La mejor -si es que no la única- manera de aumentar el
bienestar y reducir la pobreza es mediante el crecimiento económico sostenido e
incluyente. Pero este tipo de crecimiento se ve obstaculizado en nuestro país
por la insuficiente e inadecuada provisión de bienes públicos básicos, que son
esenciales para mejorar la productividad de la economía (pues sin un aumento de
la productividad es imposible acelerar la producción de bienes y servicios).
Cualquier proceso de producción requiere insumos; una
gran parte de tales insumos los proporciona el mercado en el ámbito privado,
pero otros deben ser provistos por el Estado. Por ejemplo, una industria
farmacéutica o una alimenticia (como las plantas que en los años setenta del
siglo pasado se instalaron en Guatemala, pero que se trasladaron en años
recientes a plazas más atractivas como Panamá o Costa Rica) es más viable y
valiosa si cuenta con insumos públicos tales como una infraestructura de
comunicaciones, una agencia reguladora confiable (no corrupta) para el control
de calidad, o un buen sistema de seguro social.
Cualquier otro ejemplo que a uno se le ocurra para que
un emprendimiento privado sea exitoso y competitivo, requiere de que el
ambiente económico, político y social sea propicio para hacer negocios, lo cual
implica la presencia de bienes públicos esenciales: seguridad, impartición de
justicia, carreteras, capital humano educado y saludable (física y psicológicamente),
paz social, etcétera. Insumos como estos están dados por un Estado funcional,
con un marco legal estable y con instituciones fuertes y eficientes.
Por desgracia, el Estado guatemalteco ha sufrido tal
deterioro institucional en los últimos lustros (en gran parte por culpa de la
omnipresente corrupción generada por el voraz sistema político patrimonialista)
que cada vez es menos capaz de proveer los bienes públicos esenciales para que
el aparato productivo funcione. La ingente necesidad de fortalecer las
instituciones del Estado es una conclusión en la que coinciden diversas y
calificadas opiniones que bien vale la pena escuchar.
Esa conclusión la sostienen los empresarios
encuestados para la elaboración del índice Doing
Buisiness, quienes mayoritariamente achacan la dificultad para hacer
negocios en el país a factores eminentemente institucionales, tales como la
inseguridad, la corrupción, la ineficiencia gubernamental y la falta de
infraestructura. También la sostiene la misión técnica del Fondo Monetario
Internacional que recientemente evaluó el país y que identificó una serie de
desafíos en materia de reforma institucional, necesarios para mejorar el
desempeño económico. Y también la sostienen los reportes de las calificadoras
de riesgo-país, que afirman que para mejorar su calificación, Guatemala debe fortalecer
sus instituciones y mejorar sustancialmente la manera en que el gobierno
utiliza sus escasos recursos financieros.
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