MODIFICAR LA LEY DEL
SERVICIO CIVIL ES UNA CONDICIÓN NECESARIA, PERO NO SUFICIENTE
Hace algunos días tuve la oportunidad de participar en
un foro auspiciado por el G-13 (instancia de coordinación de los principales
países y agencias donantes) acerca del fortalecimiento del sistema del servicio
civil en nuestro país. De dicho foro, donde además del Ministro de Trabajo
participaron algunos diputados y tanques de pensamiento, surgen dos buenas
noticias. La primera es que resultó reconfortante escuchar de parte del
Ministro de Trabajo un diagnóstico claro y completo de la situación del Empleo
Público en Guatemala, así como una serie de propuestas pragmáticas, realistas y
graduales para empezar a solucionar los múltiples problemas que aquejan al
servicio civil, entendiendo que el mismo es un sistema cuya reforma requiere de
acciones en múltiples frentes.
La segunda buena noticia fue el interés manifestado
por la comunidad internacional en apoyar la modernización del sistema nacional
del servicio civil. Para ello, un paso clave es que los distintos liderazgos
del país cobren conciencia de la importancia crucial de dicha reforma. Diversos
estudios demuestran que el fortalecimiento del servicio civil impacta notablemente
en las capacidades del Estado para mejorar la calidad de las políticas
públicas, la prestación de los servicios públicos esenciales y la gestión de
los recursos (financieros, físicos, técnicos e informáticos), además de mejorar
la gobernabilidad y de reducir la corrupción.
Uno de los temas destacados en el foro fue que la
reforma a la Ley del Servicio Civil es solamente una pieza (clave, eso sí) de
las múltiples acciones requeridas. La reforma legal es, podríamos decir, una
condición necesaria pero no suficiente para reformar el sistema del empleo
público, concebido como un conjunto de normas, estructuras, políticas y
prácticas institucionales que propicien una administración pública profesional
y eficaz. Si bien algunas de las reformas necesarias planteadas en el foro
pueden empezar a aplicarse a nivel administrativo, muchas de ellas deben
blindarse a nivel legislativo, lo que implica -entre otras- modernizar la
actual Ley del Servicio Civil.
La reforma debe enfocarse en ciertos objetivos
esenciales: situar el mérito como norte del sistema; fortalecer y dotar de
independencia a la actual Oficina Nacional del Servicio Civil; profesionalizar
la carrera administrativa; crear un sistema especial para gestionar el recurso humano
a nivel de directores y gerentes públicos; regular el marco de las
negociaciones colectivas con los empleados públicos; privilegiar la eficiencia
sobre la antigüedad; y, sistematizar procesos de evaluación del desempeño de
los trabajadores. La iniciativa del Ministerio de Trabajo y el apoyo de la
comunidad internacional son un buen comienzo. Falta, sin embargo, la pieza más
importante: el compromiso del Congreso de emprender un proceso legislativo de
reforma serio y profesional que este tema amerita.
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