Existen dos estrategias de distanciamiento social: confinamiento estricto y distanciamiento relajado. Por ahora, prevalece el primero
Alrededor del mundo los gobiernos están tratando de vislumbrar
la mejor manera de “aplanar la curva” de contagios de covid-19 y, una vez
logrado este objetivo, aplicar una estrategia de salida gradual del distanciamiento
social al que han sometido a sus ciudadanos. En ausencia de una vacuna, la
política de salud pública más efectiva para reducir la tasa de contagios es el confinamiento,
que acarrea efectos económicos devastadores.
Existen dos estrategias de distanciamiento social. Una
es la de contención, que busca la inmunización gradual de grupo e implica
aislar solamente a los segmentos de población vulnerables (ancianos y enfermos crónicos)
y dejar que el resto de la población se contagie gradualmente; al principio de
la pandemia varios países (como Brasil, Reino Unido, México, Singapur y Suecia)
ensayaron esta estrategia. La otra es la estrategia de supresión, con medidas
de distanciamiento que implican el confinamiento de las personas; desde el
principio, la mayoría de países (como China -Wuhan-, Italia, España, la
República Checa y Guatemala) lo aplicaron con distintos grados de rigidez. Dada
la elevada tasa de contagios (y muertes) la estrategia de contención ha sido
paulatinamente abandonada por quienes quisieron aplicarla.
Para Guatemala resulta útil sacar lecciones prácticas
de lo que han estado haciendo otros países. En Europa, los dos casos (exitosos,
pero contrapuestos) que más han llamado la atención son los de Suecia -que ha
aplicado medias más relajadas, en línea con una política de contención- y la
República Checa -que se decantó por la política de supresión-. Ambos países
tienen poblaciones similares, pero los resultados en cuanto a contagios y
muertes favorecen claramente a los checos.
En cuanto al desempeño económico, por ahora, el
resultado ha sido más favorable a Suecia (que no confinó a su población), pero esto
será así solo en el cortísimo plazo, pues Chequia está empezando uno de los
procesos de reactivación gradual más prometedores ensayados hasta ahora. Hace
una semana se convirtió en el primer país en levantar varias de sus medidas de
distanciamiento social: autorizó practicar ejercicio al aire libre, se reabrieron
las escuelas primarias, se autorizó la apertura de algunos comercios (construcción,
ferretería y talleres) y se permitieron los viajes esenciales al exterior (aunque
las fronteras de entrada permanecen cerradas). Durante el confinamiento
estricto, los checos fortalecieron la capacidad del sistema de salud
(incluyendo su capacidad de hacer pruebas de contagio) y aprobaron un paquete
de estímulo fiscal equivalente al 18% del PIB (el tercero más grande de Europa)
destinado a mantener los empleos.
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