La economía mundial se está desacelerando... y hay otros nubarrones en el horizonte. La política macroeconómica nacional debe plantearse acciones para responder a los desafíos que se vienen
Las perspectivas de la economía mundial son menos
dinámicas de lo previsto. Según el Fondo Monetario Internacional, el
crecimiento mundial en 2019 será menor (3.5% anual) al ya desacelerado ritmo
del año pasado y menor también a las proyecciones que se tenían hace unos meses.
Este pronóstico menos optimista refleja los efectos negativos de las disputas
comerciales entre los Estados Unidos y China, así como a la previsiblemente accidentada
salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit), que se viene a sumar a la
desaceleración que vienen registrando economías como la alemana y la italiana, donde
se registra un debilitamiento en la demanda interna y en los niveles de confianza.
El efecto negativo de este entorno se traslada a los
mercados emergentes a través de un menor ritmo del comercio mundial. La
incertidumbre de la política comercial -y las preocupaciones sobre las
represalias comerciales- afectan la inversión empresarial y merman la
productividad y la confianza de los mercados financieros. Otros factores que
agregan un riesgo a la baja en las perspectivas de inversión y crecimiento
globales incluyen la incertidumbre que generan los cambios políticos previstos
en varios países, así como las tensiones bipartidistas que afectan el
funcionamiento del gobierno federal estadounidense, amén de los recurrentes conflictos
geopolíticos en el Oriente Medio y Asia Oriental.
En este panorama sombrío, la buena noticia para
Guatemala es que la economía de los Estados Unidos --nuestro principal socio
comercial y generador de remesas familiares- mantendrá su ritmo de crecimiento
en un 2.5% anual en 2019, por encima de su tasa de crecimiento potencial,
apoyado en el crecimiento de la demanda interna, lo que favorecería nuestras
exportaciones hacia ese país. Además, recientemente la Reserva Federal (banco
central estadounidense) ha detenido -al menos temporalmente- su proceso de
restricción monetaria, al tiempo que los niveles de confianza del consumidor y
las tasas de desempleo confirman las expectativas positivas. Sin embargo, lo
anterior, aunado a las bajas tasas de interés que prevalecen en Europa,
contribuirá a que el dólar estadounidense continúe apreciándose, lo cual nos
deja con menor competitividad en mercados distintos al estadounidense
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