sábado, 11 de junio de 2011

Históricamente Poco Atractivos

Una de las formas más efectivas de generar empleo, aumentar los ingresos de las personas y combatir la pobreza es mediante un aumento de la inversión. Y una de las mejores formas de lograr tal aumento es mediante la atracción de inversiones extranjeras de calidad. Lamentablemente en Guatemala las autoridades parecen no darle a dicho esfuerzo la prioridad que amerita.


§ POLÍTICAS PÚBLICAS

HISTÓRICAMENTE POCO ATRACTIVOS



La atracción de inversión extranjera no es solo un esfuerzo de aumentar la cantidad de interesados sino, sobre todo, aumentar su calidad

Aunque Guatemala es la economía más grande de Centroamérica, resulta ser una de las que menos inversión atrae. Según el reciente informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL-, Guatemala mantiene un nivel de atracción de Inversión Extranjera Directa –IED- catalogado como “históricamente bajo”. El informe revela que en 2010 Panamá captó US$2.3 millardos de IED; Costa Rica recibió US$1.4 millardos; Honduras, US$798 millones; Guatemala obtuvo US$709.5 millones; y, Nicaragua, US$508 millones.
La CEPAL estima que la falta de personal calificado puede ser una limitante para el crecimiento de las inversiones extranjeras, incluso en sectores muy dinámicos en los últimos años, como el de los centros de llamadas. El propio Ministerio de Economía  reconoce que una limitante central para atraer IED es el rezago educativo que impide ofrecer una fuerza laboral más capacitada. Diversos analistas internacionales sostienen que, en adición a la escasez de mano de obra calificada, una diferencia que tiene Guatemala respecto de los países que lideran la atracción de IED es la falta de una planificación para el desarrollo de determinados sectores y de una regulación adecuada para dar certeza a las inversiones, además de los problemas de inseguridad que aquejan al país.
Estos factores pueden estar detrás de las dificultades que tiene Guatemala no sólo para atraer nuevos inversionistas, sino que también para retener a los que ya operan en el país, tal como se ha revelado en casos recientes. Por ejemplo, el fiasco alrededor de la supuesta operación a través de la cual la compañía estadounidense Railroad Development Corp. –RDC-, dueña de Ferrovías de Guatemala, vendería la concesión que posee para operar el ferrocarril en el país, con lo que de paso se daría por zanjado el diferendo que sostiene con el gobierno respecto del incumplimiento de ambas partes del convenio de concesión. Resultó que todo era un rumor infundado y pocos días después, el gigante surcoreano Hyundai Corporation informó que “nunca ha examinado o discutido participar en la reactivación del servicio de ferrocarril en Guatemala” ni otros negocios relacionados con el mismo.
En el sector de electricidad sí se han producido cambios en la propiedad de la operación que, oficialmente, obedecen a una estrategia de la empresa española FENOSA de realizar desinversiones en Latinoamérica, incluyendo su operación en Guatemala, para concentrarse en otros mercados más pujantes. Se ha rumorado también que dicha decisión responde, al menos parcialmente, al clima de inseguridad (física y jurídica) que se vive en Guatemala. Más recientemente, y luego de varias posposiciones por falta de interesados, solamente dos empresas (y no precisamente de las más distinguidas del mundo) presentaron ofertas en la licitación para exploración de cuatro áreas petroleras en el país.
Lo más trágico de la falta de atractivo de Guatemala para el inversionista extranjero es que, desde hace tiempo, existen varios diagnósticos y propuestas que identifican los factores que debe trabajarse para revertir tal situación. Estudios recientes del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo señalan las áreas prioritarias: la calidad del capital humano (mejorando los servicios de educación y de salud); certeza institucional (lo que pasa por mejorar el marco que define los derechos de propiedad, la resolución expedita de conflictos económicos y la reducción de la informalidad); la infraestructura de negocios (incluyendo carreteras, acceso a la electricidad y el apoyo a la logística); preservar la estabilidad macroeconómica (saneando las finanzas públicas y respetando la autonomía de la banca central); y, la innovación y el uso de la tecnología.
El Estado tiene un rol clave en mejorar estos aspectos y, para ello, debe tomar nota de que la atracción de la inversión extranjera no es solo un esfuerzo para aumentar la cantidad de inversionistas interesados sino, sobre todo, aumentar la calidad de dichos inversionistas para que no vengan al país únicamente empresas de tercera categoría, de esas que sólo se aventuran a invertir en países de alto riesgo, sino que vengan empresas de clase mundial que contribuyan a elevar la productividad y los estándares empresariales a nivel general.

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