FMI
Apenas el pasado viernes 6 de marzo se publicó el primer estudio completo que realiza el Fondo Monetario Internacional –FMI- sobre las causas y consecuencias de la crisis financiera internacional. En él señala que las principales causas de la crisis se encuentran en las incapacidades de los reguladores, conjugadas con ciertos fallos de la disciplina de mercado. El FMI indica que los reguladores no alcanzaron a aquilatar la peligrosa acumulación de riesgos y los incentivos perversos que se derivaron de la ola de innovaciones financieras de la última década, respaldadas en la creencia en que la regulación vigente estaba fortaleciendo la disciplina del mercado (lo que evitaría el comportamiento irresponsable de los entes participantes) y que los productos financieros novedosos evitarían que los riesgos se concentraran en unos pocos mercados e instituciones. Dicha creencia resultó ser, a la postre, ingenua.
El estudio del Fondo también indica que los desequilibrios macroeconómicos (los gigantescos superávits comerciales de países como China y los enormes déficits de los Estados Unidos) también contribuyeron a la crisis, aunque sólo de manera indirecta: estos desequilibrios simplemente alimentaron a las nuevas estructuras e instrumentos financieros que se crearon para satisfacer la creciente demanda de rendimientos por parte de los inversionistas quienes, en un exceso de optimismo, olvidaron (o evadieron) evaluar adecuadamente los riesgos que se estaban acumulando, sin que los reguladores pudieran (o quisieran) minimizar tales riesgos.
Así, según el Fondo, los bancos centrales se concentraron solamente en combatir la inflación y descuidaron vigilar los precios de los activos (empezando con el sector vivienda) y su efecto sobre la estabilidad financiera; las superintendencias financieras se enfocaron solamente en los bancos, descuidando la supervisión de otros intermediarios no bancarios; y, las instituciones financieras internacionales fracasaron en generar una mayor coordinación de las políticas financieras de las grandes economías.
La versión de la crisis presentada por el FMI está bien estructurada y resulta bastante convincente. A la vez, sin embargo, no deja de parecer sospechosamente conveniente para el Fondo (organismo encargado de velar por la armonía financiera mundial y de vigilar las políticas macroeconómicas de sus países miembros) que el énfasis recaiga más sobre la regulación financiera que sobre los desequilibrios macro. De cualquier manera, las sugerencias del estudio resultan razonables: hay que aumentar el alcance de la regulación para permitirle seguir el ritmo de las innovaciones en los mercados financieros, concentrándola para el efecto en lo que las entidades hacen y no en su naturaleza jurídica (es decir, la base de la regulación debería ser la actividad, en vez de la entidad, financiera). El FMI también sugiere reformas en materia de transacciones financieras transfronterizas, requerimientos de mayor información y transparencia, elaboración de índices de riesgo sistémico y mayor cooperación internacional.Habrá que esperar que los hallazgos y sugerencias indicados sirvan de insumo en las múltiples cumbres y conferencias que se estarán realizando en los próximos meses para replantear la arquitectura financiera internacional.

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