Los desafíos del entrono para la economía guatemalteca son muchos y muy complejos. Lo interesante es que, para el corto plazo, existen espacios para tomar medidas que aceleren el crecimiento económico en 2019
Un equipo técnico del Fondo Monetario Internacional
-FMI- visitó hace pocos días nuestro país para evaluar el despeño de la
economía. Este año, el personal del FMI encontró que, pese a la solidez del
marco macroeconómico de Guatemala (merced a sus políticas fiscal y monetaria ortodoxas),
el crecimiento de la producción en 2018 apenas registrará una tasa anual de 3
por ciento debido a la pérdida de dinamismo sufrida por algunos importantes
rubros de exportación, a la escasísima inversión en infraestructura y al
desplome de la actividad minera. Y la cosa a penas si mejorará en un 2019
sujeto a las tensiones del sistema político y a los desafíos del entorno
económico mundial.
La declaración oficial de los técnicos del FMI destaca
la presencia de riesgos importantes para la economía nacional, tanto en el
frente internacional como a nivel doméstico. En el frente externo, la escalada
de la guerra comercial iniciada por los Estados Unidos contra sus principales
proveedores (particularmente China) pueden afectar el comercio mundial y, con
él, nuestro desempeño exportador; y, simultáneamente, las políticas
antimigratorias del gobierno estadounidense pueden mermar los flujos de remesas
familiares sobre los que descansa gran parte del consumo de los hogares guatemaltecos.
Por su parte, en el frente doméstico destacan los riesgos de un año electoral
que se anuncia políticamente fragmentado y lleno de incertidumbres.
En ese escenario, el principal desafío a mediano plazo
para Guatemala continúa siendo el de colocar al desarrollo económico y a la
reducción de la pobreza como las prioridades de la política pública, a través
de acelerar el crecimiento de la producción, aumentar la productividad
sistémica y mejorar la cohesión social. Para ello, el FMI vuelve a insistir en
la necesidad de reformar las instituciones del Estado y mejorar el enfoque,
cantidad y calidad de los servicios públicos de salud, educación e
infraestructura vial y sanitaria, lo cual pasa por una reforma fiscal integral
que logre mejorar la ejecución y provisión de tales servicios públicos
esenciales. Pero eso -el propio FMI lo reconoce- será para el mediano plazo.
Lo interesante es que para el corto plazo el equipo
técnico del Fondo reconoce que existe espacio para tomar medidas que aceleren
el crecimiento económico en 2019. Por el lado fiscal, la expansión del gasto
(incluyendo infraestructura) prevista en el presupuesto del Estado recientemente
aprobado es visto como una oportunidad para la recuperación económica (lo que
convierte a Guatemala en un caso excepcional pues el FMI suele, al contrario,
recetar austeridad a los gobiernos).
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