viernes, 16 de diciembre de 2011

Para Abordar el Desarrollo Rural

La reciente propuesta de URL-USAC para abordar el tema del Desarrollo Rural es meritoria. Se trata, empero, de un asunto polémico, complejo y pasional. No obstante ello, vale la pena hacer el esfuerzo de dialogar y tratar de definir algunas políticas públicas que, con pragmatismo y efectividad, contribuyan a mejorar las deplorables condiciones en las que vive un gran segmento de la población rural del país.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS
PARA ABORDAR EL DESARROLLO RURAL
El abandono del antagonismo ideológico como punto de partida para abordar este delicado tema

Ya La pobreza el principal problema del área rural guatemalteca; y también lo es la baja productividad en el campo. Ambos son las dos caras de una misma medalla, que no es exclusiva de la ruralidad guatemalteca.  Muchos expertos en desarrollo, como Abhijit Banerjee de Instituto de Tecnología de Massachusetts –MIT-, sostienen que el combate a la pobreza rural pasa porque la población transite de la actividad agrícola hacia otras actividades donde el empleo sea más productivo, sin que ello implique descuidar la inversión y la productividad en el sector agropecuario. Esta difícil transición es particularmente importante para proteger a los más pobres contra uno de los principales enemigos de su economía: la volatilidad de los precios de los alimentos.
En un mundo caracterizado por esa volatilidad de precios, la actividad agrícola no es el mejor mecanismo para que los pobres se protejan de tales vaivenes. Sin embargo, sacar a los pobladores rurales de sus actividades ancestrales, o sustituirlas con técnicas más productivas, es una tarea política y socialmente compleja, por lo que elevar la productividad en el área rural es uno de los principales desafíos para las políticas públicas en los próximos años.
En ese sentido, es oportuna la reciente propuesta conjunta de las universidades Rafael Landívar (y su instituto de ambiente y recursos naturales –IARNA-)  y de San Carlos (y su instituto de problemas nacionales –IPNUSAC-) para abordar el desarrollo rural integral de Guatemala. La propuesta se refiere a la problemática de la pobreza rural, la desnutrición crónica y la degradación ambiental, y al respecto plantea la necesidad de lograr un acuerdo nacional que defina las políticas prioritarias para enfrentar esos retos.
Entre los aspectos positivos de la propuesta destacan el abandono del antagonismo ideológico como punto de partida para abordar este delicado tema, así como la identificación de varios puntos de convergencia entre la visión economicista del desarrollo rural (que enfatiza el aumento de la productividad) y el modelo de economía campesina (que se centra en el combate a la pobreza) que, hasta ahora, eran vistos como contrapuestos. Tales puntos de convergencia incluyen la búsqueda de la competitividad, la inserción en los mercados mundiales, la subsidiariedad del Estado hacia los campesinos pobres, así como el rol primordial de la inversión privada y de la empresarialidad rural.
Si bien la propuesta de IPNUSAC-IARNA reconoce la posibilidad de construir sobre las convergencias identificadas, recomienda que los vacíos que existen en ambos modelos (economicista y campesino) se llenen en el mediano plazo mediante el ejercicio de una ciudadanía plena de los campesinos, el enfoque territorial de las políticas y el cuidado de la sostenibilidad ambiental, mientras que en el corto plazo aboga por rescatar la política de seguridad alimentaria y nutricional abandonada casi desde su nacimiento en el gobierno de Oscar Berger.
No obstante lo anterior, la propuesta de IPNUSAC-IARNA tiene algunas debilidades que deben solventarse previo a lograr un acuerdo nacional que de verdad sea útil  para el desarrollo rural. Por ejemplo, la inclusión de varias políticas polémicas como la concesión de subsidios estatales a los agricultores o la “recuperación” de tierras ociosas, que en otros países no han sido precisamente exitosas. O la curiosa defensa que hace de la iniciativa de Ley 4084, presentada por la UNE durante la actual legislatura, cuando se trata de una ley internamente inconsistente y políticamente inaplicable que resulta perversa pues, lejos de ayudar al desarrollo rural, desvía la discusión hacia temas ideológicos. Desafortunadamente, la propuesta pone dicha iniciativa de ley (así como la política de desarrollo rural del actual gobierno, igualmente inconsistente e impracticable), como un “piso” para el diálogo (pero, curiosamente, el excelente documento técnico sobre desarrollo rural que el propio IARNA preparó en 2006 en el contexto del esfuerzo del Plan Visión de País ni siquiera se menciona en la bibliografía de la actual propuesta).
Si estas debilidades logran superarse, la propuesta de IPNUSAC-IARNA es un buen punto de partida para lograr una verdadera política de largo plazo para el desarrollo rural que el país reclama con urgencia.
COMENTARIOS DE LOS LECTORES
Este es un tiempo político  en el que analistas y los nuevos funcionarios tratan de reanimar las propuestas y el lanzamiento de nuevas ideas. Este es el caso del desarrollo rural. García Lara hace un recuento de esta dinámica de análisis a partir de las propuestas del IPNUSAC-IARNA. La perspectiva del desarrollo rural tiene varios caminos. El enfoque legalista que asume la necesidad de que el Congreso de la República apruebe una ley especifica, apoyado por la UNE, IARNA, SEGEPLAN y A. Zapata, que no es mas que la continuaciòn de un modelo que viene desde el gobierno de O. Berger, socializado por este último desde los dialógos de Visión de País. Esta orientación ya tiene un fuerte desgaste, primero por la propia presión de los partidos polìticos, el cual no lleva a ningún destino final, es la excusa para màs estudios-"consultorías", que van y vienen, ahora actualizados otra vez por A. Zapata y comitiva.
La viabilidad del desarrollo rural para por las ideas ya esbozadas por García Lara, así como los planteamientos de Abhijit Banerjee, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), sostienen que el combate a la pobreza rural pasa porque la población transite de la actividad agrícola hacia otras actividades donde el empleo sea más productivo, sin que ello implique descuidar la inversión y la productividad en el sector agropecuario. Esta difícil transición es particularmente importante para proteger a los más pobres contra uno de los principales enemigos de su economía: la volatilidad de los precios de los alimentos.
Esto es cierto y me parece oportuno con los problemas cíclicos de vulnerabilidad alimentaria, especialmente en áreas muy pobres del país, en donde las familias, en situación de subsistencia familia, tienen como base de su economía la producciòn de maíz y frijol. Afortunadamente en los últimos dos años las lluvias han sido favorables a estos cultivos y los campesinos no han sufrido escacez de granos básicos. Pero tengamos a la vista, por que puede producirse una alarma alimentaria. Resulta que por la misma precariedad es frecuente que las familias rurales, se ven obligados a vender sus inventarios, quedando expuestos a una extrema vulnerabilidad, debido a la falta de efectivo para poder acudir al mercado. Al respecto el Programa Mundial de Alimentos, PMA-, ha generado una valiosa experiencia en el área rural en acciones de fortalecimiento organizacional, compra de excedentes de maíz, educaciòn y comprensión de lal importancia de la administración adecuada de los inventarios de granos básicos comoo un principio de gestión de las reservas alimentarias, protección de estas reservas, facilitándoles silos familiares y una visión integral del desarrollo rural, con la idea de que las familias pasen a otras actividades de mayor productividad y diversificación de sus opciones para el mejoramiento de la economía rural y fuerte apoyo a la asociatividad como una estrategia para darle sostenibilidad a los esfuerzos comunitarios.
Desde luego esta perspectiva de integralidad del desarrollo rural, tiene otras implicaciones y de aquí se desprende el otro camino que me parece màs práctivo, más viable y es el de la articulación y promoción de la institucionalidad rural. En el país ya existen muchos esfuerzos, el MAGA-ICTA, USAID, FAO, PMA, INTECAP y otras cadena de instituciones que deben coordinarse, cambiando la lógica de la práctica de hacer las cosas. Abandonar el discurso de la oferta y pasar a la lógica desde el tejido social, desde lo rural, desde lo comunitario atender las demandas de las organizaciones rurales, de los comités de mujeres rurales que ya han sido preparadas por el PMA, facilitándoles metodologias para la inclusiòn de las políticas de género, como sustento del desarrollo rural y de la economía campesina.
El potencial del desarrollo rural es parte de las reservas que el país tiene para promover la producción de alimentos, de recursos forestales y en general de los recursos naturales, tan desarticulados del empresariado rural, pero sobre todo para crear condiciones para la eliminación de la pobreza y el desempleo y la baja productividad de los empleos y los ingresos de la población rural. Pero de nuevo, el nuevo gobiernoo de debería de retomar la vía del impulso a nueva institucionalidad, despolitizada, más técnica y más comprometida, dejando por un lado la tentación de ser "ejecutores" y dejar en manos de contrapartes y organizaciones calificadas para dar asistencia técnica y  tecnologías más efiicientes. Este es el modelo que han seguido otros países más competitivos. Que el Estado sea únicamente un gestor de la política pública, pero que ésta sea expresión de la demanda de los campesinos y sus organizaciones desde lo rural.

