Para la economía guatemalteca, las consecuencias son ineludibles
Históricamente, el costo humano de cualquier pandemia
siempre ha sido terrible. Su impacto económico en el corto plazo –hasta que la
tasa de contagio retrocede- también ha sido dramático. Sin embargo, como toda
epidemia es finita, sus efectos económicos en el largo plazo no son tan
dramáticos –e incluso alguna vez han sido positivos- debido a la rápida
recuperación que se produce una vez concluye el pico infeccioso y a los cambios
tecnológicos, sociales e institucionales que lo siguen.
La pandemia de covid-19 es la primera cuya evolución seguimos
en tiempo real, y los datos cambian a cada minuto. Las políticas de prevención
y cuarentena, aunque indispensables, ocasionan que se reduzca la inversión y que
los consumidores disminuyan su gasto. Preliminarmente, la OCDE ya redujo su
pronóstico de crecimiento global para 2020 de 2.9%, a 2.4%, y con perspectiva a
la baja. Tanques de pensamiento como McKinsey, Oxford Economics y The Economist
Intelligence Unit han planteado diversos escenarios posibles, que pueden
resumirse en tres.
Un escenario severo, similar al brote de gripe
española de 1918 -con una alta tasa de contagio y expansión de la enfermedad a
lo largo de 2020- ocasionaríauna caída del PIB mundial de un -5%. Un escenario
moderado (el más probable hasta ahora), con un 30% de personas infectadas y una
tasa de mortalidad del 0.3%, no ocasionaría una recesión, pero sí un menor crecimiento
del PIB mundial, que pasaría del 2.4% original, a un rango de entre 1.6 y 2.0%.
Y, un escenario de recuperación rápida (el menos probable) en que los brotes se
contienen, el impacto económico queda restringido al primer semestre de 2020 y
el crecimiento del PIB se afecta solo en un par de puntos básicos.
Lo que es inevitable es que algunos sectores
productivos específicos se vean severamente afectados, entre los que destacan los
de Turismo; Restaurantes y Hoteles; Aviación y Aerolíneas; Industria
Automotriz; Energía y Combustibles; y Bienes de Consumo. También el virus dañará
las cadenas de suministro globales, lo que implicaría daños adicionales a la
economía mundial. Afortunadamente, las autoridades económicas de las
principales economías han reaccionado con medidas muy agresivas de impulso
económico (reducción de tasas de interés, líneas de crédito preferenciales,
alivios fiscales y relajación de reglas laborales) que pueden mitigar la
desaceleración productiva.
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