Un muy reciente documento de Standard & Poor's explica claramente por qué el desempeño económico de Guatemala obtiene siempre malas calificaciones: los problemas centrales están en la debilidad de las instituciones políticas y gubernamentales, así como del capital humano. Y para solucionarlos no existen atajos ni soluciones mágicas.
En la casi totalidad de los múltiples índices que
evalúan el desempeño económico y social (desde el Índice de Desarrollo Humano
hasta el recientemente publicado Índice de Competitividad Global, pasando por
las calificaciones de riesgo soberano), las calificaciones de Guatemala son muy
bajas en relación con otros países comparables. Las razones de ello son
múltiples, pero un estudio publicado hace pocos días por la calificadora
Standard & Poor’s (¿Por qué tienen
calificaciones bajas los países de Centroamérica?, por Joydeep Mukherji) proporciona
algunas explicaciones al respecto.
Ese estudio señala que los países centroamericanos no
han logrado construir economías modernas basadas en sólidos pilares políticos,
sociales e institucionales debido, fundamentalmente, a problemas internos asociados
a un marco institucional débil, a la corrupción generalizada, a los inadecuados
servicios públicos, a la poca coordinación entre el sector público y el privado,
y a la falta de proyectos de largo plazo. La falla medular está en la debilidad
de las instituciones políticas y gubernamentales.
La mala calificación de los países de la Región es un
reflejo, en gran medida, de “las aún débiles instituciones públicas, pesos y
contrapesos no efectivos, corrupción, y servicios públicos inadecuados. La
débil capacidad dentro del sector público para diseñar e implementar proyectos
es un obstáculo para el crecimiento económico. Un cambio en el gobierno por lo
general ha significado un cambio en los puestos clave en el servicio civil y en
las compañías del sector público, lo que genera retrasos y trabajo de mala
calidad”.
Para el caso particular de Guatemala, el citado
estudio reconoce que existen importantes fortalezas en el campo macroeconómico,
incluso con mejores indicadores que los otros países de la Región, los cuales
se manifiestan en un déficit externo muy pequeño, un déficit fiscal
sostenidamente bajo, una política monetaria autónoma y estable, y un nivel de
deuda pública bajo y manejable.
Sin embargo, también señala una serie de aspectos
negativos que determinan la baja calificación del riesgo soberano guatemalteco.
Entre ellas destacan: la debilidad del sector público (con sus limitados recursos
y capacidad de ejecución) que impiden la formulación de políticas de largo
plazo; la ausencia de partidos políticos fuertes, con una clase política
fragmentada y estructurada en torno a cacicazgos, lo que dificulta la
aprobación de reformas clave que podrían acelerar el crecimiento económico; y,
la insuficiente recaudación tributaria (reflejo tanto de la corrupción
existente como de la perenne oposición política ante las reformas fiscales), lo
cual impide aumentar el gasto público en servicios básicos o infraestructura
necesarios para generar gobernabilidad y crecimiento económico.
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