Pese al abandono total de las áreas rurales afectadas por la guerrilla en Guatemala se logró y se dio un gran paso con la política social que desarrollo este gobierno, porque ahora estos sectores tiene una mayor atención, realmente hay que considerar estas propuestas  e iniciativas y pese a que esta gestión ya está por concluir le compete ahora al próximo Gobierno.

No todo será fácil y menos en temas agrarios y rurales, acordémonos que ese campo ha sido el
más olvidado y que ahora hay que volver a retomar para propiciar el desarrollo de miles de guatemaltecos.

Estas son las reformas e iniciativas que se necesitan para que Guatemala pueda culminar con ese desarrollo que tanto se ha esperado,  ya se iniciaron las bases de este pero se necesita dotar a la población de las herramientas necesarias para su evolución.

No es dando abono "gratis", no es dando crédito "barato" por parte de una institución gubernamental (ese espacio ya lo llenan algunas ONGs, algunas reales y otras de papel), no es creando entes estatales que traten de "dirigir" el desarrollo agrario (donde está el MAGA? donde está en INTA?), el desarrollo agrario se dará cuando EDUQUEMOS a nuestros connacionales no solo en cuestiones técnicas (se le enseña algo en la escuela al niño del campo que pueda usar en sus faenas diarias? aló reforma educativa!) sino en que PUEDEN LOGRAR SALIR DE LA POBREZA. ¿Acaso no lo han hecho muchos pese a la carga cultural y a los gobiernos shutes?
A los que menos les conviene que salgamos de la pobreza es a los políticos.

Como campesino trabajador de la tierra desde mis 5 años, tuve la dicha de sembrar y cosechar muchas legumbres y granos básicos; les digo a los estudiosos y politiqueros: No necesitamos limoznas, ni que se apiaden de nosotros, menos que los que dicen "pagan impuestos" reclamen que la "redistribución de la Riqueza" no les beneficia a ellos etc. etc. etc.SOLO NECESITAMOS CONDICIONES JUSTAS DE COMPRA Y VENTA DE INSUMOS Y COSECHAS respectivamente.
Es imposible sobrevivir y siendo totalmente antieconómico si hace 20 años el quintal de abono 15-15-15 costaba Q40.00 y hoy Q.200.00 (incremento del 500%), mientras que el quinta de papas, se sigue vendiendo hoy a Q,100.00 igual que hace 20 años (0% de incremento).

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