Guatemala está muy cerca, a un país de por medio, de
la potencia militar y económica más grande del mundo. Excepto en 1954,
Guatemala nunca había estado entre las prioridades principales de la política
exterior de los Estados Unidos (ni siquiera durante nuestra cruenta guerra
civil). Pero ahora, con su seguridad nacional amenazada por el terrorismo
internacional, el gobierno estadounidense ve en la combinación tóxica de
narcotráfico, flujo masivo de migrantes menores de edad y ausencia de Estado en
muchas regiones de nuestro territorio una grave amenaza que nos ubica, desde
hace un par de años - junto con El Salvador y Honduras-, entre las prioridades
más significativas de su agenda exterior
En ese contexto, resultan muy relevantes las
prioridades que el nominado embajador estadounidense para Guatemala, Luis
Arreaga, esbozó durante su audiencia ante el comité senatorial de Relaciones
Exteriores de su país. La declaración del embajador, que enfatizó el hecho de
que las fuertes relaciones entre nuestros países se basan en la existencia de
intereses comunes, revelan con claridad la orientación de la política de la
nación más poderosa del planeta respecto de Guatemala.
Ante la realidad geopolítica en la que se enmarcan
esas declaraciones, los guatemaltecos tenemos dos caminos; o nos resistimos
(con la excusa de defender la soberanía nacional) a tomar en cuenta seriamente
las preocupaciones del gobierno estadounidense (lo cual equivaldría a aislarnos de la comunidad internacional), o
encontramos la manera de combinar los intereses comunes de ambos países para
impulsar una agenda de políticas y reformas que (diseñada, con dignidad, por
nosotros mismos, pero respaldada por la comunidad internacional) pueda ser
viable para propiciar el desarrollo nacional.
Los tres objetivos básicos de la política
estadounidense hacia Guatemala, según la declaración de Arreaga, pasan, en
primer lugar, por promover la seguridad ciudadana y, complementariamente, por
promover el buen gobierno (gobernanza) y la prosperidad económica en nuestro
país,
Para fortalecer la seguridad nacional, la visión de
Estados Unidos enfatiza el combate al narcotráfico y al crimen organizado
(incluyendo las pandillas), la cooperación bilateral en inteligencia
estratégica, y el control de las fronteras. Complementariamente, los
estadounidenses ven el área de fortalecimiento de la gobernanza como una búsqueda
del imperio de la ley, de la
transparencia y rendición de cuentas, y del combate a la corrupción.
Para Guatemala, los intereses estadounidenses en estas
dos áreas son absolutamente compatibles con nuestro interés de lograr un
conjunto de reformas institucionales fundamentales para que exista certeza
jurídica y prevalezca el Estado de Derecho, que incluyen reformas al sistema de
justicia, al sistema electoral, al
servicio civil, a las compras y contrataciones del estado, y a la
Contraloría de Cuentas. Ya existen propuestas avanzadas para todas estas
reformas, pero ha faltado visión y voluntad de los líderes políticos para
impulsarlas.
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