viernes, 10 de abril de 2015

Año Electoral y Estabilidad Económica

La estabilidad de algunas variables clave parece resentirse durante el último año de cada gobierno

Los años electorales suelen plantear desafíos económicos, tanto a los gobiernos (que se ven tentados a gastar más para favorecer su posible reelección) como para el resto de agentes económicos (que deben tomar decisiones de consumo e inversión en un entorno más incierto), lo cual podría afectar negativamente la estabilidad económica. ¿Ocurre esto en Guatemala?
La empresa Consultores Para el Desarrollo (COPADES) ha desarrollado un modelo que permite analizar la gestión política de los últimos gobiernos en función de su efectividad para mantener la estabilidad macroeconómica. Dicho modelo permite también identificar cuán atípicos son los años electorales en Guatemala y qué variables se ven más afectadas por los eventos del último año de cada gobierno.
La buena noticia para Guatemala es que los resultados indican que, en promedio desde 1999, los años electorales (en términos de implicaciones sobre la estabilidad económica) no parecen ser muy atípicos en comparación con el resto de años. Y, si no hay sorpresas desagradables, todo parece indicar que el año electoral de 2015 tampoco será distinto.
Eso sí, la estabilidad de unas pocas variables parece resentirse ligeramente durante el último año de cada gobierno. De las diez variables que integran el modelo, dos muestran un comportamiento un tanto atípico durante la campaña electoral. Una es el tipo de cambio, que en esos años ha tenido una leve tendencia al alza –posible reflejo de la precaución del público que refugia temporalmente sus activos en una moneda dura-; la otra es el crédito bancario al sector privado, que se incrementa levemente más allá de su crecimiento típico –posiblemente en respuesta a la demanda de financiamiento de la campaña política-.
Individualmente, los años electorales 1999 y 2007 fueron relativamente menos estables. El primero de ellos –el último año de gobierno de Álvaro Arzú-  fue testigo de un comportamiento fiscal expansivo (probablemente buscando ganar votos a base de gasto público en infraestructura) que ocasionó un aumento del déficit fiscal (a un nivel superior al 3% del PIB) y un consiguiente aumento acelerado en el endeudamiento público. Además, las tasas de interés activas, por un lado, también aumentaron por encima de su comportamiento normal (debido al efecto desplazamiento ocasionado por la mayor deuda pública); y, por el otro, el déficit externo (en cuenta corriente, que es el déficit gemelo del fiscal) y el tipo de cambio también mostraron aumentos importantes.
Aunque el último año del gobierno de Óscar Berger también se desvía del patrón de estabilidad, ello se debió más a factores exógenos (precios elevados de los productos primarios en los mercados internacionales) que a errores de política internos (como sí fue el caso del gobierno de Arzú). La mala fortuna acaecida en 2007 fue compensada con un desempeño muy responsable en materia de déficit fiscal y endeudamiento público.
En contraste con esos dos periodos, los años electorales 2003 y, especialmente, 2011 fueron relativamente estables macroeconómicamente. Si bien el último año de presidencia de Alfonso Portillo no fue un dechado de virtudes fiscales, al menos mantuvo estables la mayoría de variables incluidas en el modelo. Por su parte, el último año del gobierno de Álvaro Colom, aunque con un nivel de endeudamiento superior a lo normal, logró empezar la corrección del déficit fiscal y mantener la inflación y las tasas de interés bajo control.
Para el presente año electoral se espera que la estabilidad económica no sea significativamente afectada por el proceso político. Esta tranquilidad económica se ve apuntalada por los bajos precios internacionales del petróleo y sus derivados, que se traduce no sólo en la inexistencia de presiones inflacionarias, sino también en un bajísimo nivel de déficit externo y una gran estabilidad cambiaria. La única amenaza es el tamaño del déficit fiscal. Si el gobierno logra mantener bajo control las presiones de gasto que tienden a producirse en los meses previos a las elecciones, el año 2015 podría pasar a la historia como uno de los años electorales de mayor estabilidad macro. Sin embargo, el gasto público al mes de febrero (con las últimas cifras disponibles) ya parece estar muy acelerado. Esa será la variable clave a vigilar este año electoral.

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