La situación es cada vez más compleja: la
mitad de Europa está ya en recesión o al borde de ella
La tormenta económica en Europa no da señales de
amainar. En los últimos meses la incertidumbre ha aumentado ante la ausencia de
soluciones claras y definitivas a la crisis fiscal y financiera, lo que ha
conducido a un nuevo episodio recesivo en la Eurozona. La subsecuente caída en
el comercio mundial significa menos dinamismo para las exportaciones y la
producción de las economías en desarrollo. Cuán expuestas están las economías
centroamericanas a estos avatares de los mercados mundiales fue tema de
análisis en el Seminario Centroamericano organizado por Consultores Para el
Desarrollo –COPADES- el mes pasado.
El tema es muy pertinente porque la situación es cada
vez más compleja: la mitad de Europa está ya en recesión o al borde de ella,
las finanzas públicas continúan débiles,
los indicadores de confianza siguen golpeados, y los problemas de la
banca y de la deuda privada no se resuelven. La salida a esta situación
requiere de un cambio institucional profundo y de un liderazgo político
adecuado que lucen remotos, dado lo difícil que resulta financiar el elevado
desequilibrio fiscal en la Eurozona y lograr la necesaria coordinación de
políticas fiscales.
Además, los ajustes requeridos para mejorar la
competitividad europea se ven limitados por las restricciones propias de una
moneda única. La necesidad de mayor flexibilidad en los mercados laborales
enfrenta oposición sindical. A su vez, la situación de los bancos y su disperso
marco regulatorio claman por la unificación de los sistemas de supervisión
financiera. Urge una acción efectiva para revertir la espiral de deterioro de
las expectativas y la pérdida de confianza en los mercados.
En este contexto, hace unas semanas los líderes de la
Unión Europea alcanzaron importantes acuerdos, entre los que destacan la
creación de un esquema de supervisión y resolución bancaria regional, y la
definición de algunos aspectos para rescatar la banca española, incluyendo
ayuda financiera directa de la Unión a los bancos sin pasar por los gobiernos
respectivos. También se avanzó en el establecimiento de mecanismos de
financiamiento en caso de requerirse ajustes macroeconómicos, sujetos al cumplimiento
de condicionalidades y objetivos en materia fiscal y financiera.
Estas medidas tardarán en rendir frutos y, mientras
tanto, la compleja situación fiscal y financiera de Eurozona se traducirá en
incertidumbre y mayor aversión al riesgo en los mercados financieros
internacionales, lo que podría afectar los flujos económicos desde y hacia
economías como las centroamericanas.
Existen cuatro canales de transmisión a través de los
cuales de podrían transmitir estos efectos a nuestra Región. Un canal es el de
las remesas familiares, que representan un 9% del PIB regional, las cuales no
han disminuido este año, lo que es indicativo de que el crecimiento económico
en los Estados Unidos (principal fuente de las remesas), aunque mediocre, aún
es suficiente para mantener estos flujos. Un segundo canal es el del turismo,
cuyos flujos pesan un 2% del PIB regional, que tampoco han mostrado signos de
deterioro en lo que va de 2012.
El tercer canal, el de las exportaciones, cuyos
ingresos equivalen al 24% del PIB centroamericano, han sufrido una clara
desaceleración asociada más al mediocre crecimiento de la economía
estadounidense que al desplome de la economía europea. El cuarto canal es el de
los flujos de capital, tanto de inversión financiera como de inversión extranjera
directa; esta última ha registrado cierta merma durante 2012 en todos los
países centroamericanos, pero por fortuna solamente representa un 4% del
PIB. Por último, los flujos financieros
podrían no ser una fuente de contagio sino que, incluso, podrían verse atraídos
hacia Centroamérica si los mercados internacionales perciben en esta región,
temporalmente, menos incertidumbre que en Europa.
Por ende, en tanto la crisis europea no contagie severamente a los
Estados Unidos, la situación de la economía internacional no es completamente
adversa para Centroamérica. Sin embargo, el panorama todavía es frágil e
incierto, y la crisis en Europa podría profundizarse y contagiarse al resto del
mundo. Ante ello, las políticas económicas de los países centroamericanos deben
guardar extrema prudencia y evitar la tentación de ponerse creativas.
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