ESTADOS UNIDOS ANUNCIÓ
QUE SE ENFOCARÁ EN ATENDER LAS CAUSAS-RAÍZ DE LA CRISIS
La detección de más de medio millón de migrantes centroamericanos
en la frontera sur de Estados Unidos en el último semestre (incluyendo miles de
niños no acompañados) ha posicionado al Triángulo Norte como una de las
prioridades de la política exterior de ese país. La vicepresidenta Harris ha
declarado que se enfocará en atender las causas raíz que impulsan a los
migrantes a huir de nuestros países. Pocas dudas caben de que esas causas se
deben a la incapacidad histórica de los Estados del Triángulo Norte para
construir naciones estables, prósperas y seguras que brinden oportunidades de
progreso a sus ciudadanos.
La agenda para resolver tal problema puede ser muy
compleja y con resultados que solo se apreciarán a largo plazo. Por ello, se
hace necesario priorizar algunas acciones de gran impacto que puedan empezar a
revertir la crisis actual a corto plazo. A manera de ejemplo -y de reto-
sugiero cuatro medidas atrevidas (sobre las que estuvimos conversando hace
algunos días con un grupo de amigos analistas) que podrían servir a los
gobiernos de la Región, y al estadounidense, para conformar una agenda agresiva
de políticas públicas.
Primero, establecer aduanas especiales, administradas
por los Estados Unidos, en los países del Triángulo norte para controlar el
comercio con aquel país; ese tipo de aduanas sería similar a las que ya existe
en Canadá y podría funcionar aquí en los puertos, aeropuertos y pasos
fronterizos, y servir de proyecto piloto para una eventual reforma del sistema
aduanero centroamericano. Segundo, una actualización y ampliación del RD-CAFTA podría
servir no solo de marco legal-institucional para viabilizar el esquema de
aduanas especiales, sino que, principalmente, podría potenciar el crecimiento
económico de la Región a través de una auténtica área de libre comercio con su
principal socio comercial (y, de paso, la alejaría de la tentación de caer en
el embrujo de la China continental).
Tercero, una iniciativa de infraestructura física
(económica y socialmente estratégica, incluyendo una súper carretera regional),
posiblemente vía joint ventures, con una gobernanza que también sirva de
piloto para reformar el corrupto sistema público; esfuerzo que podría
financiarse con dinero estadounidense inyectado a empresas pre-aprobadas
mediante la referida gobernanza, para obras de alta calidad y libres de
corrupción. Y, cuarto, una reforma focalizada -pero profunda- del marco
institucional para que la Región tenga sistemas judiciales independientes y
eficaces, un servicio civil profesional, un gasto público eficiente y bien
fiscalizado, y democracias genuinamente representativas. Hablamos de una agenda
agresiva que habilite -y obligue- a los gobiernos del Triángulo Norte a empezar
a hacer todo lo que se descuidó en las últimas décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS DE LOS LECTORES: