¿Qué entes deberán sacrificar su presupuesto
para que el gobierno pueda cumplir los compromisos adquiridos para 2014?
La falta de aprobación Presupuesto de Ingresos y
Egresos del Estado para 2014 pone en liza una serie de decisiones
trascendentales que definirán la viabilidad financiera de las políticas y
actuaciones del gobierno durante el próximo año. Tal decisión (pues no parece
haber sido un accidente) plantea una serie de desafíos para el Estado y sus
instituciones.
Un primer desafío tiene que ver con las múltiples
transferencias presupuestarias que deberán realizarse. El proyecto de
presupuesto que no se aprobó contemplaba aumentos importantes en el Ministerio
de Educación para cubrir el ajuste salarial comprometido en un pacto colectivo.
¿Es inevitable que ocurran manifestaciones de descontento del gremio
magisterial si no se apresuran las transferencias correspondientes? El proyecto
improbado también contemplaba aumentos para las municipalidades, consejos de
desarrollo y los jubilados; ¿qué pasará si se atrasan las transferencias hacia
estos rubros? ¿Quiénes serán los entes que verán reducidos sus recursos para
llenar tales agujeros?
En cuanto a políticas de gobierno, la no aprobación
del presupuesto implica que varios ministerios se quedan sin partidas para iniciar
nuevos programas en 2014: por ejemplo, el Ministerio de Desarrollo Social debe
asumir las funciones del desaparecido FONAPAZ, mientras que el de Economía
pretendía ejecutar un programa de apoyo a la competitividad y coordinar (en el
INE) el censo nacional de población. Asimismo, el servicio de la deuda –que
incluía el reconocimiento del costo de la política monetaria- requiere de más
de Q1.7 millardos adicionales a los de 2013 que, al no haberse aprobado el
presupuesto 2014, quedan sin fondos presupuestados.
La incertidumbre resultante plantea otro desafío: la
credibilidad del país ante los mercados y organismos financieros
internacionales se ve afectada. El mensaje de falta de certeza que envía un
país incapaz de acordar políticamente su estrategia financiera anual se traduce
en dudas e inquietud por parte de las entidades calificadoras de riesgo y de
las instituciones de crédito, lo cual eventualmente puede afectar el costo de
los recursos financieros que el país requiere.
Por otra parte, también la transparencia en la
ejecución del gasto público se verá comprometida. Las innumerables
transferencias que deberán efectuarse implican necesariamente cierta opacidad
que se exacerba ante la falta de claridad respecto de qué normas
presupuestarias son las aplicables: el Congreso aprobó recientemente un
conjunto de reformas a la Ley Orgánica del Presupuesto que mejoran
sustancialmente las normas presupuestarias más laxas que rigieron en 2013.
¿Cuáles se aplicarán en 2014? La lógica y la prudencia indicarían que deben
aplicarse las normas más estrictas (de la Ley Orgánica), pero ya se rumora que
existe interés en interpretar que las normas a aplicar son las del presupuesto
de 2013, que son más laxas.
Otra interpretación jurídica compleja se refiere al
financiamiento del déficit: la disposición constitucional de renovar la
vigencia del presupuesto del año anterior –cuyo espíritu es el de evitar un
cierre del gobierno cuando no se aprueba el presupuesto en la fecha límite-
implicaría que automáticamente queda aprobado el endeudamiento correspondiente.
Sin embargo, existen interpretaciones que, con base en otro artículo
constitucional, indican que el financiamiento debe someterse de nueva cuenta al
proceso de opinión técnica y aprobación legislativa correspondiente, lo cual
obligaría a una nueva ronda de cabildeos y negociaciones en el Congreso.
Finalmente, el desafío más grande, desde el punto de vista
macroeconómico, es el de mantener el déficit fiscal bajo control. Luego de que
en la crisis en 2010-2011 el déficit se elevó por encima del equivalente al 3%
del PIB, se había iniciado a partir de 2012 un proceso de corrección del mismo
para llevarlo a un nivel (que diversos expertos consideran sostenible) menor al
2% del PIB. La credibilidad de la política económica y la calificación del
riesgo-país podrían verse perjudicadas si dicho proceso de consolidación fiscal
se interrumpe en 2014, no sólo porque el déficit sería igual de elevado que el
de 2013, sino por la posibilidad de que a lo largo del año se tramiten nuevas
ampliaciones presupuestarias que podrían ampliar dicho déficit.
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