En el corto plazo: reformar integralmente la SAT y profundizar el combate a la corrupción. En el largo plazo: reforma tributaria, focalización del gasto público y fortalecimiento institucional
El mes pasado visitó el país una misión del Fondo
Monetario Internacional –FMI- para la revisión periódica de la economía
nacional. Su análisis se enfocó en las políticas que se necesitan para
preservar la estabilidad macroeconómica y, simultáneamente, lograr reformas
institucionales y apoyar un crecimiento económico más rápido e incluyente. Como
es habitual, la misión dejó una serie de apreciaciones y recomendaciones,
algunas bastante explícitas, mientras que otras hay que deducirlas o
interpretarlas.
La Opinión del FMI sobre la evolución económica de
Guatemala en el último año es, en general, positiva. Pese a la crisis política
de 2015, el crecimiento de la producción se mantuvo robusto, la inflación y el
déficit fiscal estuvieron bajo control; y, aunque la balanza de pagos con el
exterior mejoró sustancialmente, el Fondo reconoce que existe un problema de
competitividad que, contrario a lo que sostienen algunos analistas locales, no
se debe a un tema cambiario o de precios, sino que obedece a ciertas
debilidades estructurales: escaso capital humano y físico, así como elevada
criminalidad y corrupción.
Por ello, a pesar del desempeño positivo y de unas
perspectivas favorables, el resultado en materia de bienestar social ha sido
insatisfactorio, aspecto que el FMI atribuye no solo al insuficiente ritmo de
crecimiento económico, sino que, particularmente, al bajo nivel de ingresos
fiscales y a la ausencia de una estrategia integral y priorizada para enfrentar
los desafíos sociales.
En el corto plazo, el FMI recomienda preservar la
estabilidad macroeconómica y preparase para enfrentar choques externos que
podrían afectarnos, al tiempo de apurar las medidas estructurales, incluyendo
aquellas orientadas a mejorar la seguridad, impulsar el capital físico y
humano, así como reducir la desnutrición, la pobreza y la desigualdad. Ello
requiere de mejorar la cantidad y la calidad de los recursos financieros del
Estado. Resulta interesante que el FMI acepte que, debido a que un aumento en
la recaudación de impuestos tomará cierto tiempo, en el corto plazo sería
tolerable un aumento moderado del en déficit fiscal para movilizar el gasto
hacia esos aspectos estructurales.
Aunque no lo dice explícitamente, el Fondo vería
aceptable un aumento leve del déficit fiscal en los próximos años hasta niveles
equivalentes a un 2% del PIB, que es la cifra que diversos estudios del propio
FMI han identificado como un nivel manejable del desequilibrio fiscal. Pero, al
mismo tiempo, el Fondo recomienda emprender una reforma profunda de la SAT
(para mejorar la recaudación en el corto plazo) y un combate frontal a la
corrupción (para mejorar la eficiencia del gasto público).
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