miércoles, 9 de marzo de 2016

Centroamérica: Desencanto con la Política

Los centroamericanos están desencantados de la política, y se manifiestan muy pesimistas respecto del rumbo y el futuro de nuestros países.  Los líderes sociales tienen ante sí un desafío enorme.

Los países del Istmo son diversos y, a la vez, similares. Todos con importantes diferencias en su desempeño económico y social, pero también con una historia común y una evolución que se refleja en el similar sentir de sus ciudadanos. Así lo muestran diversas encuestas de opinión pública (como las que periódicamente realiza la compañía CID-Gallup en los seis países de la Región), que arrojan resultados ilustrativos del estado de ánimo y de las perspectivas de los centroamericanos respecto de sus gobiernos y del rumbo de sus países.

En Panamá –con todo y su buen desempeño económico en los últimos años- la ciudadanía expresa malestar por la corrupción gubernamental (caso Martinelli), el desempleo, el alto costo de la vida y (sorprendentemente) la inseguridad.  En Costa Rica la encuesta revela preocupaciones ciudadanas centradas en el desempleo, el mal gobierno, la deficiente infraestructura y la creciente inseguridad.

En Guatemala las preocupaciones se centraron sobre el desempleo, la delincuencia, el costo de vida y, crecientemente, la enorme corrupción (caso Pérez-Baldetti). En El Salvador, de manera similar, la encuesta identifica a la violencia, el desempleo y el alto costo de la vida como sus problemas centrales. En Honduras fueron la violencia, el costo de vida y la corrupción los problemas más sentidos; mientras que en Nicaragua lo fueron el desempleo, el tráfico de drogas y el alto costo de la vida (Nicaragua fue el único país donde la corrupción no fue identificada como un problema del país).

Pero lo que más llama la atención es que, sin excepción, todos los países de la Región mostraron a una ciudadanía explícitamente desencantada de la política, hastiada de la ineficiencia gubernamental, y extremadamente pesimista respecto del rumbo que llevan nuestros países. Resulta evidente que los sistemas y el liderazgo político en Centroamérica le han fallado a la población.

La solución pasa por reformar profundamente los sistemas políticos y por fortalecer las instituciones que procuran el imperio de la ley. Los ejemplos están ya a la vista: el Ministerio Público en Guatemala, la Sala Constitucional en El Salvador, o las cortes de justicia en Panamá. Quizá un enfoque regional, que incluyera una estrecha colaboración en materia de diagnósticos y procedimientos, así como un permanente intercambio de experiencias y de información entre estas entidades podría darles un empuje adicional en sus esfuerzos por construir unas repúblicas funcionales.

Pero para que tal esfuerzo dé resultados, es esencial que los líderes de cada país dejen de ahogarse en el pequeño vaso de agua de sus problemas y levanten la mirada a la Región, agobiada por una colección de problemas comunes cuyas soluciones, con un poco de imaginación y voluntad, pueden ser también comunes.

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