domingo, 24 de junio de 2012

Gobierno Corporativo y Tribunales

El buen funcionamiento del sistema de justicia es una de los fundamentos del Estado de Derecho. Ciertamente se requieren reformas sustantivas y profundas en los tribunales, aunque algunas de ellas podrían aplicarse con simples ajustes administrativos. En ese sentido, es recomendable que se adopten en las cortes prácticas contrastadas de buen gobierno corporativo.

La poca eficiencia de la administración de justicia en Guatemala está relacionada con temas de tipo administrativo: desde la administración de personal hasta el procesamiento de casos, pasando por temas presupuestarios. El principal problema es que los jueces mismos están a cargo de los asuntos administrativos, sin tener el suficiente entrenamiento contable, financiero o gerencial. El resultado es una severa ineficiencia en flujo de casos, en su manejo y evacuación, así como en su registro y archivo.
Si bien la mayoría de jueces y magistrados se quejan de sus múltiples responsabilidades administrativas, muchos no parecieran estar dispuestos a delegar esas tareas a personas especializadas en ello. Quizá algunos jueces perciben que el autorizar compras o el firmar cheques (labores que los distraen dramáticamente de su función esencial de juzgar) les significa poder y estatus. Es más, se sabe de jueces que delegan sus responsabilidades judiciales a sus oficiales asistentes, reservándose para sí las actividades administrativas con las que puedan obtener privilegios.
Para corregir esta disfuncionalidad del sistema es recomendable que se adopten a lo interno de las cortes (no sólo en el Organismo Judicial –CSJ-, sino también en los otros tribunales superiores, el Supremo Electoral –TSE- y la Corte de Constitucionalidad –CC-) prácticas contrastadas de buen gobierno corporativo (también conocido como “gobernanza”, que es el conjunto de procesos mediante el cual una entidad toma decisiones y las lleva a la práctica). La piedra angular del buen gobierno corporativo es que las instituciones se vuelvan más eficientes, transparentes y comprometidas con el cumplimiento de sus fines.
Los elementos de un buen gobierno corporativo que podrían ser fundamentales para mejorar la eficiencia de las cortes incluyen el explicitar con claridad su mandato y su compromiso hacia la sociedad, el someterse periódicamente a auditorías externas –no sólo de tipo financiero, sino de sistemas y control en general-, así como el difundir sistemáticamente la información pública respecto de sus cuentas y sus actuaciones. Y uno de los elementos más deseables es el de separar las funciones administrativas de las jurisdiccionales.
Para el efecto, conviene asemejar las funciones del tribunal superior (ya sea la CSJ, la CC o el TSE) con las de una junta directiva de cualquier organización. Como tal, el tribunal superior es responsable del desempeño de largo plazo de la institución; esto es, establecer las estrategias y reglas para alcanzar sus objetivos. Por lo tanto, su ámbito de acción no está en el manejo del día a día, sino en la toma de decisiones estratégicas y el establecimiento de normas generales, así como en el control, supervisión y evaluación de la administración y de las finanzas de la entidad.
En los sistemas de justicia desarrollados, basados en tribunales independientes, la administración del día a día se delega en administradores profesionales –nombrados, supervisados y evaluados por la corte superior- que deben ser personas con capacidad profesional y experiencia en el campo de la administración pública y que comprendan los procedimientos judiciales.  Estos gerentes contribuirían a mejorar la efectividad de las cortes superiores, no solo al proveer información continua a los magistrados para que tomen las mejores decisiones estratégicas y puedan vigilar y evaluar el desempeño de los tribunales, sino también al permitirles dedicar la mayor parte de su tiempo a su función primaria de impartir justicia.
La eficiencia del poder judicial es de suma importancia para que pueda cumplir con su rol constitucional y, así, proteger a todas las personas contra la violación de sus derechos. Para ello, el sistema debe velar por que la justicia sea pronta, efectiva, imparcial, cumplida y accesible a todos: en ello radica la base de un orden social duradero.
Cada guatemalteco debería ver el sistema judicial como su recurso primordial para obtener justicia; si los tribunales no están a la altura de esta expectativa, entonces la gente querrá hacer justicia por su propia mano y habrá caos e ingobernabilidad. En tal sentido, las reformas en la estructura de gobernanza de los tribunales adquieren una importancia trascendental.

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