El gran problema estructural del mercado
laboral guatemalteco está en el elevado subempleo
La más reciente Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos
–ENEI-, publicada la semana anterior por el Instituto Nacional de Estadística –INE-,
y que se levantó entre abril y mayo de
2013, es la única información oficial que existe respecto del empleo a nivel
nacional, por lo que su elaboración y uso debería ser una prioridad para el
gobierno, y sus resultados deberían convertirse en un referente para analistas
y estudiosos.
Desafortunadamente la ENEI no ha alcanzado esa
prioridad ni es esa referencia pues el INE, a lo largo de muchos años, no ha
logrado sistematizarla ni posicionarla adecuadamente. Entre otras razones
porque el INE no calcula ni publica la ENEI de manera periódica: en los últimos
diez años sólo se ha efectuado la encuesta en seis de ellos; la ENEI 2012 se
hizo en julio, mientras que la del presente año, en abril, lo cual impide que
los resultados puedan compararse de un periodo a otro. Por si esto fuera poco,
dese la ENEI 2012 se introdujo varios cambios metodológicos, como el de
incrementar (de 10 a 17 años) la edad de las personas aptas para trabajar, lo
que, si bien significó adoptar el estándar internacional, implicó que las
cifras no sean comparables respecto de las de encuestas previas.
Dicho lo anterior, es importante resaltar que la ENEI
2013 (con todo y que el INE, inexplicablemente, no ha facilitado su acceso al
gran público en su sitio web) proporciona datos e información valiosa respecto
de la situación del empleo y de la evolución de los ingresos de los trabajadores,
que vale la pena analizar y aprovechar para la toma de decisiones en materia de
políticas públicas.
Según el informe del INE la población económicamente
activa –PEA- se situó en 5.9 millones, que representan el 60.7% de los
individuos en edad de trabajar. La agricultura sigue generando la mayor parte
del empleo (30.4%), seguida por el comercio (29.6%) y por la industria
manufacturera (13.2%).
Los datos muestran que la tasa de desempleo abierto
representaba sólo el 3.5% de la PEA en 2010, subió a 4.2% en 2011, se redujo
significativamente a 2.9% en 2012, y se volvió a elevar a 3.2% en 2013, el dato
más reciente. Si bien es cierto que esta tasa de desempleo resulta baja si se
le compara con tasas regionales y mundiales (por ejemplo, la tasa equivalente
en Estados Unidos es de 7.3% y en España de ¡26.2%!), su nivel esconde un grave
problema del subempleo: en Guatemala el subempleo hace las funciones de lo que
en los países desarrollados sería un seguro de desempleo para aquellos que
carecen de acceso a puestos de trabajo en el mercado formal.
En efecto, el gran problema estructural del mercado
laboral guatemalteco está en el subempleo, cuyo índice (que contabiliza a los
trabajadores que perciben ingresos inferiores al nivel normal y que laboran
menos del horario completo) refleja un elevado grado de informalidad económica.
La tasa de desempleo visible reportada por el INE para 2013 se situó en 16.9% de la PEA. El número de
personas con un empleo informal aumentó a un muy elevado 69.2%; esta categoría incluye
personas que, aunque perciban los ingresos promedio, no tienen acceso a
prestaciones de seguridad social (56.3% de la PEA). La informalidad es mucho
mayor en las zonas rurales que en las urbanas (78% frente a 44%) y afecta a los
pueblos indígenas (86.2%) mucho más que a los no indígenas (58.9%).
Las asimetrías también son evidentes en los datos de
ingresos. El ingreso promedio por trabajador es de sólo Q1,917 al mes
(inferior, incluso, al salario mínimo); la cifra se eleva a Q2,841 mensuales en
el área urbana, muy superior a los Q1,499 que registra el área rural. Los
trabajadores agrícolas perciben los ingresos más bajos (Q1,101 mensuales en
promedio), mientras que los mejor remunerados están en los sectores financiero
(Q3,439) y de información y comunicaciones (Q3,869). La ENEI también muestra
que sólo el 17.7% de los ocupados terminó la escuela primaria, una de las tasas
más bajas de Latinoamérica.
Los bajos niveles de ingresos y de formalidad son un reflejo de la poca
productividad del aparato económico nacional y de la enorme debilidad de
nuestras instituciones económicas. Por ello, el capital humano, la
infraestructura y el fortalecimiento de las instituciones siguen siendo las grandes
materias pendientes del Estado guatemalteco.
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