lunes, 23 de marzo de 2020

Limitar los Daños



Es hacia allí –la confianza y la demanda- a donde deben enfocarse las medidas para limitar los daños económicos. Aunque, por ser una crisis tan sui generis, no existen libros ni estudios que tengan la receta mágica, sí hay precedentes que indican que las políticas antirrecesivas del pasado pueden ser útiles para alentar los espíritus animales -que decía Lord Keynes- y apuntalar la demanda agregada para evitar que la epidemia de coronavirus se convierta en una epidemia de quiebras y despidos. Ese tipo de políticas se está aplicando en todos los países afectados por el covid-19.

La política monetaria debe proveer abundante liquidez al sistema bancario, procurar reducir la tasa de interés y aumentar la oferta monetaria para estimular el crédito y, con él, la inversión y el consumo; pero, por sí misma, es insuficiente (especialmente si se cae en una trampa de liquidez en la que la demanda no reacciona a los estímulos monetarios). Más importante resulta, entonces, una política fiscal que dé alivio a los contribuyentes (cuyos ingresos se reducen durante la crisis) y aumente el gasto; se trata de una economía de guerra, en la que los gastos del gobierno deben reasignarse para combatir simultáneamente a dos enemigos: el coronavirus y el desempleo.

Las medidas económicas anunciadas hasta hoy por el gobierno, van por la ruta correcta, aunque se quedan cortas por la magnitud de la crisis y porque no se focalizan en las piezas de la maquinaria económica que más lo necesitan. Afortunadamente (como el propio gobierno lo dijo) se trata de una primera fase que puede (y debe) complementarse con otra serie de medidas. En lo fiscal, aún hay bastante espacio para actuar con medidas fiscales, tanto del lado de la recaudación como del lado del gasto. Por su parte, la política monetaria redujo su tasa líder a 2.25%, por lo que también hay espacio suficiente para más reducciones y para expandir la oferta de dinero. Además, tal como ocurre en otras latitudes, el seguro social puede convertirse en un estabilizador del empleo y del consumo asegurando temporalmente el ingreso de los trabajadores y aliviando la carga para las empresas en crisis.

Aún quedan, pues, varias armas en el arsenal de la política económica y habrá que aplicarlas por fases, según lo requieran las circunstancias. Lo importante es saber que esta crisis, aunque inevitable, es temporal y que en algunos meses se dará la oportunidad de un rebote. Para llegar de la mejor forma posible a ese rebote, la prioridad de las políticas públicas de hoy debe ser, primero, salvar la vida de los guatemaltecos y, segundo, salvar los medios con que los guatemaltecos se ganan la vida.

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