martes, 9 de julio de 2019

Perspectivas económicas: nada mejor, no mucho peor

La desaceleración internacional también afectará otro motor de nuestra economía: la inversión.


Las perspectivas de crecimiento de la economía mundial se han debilitado recientemente, a raíz de la absurda guerra comercial de los Estados Unidos contra China y otros países, en medio de una creciente incertidumbre política internacional. El panorama global es el de una expansión que se debilita: luego del sólido crecimiento en 2017 y principios de 2018, la producción mundial se desaceleró desde entonces. Tanto en los países ricos como en los países en desarrollo, las proyecciones de crecimiento para 2019-2020 se han reducido (tanto por parte del Fondo Monetario Internacional -FMI-, como de la OECD y la ONU). Además de una desaceleración prevista en el comercio internacional, los indicadores de confianza de las empresas se han deteriorado en todo el mundo, lo que ha plantado nubarrones sobre las perspectivas de inversión y los flujos de capital.

En respuesta al debilitamiento de la economía, y dadas las bajas presiones inflacionarias, los principales bancos centrales del mundo han suavizado sus posturas de política monetaria, pero la efectividad de estas medidas es aún incierta. Cómo afectará este panorama a la economía guatemalteca es algo que estaremos discutiendo este viernes en el seminario que sobre la situación económica realiza Consultores Para el Desarrollo –COPADES-, en donde veremos que ese panorama a la baja en la economía internacional impedirá que las exportaciones (que son uno de los motores de la producción nacional) se recuperen como era deseable después de la caída que registraron el año pasado.

La desaceleración internacional también afectará otro motor de nuestra economía: la inversión (construcción, maquinaria y equipo). Sin embargo, este segundo motor del crecimiento podrá contrarrestar el efecto negativo de los previsiblemente menores flujos de capital externo con un aumento en la inversión pública que se está dando este año y, quizá, por un aumento en la inversión privada que podría darse el año próximo, pero esto último dependerá crucialmente de cuán efectivo sea el nuevo gobierno para disipar la incertidumbre política y combatir la debilidad institucional.

Un tercer motor del crecimiento, el gasto del gobierno, seguramente aumentará este año (lo que normalmente ocurre cada año electoral) y, probablemente, se mantendrá relativamente expansivo el año próximo, debido a que los dos candidatos presidenciales que van a segunda vuelta han anunciado en sus planes de gobierno que incrementarán el gasto social y en infraestructura. Sin embargo, este motor de nuestra economía es muy pequeño como para ser determinante en cambiar el rumbo de la producción nacional.

El cuarto motor del crecimiento, el consumo de los hogares, es el más importante de todos y, dado su crecimiento vegetativo, es el que determinará que la economía guatemalteca continúe creciendo a un modesto ritmo apenas arriba del 3 por ciento anual. En el corto plazo, el potencial de este motor seguirá dependiendo en gran medida de las remesas familiares y estas, a su vez, dependerán en parte de cuán efectivas resulten las medidas anti-migrantes que impulsa el gobierno de Trump y que ahora parecen ser apoyadas por los propios gobiernos de México y de Guatemala.

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