Sabemos dos cosas. La primera es que el quetzal se va a depreciar (devaluar) en algún momento, porque el país tiene un déficit externo estructural y porque las tasas de interés en el exterior van a aumentar La segunda es que ese momento no va a ocurrir en el corto plazo.
Las fluctuaciones del tipo de cambio (quetzales por
dólar) suelen ser un tema favorito de las secciones económicas en la noticias y
son siempre un tema de discusión, y hasta de polémica, en función de los
intereses de los distintos grupos (importadores, exportadores, consumidores,
tecnócratas o políticos) involucrados.
Recientemente se levantó la idea de que el gobierno
debería propiciar una depreciación de la moneda como una manera fomentar la
actividad exportadora, largamente afectada por la caída de los precios en los
mercados internacionales. Después de todo, países como México, Perú o Colombia,
con sistemas cambiarios similares al nuestro, han registrado en meses recientes
depreciaciones fuertes y aceleradas en sus monedas.
Pero resulta que los factores que han generado esas
depreciaciones no están ni cerca de ocurrir en Guatemala. No hay que olvidar
que el tipo de cambio es simplemente el precio de una moneda con relación a
otra y, como cualquier precio, está determinado por la oferta y la demanda: a
mayor abundancia de dólares, menor será el precio (tipo de cambio) de la moneda
nacional, y viceversa. Mientras que en los países mencionados ha habido una
escasez de dólares en los últimos años, en nuestro país ha habido una gran abundancia.
Tal abundancia de dólares en Guatemala se da por
diversos factores. Si bien el precio medio de las exportaciones tuvo una caída,
el de las importaciones se ha reducido aún más, lo cual provocó en que la
balanza comercial del país se redujera el año pasado en más de US$500 millones,
lo que implica una menor demanda de divisas para pagar al exterior. A esto se
suma un extraordinario flujo de remesas familiares que en 2015 superó los US$6
mil millones. Además continuaron ingresando al país capitales financieros en
forma de préstamos (al gobierno y al sector privado) y de inversión directa.
Esa plétora de divisas provocó que el Banco de
Guatemala, para evitar una apreciación desordenada del quetzal, comprara a los
bancos más de US$375 millones el año anterior, incrementando así sus Reservas
Monetarias Internacionales hasta alcanzar casi US$8 millardos, cantidad que
hace que los agentes económicos sientan que una devaluación es poco probable en
el corto plazo y actúen en consecuencia.
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