lunes, 27 de noviembre de 2017

Incertidumbre

Si no se aprueba el Presupuesto del Estado para 2018 se agravará la percepción de riesgo-país y habrá mayor incertidumbre en la actividad económica. Pero antes de aprobarlo, el Pleno del Congreso debe hacerle correcciones importantes que eviten el despilfarro y la opacidad. Lo malo es que casi ya no hay tiempo para hacerlo.

El Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado es una herramienta fundamental para guiar la gestión anual de los tres poderes del Estado y es el marco de referencia para establecer las prioridades de las políticas públicas del gobierno, así como para evaluar la eficiencia y la transparencia en el uso de los recursos fiscales. La existencia de un presupuesto gubernamental, aprobado conforme a ley por el Congreso de la República, es fundamental no solo para dar certeza a los agentes económicos sobre el accionar gubernamental, sino para contribuir a la gobernabilidad del país.

Desafortunadamente hay un elevado riesgo de que el Congreso no logre aprobar el presupuesto para 2018. La semana anterior, la bancada oficial fracasó en su intento de conseguir los votos necesarios para tal efecto y no logró que la instancia de Jefes de Bloque acordara levantar sesión permanente que mantiene ocupado al Pleno para que entre a conocer en primera lectura el dictamen aprobado por la Comisión de Finanzas Públicas. Así, los tiempos establecidos en Ley para la aprobación del presupuesto por la vía de tres lecturas están agotados; ahora solo podrá lograrse una aprobación de urgencia nacional, para lo cual se requieren 105 votos.

Si el Congreso no logra lo anterior, el Gobierno deberá trabajar el año próximo con el mismo presupuesto de 2017, lo cual producirá múltiples consecuencias negativas: se perderá certeza jurídica respecto de las actuaciones del gobierno y sus interacciones con la actividad productiva, lo cual mermará la ya desacelerada actividad económica; se generarán transferencias que inevitablemente el gobierno deberá multiplicar para hacer operativo un presupuesto diseñado para una realidad distinta a la de 2018, lo cual incrementará la opacidad y la confusión en la ejecución del gasto público; se producirá una merma adicional en la eficiencia del gasto público y en la presencia del Estado en todo el territorio nacional, lo cual incidirá en un deterioro de la gobernabilidad y afectará la calificación de riesgo del país.

Cabe indicar que el dictamen emitido por la Comisión de Finanzas Públicas introdujo algunas mejoras respecto de la iniciativa de ley presentada por el Ejecutivo: redujo en un moto importante (más de Q3.3 millardos) el excesivo techo del gasto público propuesto originalmente, a la vez que se preservaron varias normas positivas de control del gasto público, se rescataron otras normas que estuvieron vigentes en 2017 y que se habían obviado en la propuesta del Ejecutivo, y se eliminó la disposición que pretendía aprobar que el PNUD se encargara de la ejecución de la obra a cargo del Ministerio de Comunicaciones.

No obstante dichas mejoras, el dictamen aún conserva varias disposiciones muy negativas que es menester corregir. Por ejemplo, todavía el déficit fiscal implícito en el presupuesto superaría el límite razonable del 2% del PIB; se mantiene la posibilidad de que el Ministerio de Finanzas Públicas pueda trasladar recursos presupuestados en el grupo de gasto 0 (servicios personales) para cualquier otro grupo que éste considere conveniente; y, persisten normas que permiten que los recursos financieros provenientes de deuda pública puedan usarse para financiar gasto corriente, lo cual es una aberración económica y viola el contenido de la Ley Orgánica del Presupuesto.

El desafío ahora es que el oficialismo acepte que deben hacerse las correcciones que el presupuesto aún necesita y que, al mismo tiempo, la oposición comprenda que oponerse a aprobar el presupuesto con el único fin de perjudicar la gestión del gobierno el próximo año es una estrategia que no daña solamente el gobierno, sino que perjudica el bienestar de todos los guatemaltecos. Ojalá prevalezca la sensatez.

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