lunes, 1 de marzo de 2021

La Mejor Política de Reactivación

UN PROGRAMA DE VACUNACIÓN RÁPIDA Y GLOBAL ES EL ESTÍMULO MÁS FUERTE QUE PODEMOS PROPORCIONAR A LA ECONOMÍA

El impacto de la pandemia en el mercado laboral de Guatemala ocasionó el año pasado la pérdida de casi 61 mil puestos de trabajo formal (según la caída registrada de trabajadores afiliados al seguro social) y, presumiblemente, el aumento de unos 200 mil subempleados en el país. Eso entraña un golpe duro para el principal motor de nuestra economía -el consumo de los hogares- que, a pesar del impulso continuo que recibe de las remesas familiares y del apoyo (temporal e insostenible) que provino de las transferencias de emergencia que el gobierno concedió a muchas familias, dificultará la reactivación de la economía nacional.

De manera similar, otro motor clave de la actividad económica -la inversión en capital fijo- sufrió una fuerte caída en 2020. De hecho, de los cuatro motores de la demanda agregada -el consumo de los hogares, el gasto gubernamental, las exportaciones y la inversión- fue este el más afectado por la pandemia. La caída de la inversión, que ya venía manifestando niveles alarmantemente bajos en las últimas décadas, compromete gravemente las posibilidades de expansión de la actividad productiva en el mediano y largo plazos.

Tanto para dinamizar el consumo, como para multiplicar la inversión, resulta fundamental recuperar la confianza de los agentes económicos (recuperar, como diría Keynes, los espíritus animales). Sin embargo, recobrar la confianza resultará muy difícil si el país continúa hundiéndose en un clima de confrontación y de falta de certeza jurídica. Uno de los aspectos que más encapota con nubarrones de incertidumbre el horizonte económico del país es la vacilante evolución de la pandemia y, vinculada con ella, la falta de claridad respecto de la vacunación.

La vacunación, en efecto, debería ser la principal estrategia nacional para recuperar la confianza: es una acción unificadora (en medio de un entorno de confrontación), es inspiradora (en un entorno de pesimismo), es capaz de impulsar tanto el consumo como la inversión, y es una carta políticamente ganadora. Incluso si los líderes políticos y gubernamentales encargados de impulsar tal estrategia fuesen negacionistas o temerosos de la efectividad de las vacunas, no deberían despreciar las innumerables virtudes políticas de una bien diseñada (y mejor comunicada) política nacional de vacunación masiva.

La vacunación es tan crucial que la propia nueva secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, en una carta enviada la semana pasada a los líderes de los países más ricos, los instó a aumentar su apoyo para satisfacer las grandes necesidades insatisfechas de las iniciativas de vacunación para los países en vías de desarrollo, indicándoles que “un programa de vacunación rápida y verdaderamente global es el estímulo más fuerte que podemos proporcionar a la economía global”. En el mismo tono, podemos afirmar que un programa de vacunación, urgente y efectivo, a nivel nacional es la mejor política de reactivación económica de corto plazo que podremos encontrar.

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