domingo, 31 de julio de 2011

Economía y Cultura

Las personas del mundo de la cultura (los artistas, pintores, escultores, cineastas, poetas, bailarines, compositores; los genios creadores, pues) suelen ser, eso, muy cultos. Pero muchos de ellos ignoran las enormes repercusiones económicas y sociales que las expresiones culturales (entendidas como "industrias") pueden tener en términos de generación de bienestar material (y, claro está, espiritual) y de construcción de ciudadanía y paz.


§ POLÍTICAS PÚBLICAS
ECONOMÍA Y CULTURA

El sector cultural en Guatemala no está suficientemente concienciado de las implicaciones económicas que tiene la cultura en el mundo
A mediados de este el Centro Cultural de España fue sede de un taller sobre Economía y Cultura, enfocado a proporcionar herramientas de análisis, planificación y gestión de proyectos culturales, desde la perspectiva económica, a gestores, creadores y emprendedores interesados en encarar proyectos empresariales culturales. Al finalizar el taller –impartido por los expertos Luis Ben (español) y Julio Solórzano (guatemalteco)- se desarrolló una mesa redonda en la que tuve el gusto de intercambiar opiniones (respecto de las implicaciones económicas de la cultura) con los destacados promotores culturales Enrique Matheu y Javier Payeras.
Desde mi punto de vista como economista, la cultura no sólo tiene un enorme potencial para generar ingresos y empleos, sino también para promover la inclusión social y el desarrollo humano integral, lo que repercute a su vez en bienestar económico. Y esto lo logra la cultura al manifestarse en actividades que satisfacen necesidades humanas.
La Economía es llamada “la ciencia de la escasez”, pues se dedica esencialmente a estudiar la forma en que las necesidades humanas, que son infinitas, pueden ser satisfechas con los recursos disponibles, que son finitos. Si bien es cierto que el ser humano tiene necesidades materiales, también lo es que las tiene intelectuales y espirituales, y que estas últimas son satisfechas en buena medida mediante el arte y la cultura. Las manifestaciones culturales son bienes escasos y, por ende, tienen un valor económico.
El arte y las expresiones culturales producen placer, tanto al genio creador, al artista, como al observador, al público, quien valora el gozo que le proporcionan dichas expresiones y, por ende, está dispuesto a pagar por el privilegio de recibirlo. La expresión cultural tiene, pues, una dimensión económica medible: la producción de cualquier bien artístico es capaz de generar valor agregado y contribuir tangiblemente al Producto Interno Bruto –PIB- del país.
Alguna vez comentamos que existe un estudio del economista mexicano Ernesto Piedras, en el que estimó que las actividades culturales generadas en Guatemala contribuyen con entre el 7% y el 9% del PIB, porcentaje muy superior a los de la mayoría de países del continente. Esta contribución se refiere tanto al valor generado por las industrias culturales propiamente dichas, como por las actividades conexas. Por ejemplo, el teatro sería una industria cultural a cuyo derredor giran otras actividades complementarias que también generan valor (la confección de trajes y escenarios, el consumo de electricidad, los servicios para los espectadores, etcétera). Se colige claramente que, en Guatemala, las industrias culturales generan un enorme valor agregado; más, por ejemplo, que la actividad petrolera.
Las actividades culturales, cuyo principal insumo es la creatividad, incluyen las bellas artes (música, pintura, danza, escultura), pero también pueden englobar la gastronomía, el patrimonio cultural, las artesanías y el entretenimiento. Todas éstas actividades productivas que generan bienestar material, además del espiritual, y que pueden contribuir a la construcción de una identidad nacional y de armonía social, lo que acarrea beneficios económicos adicionales.
Lamentablemente, el sector cultural (creadores, gestores y autoridades) en Guatemala no está suficientemente concienciado de las implicaciones económicas que tiene la cultura en el mundo actual. Además de esto, la integración de la cultura a la economía nacional como un sector distintivo y de peso propio se ve obstaculizada por la falta de un enfoque y apoyo hacia la empresarialidad en el sector. Para que exista un mayor reconocimiento de la cultura como motor económico y de desarrollo es imprescindible entenderla como un sector clave que requiere de una política cultural con sentido estratégico.
A pesar de la violencia y de la precariedad económica, la actividad cultural en Guatemala ha sido, desde hace varios años, pujante y esperanzadora: por doquier se ven esfuerzos creativos e innovadores que, sin embargo, parecen estar desperdigados e infra-aprovechados desde el punto de vista económico y social. Urge una mayor conciencia sobre la estrecha, y potencialmente beneficiosa, relación entre la economía y la cultura en nuestro país.


COMENTARIOS DE LOS LECTORES

El Gobierno no valoriza la cultura
Lamentablemente los gobiernos siguen viendo a la cultura como un accesorio y no dimensionan la importancia que tiene en el desarrollo integral.  Quizá porque piensan que la cultura solamente son los artistas, los escritores, los cantantes y nada más.  Hay que darles a los que llegan al poder, un curso sobre la cultura, su importancia y su aporte a la economía.  Estos últimos años, la cultura solo ha servido para activismo, beneficios particulares y freno al proceso de desarrollo que se había dado en años anteriores.Por otra parte los sectores culturales siguen trabajando aisladamente, y mientras no se integren, se seguirá padeciendo esta situación de exclusion.

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