viernes, 12 de julio de 2013

¿Qué Persigue la Reforma Migratoria?

Si aumenta el número de migrantes de los países pobres hacia los ricos, también aumentará la producción y el bienestar global
A velocidad imprevista está avanzando en el Congreso de Estados Unidos la muchas veces pospuesta reforma migratoria de ese país, que puede tener un impacto dentro y fuera de sus fronteras (incluyendo en Guatemala). La magnitud de ese impacto dependerá de cómo se equilibren los tres objetivos que persigue la reforma.
El primer objetivo es dar una solución decorosa a la incierta situación de los once millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos (que son económicamente necesarios pero políticamente molestos), mediante un larguísimo proceso de legalización y, eventualmente, nacionalización. El segundo es reducir el continuo flujo de ilegales (particularmente los que ingresan cruzando la frontera con México), mediante una enorme inversión en guardias y sistemas “anti-mojados”. Y el tercero es asegurar un flujo continuo y controlado de migrantes (económicamente necesarios y políticamente correctos) mediante el otorgamiento de más visas a trabajadores calificados (visas permanentes) y no calificados (visas temporales).
Mientras que los dos primeros objetivos son los más mediáticos y políticamente controversiales, el tercero debería ser tanto o más importante por sus implicaciones en materia de política migratoria a nivel mundial. Y es que aunque la migración es percibida como un problema, en realidad puede ser una oportunidad de mejorar el bienestar general (tanto de los migrantes como de los países).
Para entender esto debemos partir del hecho de que la migración (de centroamericanos a Estados Unidos, por ejemplo) se produce fundamentalmente por un estímulo económico. Diversos estudios demuestran que un trabajador en Centroamérica percibe la mitad del salario que un trabajador centroamericano con igual nivel de educación y experiencia trabajando en Estados Unidos. La mayor parte de esta brecha salarial refleja diferencias de productividad derivadas de las disparidades en la calidad de la infraestructura, las instituciones y las competencias. Por más talentoso que sea un trabajador, no puede replicar el entorno fértil de una economía rica por sí mismo. En contraste, trasplantar un trabajador a un suelo rico puede potenciar su productividad: un guatemalteco gana más en Estados Unidos que en Guatemala, ya que allá puede producir más, gracias a la calidad de la tecnología y las instituciones estadounidenses.
Lo anterior implica que si aumenta el número de migrantes de los países pobres hacia los ricos, la producción aumentará globalmente, lo mismo que el ingreso y el bienestar general. Una investigación del economista Paul Klein estimaba en 2007 que la plena movilidad laboral podría elevar la producción mundial hasta en un 122%. Además, la inmigración puede ser una solución al problema de envejecimiento de las sociedades en los países desarrollados: los trabajadores migrantes pueden llenar el vacío que deja el creciente número de jubilados. Sin inmigrantes, el ritmo de crecimiento de los Estados Unidos habría conllevado una aguda escasez de mano de obra y una consecuente alza de precios.
Por desgracia, muchos ciudadanos de esos países ricos, y en particular sus sindicatos de trabajadores –en una actitud que no sólo es poco solidaria, sino también suicida en términos económicos- se oponen a la llegada de trabajadores inmigrantes que podrían proporcionar las capacidades y fuerza de trabajo necesarias para fortalecer el desempeño económico de los países recipiendarios que, a fin de cuentas, conllevaría mejores salarios para todos.
El mundo necesita más, no menos, migración; el tercer objetivo de la reforma migratoria estadounidense (ordenar el flujo migratorio) es, pues, positivo. Pero mientras subsistan enormes disparidades de riqueza y productividad en el mundo, y en tanto persista el hambre, la pobreza y la inseguridad en el Tercer Mundo, la migración –legal o clandestina- será parte de la economía global. Por lo tanto, el segundo objetivo de la reforma, que implica endurecer los controles contra la inmigración ilegal, resulta indeseable, no sólo para los migrantes que arriesgarán aún más su integridad física, económica y moral ante el previsible empeoramiento de las estrategias de los “coyotes”, sino también para las desequilibradas arcas fiscales del Tío Sam y, en consecuencia, para el bienestar de sus conciudadanos.

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