El mes pasado tuvo lugar en Le Havre, Francia, el
LH Forum donde se lanzó el Movimiento por una Economía Positiva. El evento,
patrocinado por el Grupo Planet Finance –una organización internacional que
promociona las microfinanzas entre los más pobres- fue inaugurado por el
presidente francés, Francois Hollande, y reunió a un destacado número de
académicos, empresarios, políticos, sindicalistas y activistas que compartieron
su visión respecto de la manera en que la economía podría trascender su visión
utilitarista y contribuir a la solución de los problemas de la sociedad.
En el Foro resultó evidente que el concepto de
Economía Positiva no está aun claramente definido, pues aún es una idea en
proceso de construcción, alrededor de la cual se busca que la actividad
empresarial tenga un impacto positivo en la protección y valoración del capital
humano y del capital ambiental de la sociedad. En una secuencia variada de
expositores, fueron desfilando en Le Havre una serie de ideas de varios sabores
y colores. Si bien es cierto que se repitieron, inevitablemente, los lugares
comunes, discursos sentimentalistas y propuestas vagas que suelen presentarse
en este tipo de eventos (“hay que cambiar el modelo centrado en el interés
particular”, “un nuevo paradigma económico es necesario”, o “impulsemos una
economía menos individualista y más solidaria”), también lo es que surgieron
ideas y propuestas prácticas y concretas que bien pueden aportar a la solución
de los desafíos que enfrenta la economía moderna respecto de la exclusión
social y el deterioro ambiental.
Hubo una especie de consenso en torno a la importancia
de las empresas como eje en torno al cual gira la economía moderna: es a través
de ellas como mejor puede lograrse el impacto positivo que la actividad
económica puede tener en la sociedad. Al respecto se presentaron casos
inspiradores como el de la Corporación B, una iniciativa empresarial
estadounidense que, basada en la convicción de que las empresas son la fuerza
más poderosa para el progreso de cualquier sociedad, certifica a aquellas que
sobresalen por su compromiso y resultados sociales y ambientales.
El intercambio de opiniones y experiencias entre los
participantes permitió vislumbrar la evolución que habrán de tener conceptos
como el de la Responsabilidad Social Empresarial, o el concepto mismo de
empresarialidad como una forma efectiva de solventar los problemas sociales de
la pobreza, la desigualdad y la exclusión. Se hizo claro que el estado de
derecho y los marcos regulatorios son esenciales para, entre otros objetivos,
potenciar los efectos económicos y sociales de las “empresas sociales” (esas
organizaciones que no son ONGs pero que tampoco buscan la maximización de
utilidades como su fin principal).
Entre las ideas discutidas en el Foro se recalcó el
potencial de las microfinanzas para ayudar a superar la pobreza a través de la
empresarialidad. Se presentaron historias inspiradoras sobre el impacto humano
y positivo que pueden generar no solo las empresas sociales sino las empresas
convencionales (incluyendo transnacionales como Renault, KPMG, Café Illy o
GDF-Suez). Se concluyó que el llamado “comercio justo” no puede ser viable si
no es a través de empresas económicamente sostenibles. Se identificó a la
innovación como un factor clave para un modelo social incluyente, siempre que
los innovadores se vuelvan también emprendedores. Se reflexionó sobre las dos claves
del éxito empresarial –capital y conocimiento- y sobre cómo la búsqueda de
utilidades, sin ser un fin en sí misma, puede apuntalar dicho éxito.
Dos lecciones centrales del Foro: primero, que si se tiene la
perspectiva adecuada de largo plazo, no tiene por qué existir contradicción
entre la búsqueda de utilidades y el equilibrio del capital humano y del
ambiental; segunda, que la existencia de instituciones robustas, funcionales e
incluyentes (como la igualdad ante la ley, el estado de derecho, la libertad de
empresa y la democracia misma) es una condición necesaria para una Economía
Positiva en cualquier país. La nueva Economía Positiva –si llega a
materializarse- solo podrá realizarse sobre la base de instituciones viables:
las empresas (el agente clave de la economía positiva) no pueden surgir ni
progresar en ausencia de instituciones confiables.
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