lunes, 8 de marzo de 2021

INDUSTRIAS CREATIVAS: UN MOTOR DE LA ECONOMÍA

 

LAS ACTIVIDADES CULTURALES GENERAN MÁS DEL 7 POR CIENTO DEL PIB

Las industrias creativas representan una fuerza económica en la que confluyen talento, propiedad intelectual, conectividad y herencia cultural. Hace algunos años, un estudio del Ministerio de Cultura reveló que las industrias culturales en Guatemala eran un sector que generaba el equivalente al 7.3 por ciento del PIB y que, además, no solo crecía más rápidamente (a 7 por ciento anual) que el resto de sectores económicos, sino también generaba numerosas fuentes de empleo y gozaba de una elevada productividad.

La economía creativa no se circunscribe al mundo tradicional de las artes, sino que incluye toda actividad cuyo valor agregado se base en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanía, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, moda, música, publicidad, software, radio-televisión, juguetes, y -crecientemente- videojuegos. Es altamente probable que muchas de estas actividades creativas hayan aumentado su aporte a la economía en años recientes, tendencia que seguramente se aceleró durante la pandemia: el comercio de servicios creativos ha encontrado en las nuevas formas de intercambio y comunicación un ambiente propicio para prosperar.

Actividades creativas -como los videojuegos- prometen convertirse en un pujante motor de la economía cultural, aunque muchos tradicionalistas se resisten a aceptarlas como manifestaciones artísticas. Pese a esa resistencia, varios videojuegos ya han aparecido en prestigiosas colecciones de museos y han sido definidos como piezas creativas valiosas. Es cuestión de tiempo: no hay que olvidar que el cine también enfrentó una resistencia similar antes de llegar a convertirse en el (hoy aceptado) “séptimo arte”. Hoy, expresiones creativas como los videojuegos conjuntan la narrativa, la música y el arte visual, y las estructuran mediante la tecnología para lograr -utilizando luz, sonido, lenguaje- una creación que es capaz de expresar, transmitir y provocar emociones y experiencias de una manera única. Es decir, son un arte.

Los cambios sociales y culturales que ha traído consigo la pandemia presentan una oportunidad para poner en valor nuevamente el potencial económico y social de las industrias creativas y, en consecuencia, para diseñar e impulsar políticas culturales eficientes que permitan la conservación y el desarrollo de condiciones para la creación y promoción de la creatividad y la cultura. Estas políticas deben incluir el resguardo de los derechos de propiedad intelectual y el acceso masivo a la internet, elementos fundamentales de las nuevas actividades creativas. De lo contrario, el trabajo de muchos creadores y artistas que se están adaptando -contra toda adversidad- a las nuevas realidades sociales y tecnológicas surgidas con la pandemia, quedará sin incentivos para florecer y expandirse en el inmenso campo de las industrias creativas.

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