lunes, 27 de junio de 2016

El Imperativo del Crecimiento

Ninguna política redistributiva o de combate a la pobreza es sostenible si no se acompaña de un crecimiento económico robusto. Urge rescatar el enfoque de las políticas públicas para este fin

En tiempos recientes, el impulso del crecimiento económico como una prioridad de las políticas públicas parece haber caído en descrédito. Algunos académicos y ciertos organismos internacionales han intentado mover el centro de atención hacia otros temas arguyendo, por ejemplo, que la desigualdad debe reducirse para viabilizar la sostenibilidad social, que el crecimiento del PIB es una medida incompleta y errada del bienestar, o que el verdadero desarrollo humano tiene más dimensiones que la simple producción de bienes materiales.

Todo eso es cierto, pero no debe desviarnos de una realidad evidente: el principal problema económico y social de Guatemala es la excesiva pobreza, y ésta no puede reducirse sin crecimiento económico. El combate a la pobreza es insostenible, incluso efímero, si no está sustentado en un sólido crecimiento de la producción de bienes y servicios. El reciente reporte del PNUD sobre la pobreza en Latinoamérica lo dice con claridad: en ausencia de un crecimiento económico robusto, las políticas que ayudaron a reducir la pobreza y la desigualdad (como las transferencias condicionadas de efectivo) pueden ser insuficientes para evitar que las familias beneficiadas caigan de nuevo en la pobreza.

Por desgracia, el crecimiento potencial del PIB guatemalteco es, según diversos estudios, de entre 3.5% y 4% anual, insuficiente para reducir significativamente los niveles de pobreza en una población que continúa aumentando a un ritmo superior al promedio mundial. El principal obstáculo que impide que el crecimiento se acelere ha sido siempre la baja productividad del aparato económico nacional. La pobreza es, a fin de cuentas, una medalla de dos caras: la cara vista son los bajos niveles de ingreso y bienestar material de la mayoría de la población; la cara oculta es la baja eficiencia (productividad) del factor trabajo y del factor capital en nuestra economía.

Lo peor de todo es que, en el corto plazo, no se avizoran mejoras en el desempeño económico del país. Por un lado, la economía internacional (que determina el dinamismo de nuestro sector exportador), aunque no está en crisis, tampoco mostrará una bonanza significativa en los próximos meses. Por otro lado, aunque las acciones del Ministerio Público y CICIG -reportadas muy favorablemente en medios como The Economist o The New York Times- tendrán a mediano plazo un impacto positivo en la atracción de inversión y en la mejora del sistema de justicia, en el corto plazo pueden estar ocasionando parálisis en los inversionistas locales. Y por si ello fuera poco, el portafolio de grandes inversiones (especialmente en sectores como los de electricidad o minería) parecen haberse agotado.

Lo que corresponde, entonces, es trabajar en mejorar el potencial de crecimiento en el mediano plazo. Ello requiere de perseverancia y de afrontar decisiones complejas como, por ejemplo, la necesidad de aumentar los niveles de ahorro para poder invertir (ello implica aumentar el ahorro privado y el público lo cual significa, inevitablemente, más impuestos). Requiere también de profundizar la lucha contra la corrupción y avanzar significativamente en mejorar la focalización y eficiencia del gasto público. Y, sobre todo, requiere de mejorar la productividad integral de nuestra economía, lo cual implica mejorar la infraestructura, los niveles educativos, la calidad y eficacia de las instituciones públicas (empezando por el sistema de justicia) y todo cuanto contribuya a optimar el clima para hacer negocios, emprender iniciativas y generar empleos en el país.

1 comentario:

  1. El principal problema económico y social de Guatemala no es la excesiva pobreza, sino el saqueo y la desigual distribución de la riqueza, las políticas de congelamiento de los salarios nominales; y, una política de empleo en condiciones de miseria y explotación, eso sin contar la corrupción sistémica (al estilo de Marx y no del Consenso de Washington) que siguen sumiendo en la pobreza, extrema pobreza e indigencia a grandes segmentos de la población guatemalteca.

    El crecimiento potencial del PIB guatemalteco sigue siendo insatisfactorio no por su dinámica de crecimiento sino por que se siguen haciendo estimaciones hacia la baja, tal y como sucedió con el SCN93 que mágicamente redujo en alrededor del 15% el tamaño del PIB, lo cual es totalmente contradictorio con el nivel de operaciones lícitas e ilícitas que se realizan en la economía guatemalteca. Como le dijo Jorge González del Valle a Lico: Redimensionen las variables económico financieras; y el genial Lico
    lo hizo pero a la baja, para ocultar la exígua carga tributaria del país.

    El caso de la productividad y la eficiencia también se dan en un marco de corrupción y de permisibilidad a la expoliación de los recursos naturales renovables y no renovables, particularmente los mineros, en la que la Junta Monetaria y el Banco de Guatemala no plantearon absolutamente ninguna propuesta para blindar la moneda nacional y hacerse de la más valiosa de las reservas monetaria internacionales de la cual son instituciones rectoras (Bajo el argumento del temor a la enfermedad holandesa, pero ocultando los aviesos propósitos de continuar privilegiando a los sectores de poder hegemónico del país. Ese es el modelo expoliador agotado, no la posibilidad de encontrar soluciones viables y de beneficio para la sociedad y medio ambiente guatemaltecos en su conjunto y no únicamente para los accionistas de las mineras y los funcionarios y autoridades que avalaron tales aberrantes contratos lesivos a los intereses nacionales. Aquí los argumentos de que hay que dejar que el pastel crezca para luego distribuirlo es la misma argumentación troglodita de hace más de 30 años. Ahí si los dinosauros continúan ahí.

    Por otro lado, si suponemos que el 20% del presupuesto fue saqueado durante los últimos 61 años; el monto del megasaqueo a precios de hoy podría andar en alrededor de Q.209.0 millardos. ¿Suficiente para un milagro económico?

    Lo que corresponde es repensar el país desde perspectivas descentralizadas, autonómicas, democrático - participativas y que corrijan el rumbo erróneo y de privilegio a las élites dominantes del país.

    Abrazos, apreciable amigo!!!

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COMENTARIOS DE LOS LECTORES:

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