Las perspectivas
de crecimiento de la economía mundial se han debilitado recientemente, a raíz
de la absurda guerra comercial de los Estados Unidos contra China y otros
países, en medio de una creciente incertidumbre política internacional. El
panorama global es el de una expansión que se debilita: luego del sólido
crecimiento en 2017 y principios de 2018, la producción mundial se desaceleró desde
entonces. Tanto en los países ricos como en los países en desarrollo, las
proyecciones de crecimiento para 2019-2020 se han reducido (tanto por parte del
Fondo Monetario Internacional -FMI-, como de la OECD y la ONU). Además de una
desaceleración prevista en el comercio internacional, los indicadores de
confianza de las empresas se han deteriorado en todo el mundo, lo que ha
plantado nubarrones sobre las perspectivas de inversión y los flujos de capital.
En respuesta al
debilitamiento de la economía, y dadas las bajas presiones inflacionarias, los
principales bancos centrales del mundo han suavizado sus posturas de política
monetaria, pero la efectividad de estas medidas es aún incierta. Cómo afectará
este panorama a la economía guatemalteca es algo que estaremos discutiendo este
viernes en el seminario que sobre la situación económica realiza Consultores
Para el Desarrollo –COPADES-, en donde veremos que ese panorama a la baja en la
economía internacional impedirá que las exportaciones (que son uno de los
motores de la producción nacional) se recuperen como era deseable después de la
caída que registraron el año pasado.
La
desaceleración internacional también afectará otro motor de nuestra economía:
la inversión (construcción, maquinaria y equipo). Sin embargo, este segundo
motor del crecimiento podrá contrarrestar el efecto negativo de los
previsiblemente menores flujos de capital externo con un aumento en la
inversión pública que se está dando este año y, quizá, por un aumento en la
inversión privada que podría darse el año próximo, pero esto último dependerá
crucialmente de cuán efectivo sea el nuevo gobierno para disipar la
incertidumbre política y combatir la debilidad institucional.
Un tercer motor
del crecimiento, el gasto del gobierno, seguramente aumentará este año (lo que
normalmente ocurre cada año electoral) y, probablemente, se mantendrá
relativamente expansivo el año próximo, debido a que los dos candidatos
presidenciales que van a segunda vuelta han anunciado en sus planes de gobierno
que incrementarán el gasto social y en infraestructura. Sin embargo, este motor
de nuestra economía es muy pequeño como para ser determinante en cambiar el
rumbo de la producción nacional.
El cuarto motor
del crecimiento, el consumo de los hogares, es el más importante de todos y,
dado su crecimiento vegetativo, es el que determinará que la economía
guatemalteca continúe creciendo a un modesto ritmo apenas arriba del 3 por
ciento anual. En el corto plazo, el potencial de este motor seguirá dependiendo
en gran medida de las remesas familiares y estas, a su vez, dependerán en parte
de cuán efectivas resulten las medidas anti-migrantes que impulsa el gobierno de
Trump y que ahora parecen ser apoyadas por los propios gobiernos de México y de
Guatemala.
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