viernes, 8 de marzo de 2013

Una Economía de Servicios


El crecimiento en el sector servicios contribuye más a reducir la pobreza que el crecimiento en la agricultura
Durante mucho tiempo se enseñó a los niños guatemaltecos que nuestro país era “eminentemente agrícola”, pero ese hace mucho tiempo que dejó de ser cierto. El año pasado el sector primario (compuesto por la producción agrícola, pecuaria y forestal) aportó menos del 14% del valor total producido por la economía nacional (medida por el Producto Interno Bruto –PIB-). En contraste, el sector secundario o transformativo (que incluye industria manufacturera, minería, generación de energía y construcción) aportó un 24% del total. Eso deja al sector terciario o de servicios (transporte, telecomunicaciones, comercio, servicios privados y públicos, intermediación financiera), que aporta el 64% del PIB, como el sector más grande de la economía nacional.
El sector terciario es, además, el más dinámico: mientras que en los once años transcurridos desde 2001 el PIB creció a una tasa acumulativa promedio de 3.5% cada año, el sector de servicios lo hizo a una tasa de 4.7%; por su parte, el sector primario creció esos años en un promedio de 3.1% y el sector secundario lo hizo en 2.4%. Esta terciarización de la producción guatemalteca refleja un conjunto de facetas, positivas y negativas, de la economía guatemalteca sobre las que merece la pena reflexionar.
En primer término, vele la pena preguntarse si para superar el subdesarrollo es factible apostar por una economía de servicios. Veamos los casos contrastantes de India y China, ambos reconocidos por su rápido crecimiento económico. China ha crecido especializándose en la exportación de bienes manufacturados, mientras que India lo ha hecho exportando servicios modernos. El caso de India, entonces, parece demostrar que los países en desarrollo pueden saltar directamente de la agricultura a los servicios como una fuente de crecimiento, de creación de empleos y de reducción de la pobreza.
La industrialización no es, pues, la única ruta hacia el desarrollo. Diversos estudios demuestran que los países con un alto crecimiento en los servicios tienden a tener un alto crecimiento económico general o, al contrario, que los países con alto crecimiento económico en general tienen un crecimiento alto del sector servicios (sin que esté clara la causalidad de esta relación). La experiencia de India muestra que la productividad del trabajo en el sector servicios está por encima de la de la industria, y que su crecimiento ha contribuido a reducir la pobreza.
Otros estudios indican que el crecimiento en el sector servicios está más estrechamente vinculado a la reducción de la pobreza que el crecimiento en la agricultura. Los servicios ayudan a reducir la pobreza porque suelen ser intensivos en mano de obra y, por ende, proporcionan una dinámica fuente de nuevos empleos; esos empleos, a su vez, generan ingresos que impulsan una mayor demanda de bienes y servicios y, de nuevo, de fuentes de trabajo.
El potencial del sector servicios como motor del desarrollo se base en que la globalización y la tecnología hacen que ahora (a diferencia de hace veinte años) los servicios sean transables en los mercados internacionales, lo cual ofrece a los países en desarrollo oportunidades alternativas para encontrar nichos de mercado –más allá de la industria y la agricultura- en los cuales especializarse.
Pero para aprovechar ese potencial, los servicios deben trascender las muchas actividades de la economía informal menos modernas y productivas que en la actualidad emplean a la mayoría de trabajadores que viven en la pobreza (por ejemplo, chicleros, guardias de seguridad, ascensoristas) y trasladarse –como en India- hacia los "servicios modernos de alto valor " (como la informática y los servicios financieros) que creen puestos de trabajo que respondan a las necesidades de una población cada vez más urbanizada, que aumenten la productividad y que abran nuevos mercados de exportación.
Los desafíos para lograrlo son enormes (nuestro deficiente sistemas educativo, la pobre infraestructura de comunicaciones, o los privilegios y las regulaciones que inhiben la competencia, por ejemplo), pero hay que enfrentarlos porque, aunque quizá un sector de servicios dinámico no sea suficiente para salir de la pobreza, al menos da una esperanza razonable para la generación de empleos de calidad que nuestro país necesita desesperadamente.

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