La inflación elevada y la reducción en
el crecimiento de la producción son los dos problemas económicos de la
coyuntura actual; su ocurrencia simultánea se debe esencialmente a un shock de oferta generado por los
continuos y rápidos aumentos en los precios internacionales de gran cantidad de
productos primarios como el petróleo y los granos básicos. Puesto que, a lo
largo de la historia, estas situaciones de desequilibrio generan una serie de
ajustes de mercado que conducen a un nuevo equilibrio, sabemos que, eventualmente,
los precios internacionales se estabilizarán, independientemente de las medidas
de política económica que se adopten internamente para paliar la crisis. Si tales
medidas son las apropiadas, coadyuvarán a reducir los costos y la duración del
inevitable ajuste económico que conlleva el shock
externo; si, por el contrario, se adoptan medidas populistas o antitécnicas
para enfrentar el ajuste, éste puede tornarse más prolongado y costoso. Pero
más grave que aplicar políticas equivocadas para atender la coyuntura sería
desatender las políticas de largo plazo, cometiendo de nuevo el error de
dedicarse únicamente a lo urgente mientras se relega lo importante.
Sería una tragedia que, una vez
superados los desequilibrios actuales, Guatemala no haya avanzado en los
aspectos que le permitan acelerar sostenidamente su crecimiento económico y
reducir la pobreza. Un
estudio reciente de un grupo de pensadores y hacedores de políticas públicas
(convocados por el Banco Mundial) identificó cinco aspectos comunes que han
caracterizado a las 13 economías que desde 1950 han tenido un crecimiento
promedio de 7% anual durante períodos de 25 años o más: el aprovechamiento de
la economía mundial (importando tecnología e innovación; produciendo productos
que otros países requieren); el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica;
la presencia de altas tasas de ahorro e inversión; el permitir que el mercado
sea quien asigne los recursos económicos; y, la presencia de gobiernos capaces,
creíbles y comprometidos. Además, según otros estudios, para que el crecimiento
económico sea sostenible es necesario que exista paz y cohesión social, quizá
porque la conflictividad social es el caldo donde se cultivan las políticas
populistas y la debilidad institucional.
Entonces, lo importante para las políticas públicas debe ser la búsqueda
permanente de estas características, independientemente de las preocupaciones de
corto plazo.
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