La Ley de Compras y Contrataciones debe
adecuarse para fortalecer la transparencia y eficiencia del gasto público
En los procesos de compras y contrataciones del Estado
se han señalado, desde hace tiempo, de dos debilidades fundamentales y
absolutamente indeseables: falta de transparencia y escasa eficiencia. Por un
lado, la poca transparencia implica desconocimiento público de lo que se está
llevando a cabo los procesos de compras de cada institución pública, lo cual no
sólo impide a la ciudadanía tener certeza de que las contrataciones se hacen de
manera competitiva, sino que abre puertas para actos de corrupción que ocasionan
cuantiosas pérdidas al fisco.
Por su parte, la escasa eficiencia en la adquisición
de bienes, servicios y obras también genera cuantiosos costos fiscales. Estudios
realizados por los bancos Mundial (BIRF) e Interamericano de Desarrollo (BID) sugieren
que un marco normativo moderno (centrado en la Ley de Contrataciones) permitiría
alcanzar ahorros de hasta un 15% (alrededor de Q2 millardos) en el presupuesto del
Estado.
Resulta, pues, evidente que la Ley de Compras y
Contrataciones debe adecuarse para fortalecer la transparencia y eficiencia del
gasto público. Ahora bien, las reformas a la ley deben realizarse con cuidado
técnico y pragmatismo, ya que si bien la ley vigente tiene debilidades, la principal
es que no se aplica en la práctica: menos de la cuarta parte de los concursos
públicos que se registran en el portal de Guatecompras se sujetan a los
procesos de licitación regulados en la Ley, pues la mayoría de casos se
realizan por compras directas y por los mecanismos de excepción.
Lo que las circunstancias demandan es acelerar una
serie de reformas y ajustes puntuales a la ley que vienen trabajándose desde
hace años, con el involucramiento de expertos nacionales e internacionales,
pero que han avanzado muy poco ante la falta de voluntad política para
aprobarlas. Estas reformas puntuales se refieren, en primer lugar, al fortalecimiento
de la Institucionalidad involucrada en los procesos de compras y
contrataciones.
Al respecto, los puntos más importantes a tratar se
refieren a la necesidad de contar con una herramienta efectiva que permita registrar
los bienes y servicios que el Gobierno adquiere, a fin de estandarizar las compras
y crear una base de proveedores y contratistas pre-calificados para tener un
récord de las empresas proveedoras del Estado que permita establecer su
idoneidad (capacidad financiera, material y técnica) y calificar permanentemente
su desempeño (con vistas, incluso, a sancionar o suspender a aquellas entidades
que incumplan con sus obligaciones).
La reformas deben también introducir nuevas
estrategias de contratación; por ejemplo, debe considerarse establecer una diferenciación
de los distintos procesos de contratación y compras del Estado, ya que estos incluyen
temas de naturaleza distinta, por lo que conviene distinguir los procesos de compra
de bienes, de los de contratación de servicios y de los de contratación de obra
pública.
Las estrategias de contratación deben incluir compras
consolidadas y contratos abiertos para productos de consumo masivo, con el
propósito de reducir precios, así como las subastas en reversa, en las que
proveedores con semejantes condiciones de calidad deben ofertar a la baja y se
adjudica al precio más favorable.
La modernización de la normativa debería tener también
algún grado de flexibilidad, como, por ejemplo, en los casos de contrataciones
en estados de emergencia pública o de desastre natural que requieren de un
sistema que, respetando los controles financieros, permita al Gobierno
contratar los servicios y obras necesarias para responder a circunstancias excepcionales.
Todo lo anterior requiere también de un
fortalecimiento de los métodos para supervisar la obra pública y su ejecución que
garantice la calidad y transparencia del gasto público, lo que involucra tanto
a la Contraloría de Cuentas como a las unidades de control en las entidades
contratantes que deben contar con la independencia y capacidad técnica necesarias.
Aunque los desafíos técnicos y políticos para su pronta aprobación son
enormes, no cabe duda de que las reformas a la Ley de Compras y Contrataciones constituyen
uno de los esfuerzos prioritarios que el Congreso de la República debe
emprender con carácter prioritario a fin de fortalecer la institucionalidad y
transparencia del Estado.
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