El ambiente internacional en 2018, en cuanto a lo
económico, luce favorable: la economía de los Estados Unidos–nuestro principal
socio comercial- apunta a una consolidación de sus niveles de crecimiento y de
empleo, fuente principal de las remesas familiares que sustentan el consumo de
los hogares guatemaltecos, principal motor de nuestra economía. En contraste,
en el ámbito político las cosas no pintan tan positivas, en la medida en que,
por un lado, el establishment político guatemalteco no se acople a las
exigencias estadounidenses en materia de lucha contra la corrupción y, por
otro, las políticas proteccionistas y anti-migración de Donald Trump afecten
los flujos comerciales y financieros entre ambos países.
El desempeño económico y político de Guatemala está
inextricablemente vinculado al de los Estados Unidos, por lo que conviene
cobrar conciencia de lo que el país necesita hacer para aprovechar de mejor
manera el periodo de bonanza económica del gran vecino del Norte, y para
minimizar los efectos de un eventual empeoramiento de las relaciones políticas
con esa nación.
Ciertamente, ningún país democrático aliado de los
Estados Unidos merece que el presidente de ese país lo llame “país pocilga” –según
pueden traducirse las desafortunadas expresiones de la semana pasada de Trump,
que ofendieron directamente a El Salvador y Haití pero también, indirectamente,
a países exportadores de migrantes como Guatemala y México-. Pero, denunciada la ofensa, debemos reconocer
que muchos de los riesgos y falencias de nuestra relación con el gran vecino
del Norte son atribuibles a nuestra propia culpa.
Para empezar, no nos haría ningún daño dar señales más
firmes de un compromiso del país con el combate a la corrupción y al tráfico de
drogas, así como con la reducción de la migración ilegal, todas estas
prioridades de la agenda exterior estadounidense. Por otro lado, deberíamos
esforzarnos en preservar lo bueno que tenemos, por mucho que lo malo sea más
abundante y conspicuo. Así, la estabilidad macroeconómica, los bajos déficits
fiscal y de balanza de pagos, la continua reducción de los indicadores de
homicidios o la resiliencia del sistema financiero nacional son factores que
deben mantenerse y resguardarse.
Por encima de eso, el problema central de Guatemala
–que hemos evadido por demasiado tiempo- es la creciente debilidad
institucional del Estado, que se manifiesta en una muy precaria gobernanza y en
una creciente falta de certeza jurídica. Estas carencias se manifiestan en unas
entidades gubernamentales extremadamente débiles y disfuncionales que derivan
en taras tan patéticamente tercermundistas como la falta de pasaportes, la
inexistencia de un sistema nacional de correos, la ignorancia de cuántos empleados
públicos existen, la inoperancia del sistema de compras del Estado, el
deterioro de la red vial, o la falta de pupitres (y de maestros) en las
escuelas.
Estimado Mario, siempre me agrada mucho leer sus articulos, los cuales son bastante interesante y basados en sus conocimientos Macro y micro economicos. En esta oportuniad deseo hacer referencia al comentario irrespetoso del Presidente de EEUU, mi profesion ha sido el turismo, he tenido la oportunidad de viajara muchos paises, donde he apreciado que cada pais tiene sus bellezas, gente agradable y ricas culturas, muchos paises tiene culturas milenarias, como Guatemala, en Turismo siempre tenemos la consigna de respetar cada pais que visitamos asi tambien com su cultura, por lo que el calificativo de Sr. trumpo demuestra una gran ignorancia, ellos seran un pais muy moderno y de grandes riquezas, pero cultura milenarias carecen, en el aspecto de que son un pais que apenas tiene 250 años de existencia.
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