lunes, 15 de agosto de 2022

QUE FLUYAN LOS MIGRANTES

LOS BENEFICIOS DEL LIBRE FLUJO DE PERSONAS SON MUY SUPERIORES A SUS EVENTUALES COSTOS

La semana pasada, el gobierno estadounidense dejó sin efecto las disposiciones conocidas como “quédese en México” (de la era Trump) que requerían a un buen número de inmigrantes que esperaran en México el resultado de sus peticiones de asilo. Todo esto luego de meses de pugnas en las cortes al respecto de este y otros aspectos de la volátil e incierta política (anti) migratoria en ese país. Quizá el costo económico y humano de esa volatilidad e incertidumbre sería mucho menor si los políticos (de todo el mundo) comprendieran que, sopesando sus pros y contras, las migraciones son claramente beneficiosas para todos: para el país de origen, para el país de acogida y, por supuesto, para los propios migrantes.

La Historia y la razón demuestran que los argumentos morales, económicos y prácticos en favor del libre movimiento de personas entre países son poderosos. Moralmente, es inhumano ver a alguien tocar a tu puerta porque muere de hambre o está siendo perseguido, y no brindarle pan y refugio. En lo económico, porque a largo plazo la producción y el bienestar se incrementan cuanto más libres son los flujos de factores de producción. Y en lo práctico, porque las medidas anti inmigrantes suelen ser costosas, ineficaces y destructoras del tejido social.

La principal causa de la migración de centroamericanos hacia el Norte es económica: migrar es la ruta más efectiva para salir de la pobreza. Al impedir los flujos de migrantes, los gobiernos no solo están renunciando a ayudar a los pobres, sino que les están impidiendo ayudarse a sí mismos. Por desgracia, amplios sectores de votantes (no solo en los Estados Unidos, sino también en México y en la misma Centroamérica) tienen miedo de que el libre movimiento de personas pueda generar un desastre social o económico. Pero en realidad eso no solo es muy poco probable, sino que existen medidas que los gobiernos pueden adoptar para, por ejemplo, minimizar el costo fiscal -y maximizar el beneficio productivo- que pueden ocasionar los migrantes.

Es más, si el objetivo ideal -que sería permitir el libre flujo de personas entre países- resulta demasiado ambicioso políticamente, existen etapas intermedias que los gobiernos pueden procurar y que son menos dañinas que mantener a los migrantes retenidos en las fronteras. Por ejemplo, si el temor es que los migrantes se conviertan en una carga para el Estado, pueden aplicarse medidas para excluirlos explícitamente de los beneficios sociales o, incluso, pueden diseñarse impuestos específicos para los migrantes; o, si el temor es que no se integren socialmente por no hablar el idioma, se puede dar prioridad de entrada a los migrantes que ya sepan hablar el idioma del país de destino. Soluciones hay; lo importante es que los políticos y la opinión pública cobren conciencia de que los beneficios de permitir la libre migración son mucho mayores que sus costos. Ese tipo de soluciones son las que deberíamos pedirle a Estados Unidos respecto del trato a nuestros compatriotas migrantes. Pero también son las que nuestros gobiernos deberían aplicar de cara a los migrantes que quieran venir a nuestros países; predicar con el ejemplo, le llaman.

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