sábado, 24 de abril de 2010

Lo Difícil Era lo Más Fácil

En Guatemala es muy común creer que con tener un buen diseño de solución a un problema, o un buen plan de trabajo, o una buena ley, es suficiente para tener éxito en materia de políticas públicas. Se olvida (o se ignora) el hecho de que aquello es sólo el principio del trabajo. Y aunque el diseño, la planificación o el marco legal son pasos necesarios para la implementación de buenas políticas públicas, lo más importante --pero lo más difícil- es la gestión perseverante en torno a un objetivo claro lo que va a permitir el éxito buscado. Tal gestión requiere de voluntad política, de una ciudadanía involucrada y de una burocracia eficaz. ¿Cuándo empezamos?

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

LO DIFÍCIL ERA LO MÁS FÁCIL
Después de más de treinta años de conflicto armado interno, lograr un acuerdo que permitiera una paz firme y duradera se antojaba difícil. La firma de la paz requirió de un gran esfuerzo de conciliación, buena voluntad de las partes enfrentadas y muchas jornadas de negociación y penduleo. La difícil labor dio, a fin de cuentas, sus frutos. Sin embargo, pocos se percataron de que la tarea más difícil era la que venía después de la firma de la paz: aplicar las medidas de política pública, gestionar las acciones de gobierno, promover las reformas legales y fiscalizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos para, de esa manera, lograr los objetivos trazados en los acuerdos. La ineficacia para realizar esta tarea hizo que los acuerdos de paz sean hoy sólo una referencia lejana que languidece en los anaqueles de algunos académicos y dirigentes de oenegés.
También fue difícil la constitución de un Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, tan necesario en un país que carga con la vergüenza de ver a un número injustificablemente alto de sus hijos afectados por la desnutrición aguda y crónica. Conformar ese sistema significó horas de planificación y negociación, la elaboración de una ley y el gasto de recursos que generó su aprobación e implementación, así como los costos de funcionamiento que para el erario público representan el Consejo y la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Pero ese difícil esfuerzo resultó ser la parte fácil: lo verdaderamente difícil ha sido hacer que el Consejo se reúna con la periodicidad y atribuciones que la ley le manda, y difícil también ha sido que la Secretaría coadyuve a coordinar la labor de todas las entidades públicas encargadas de combatir la desnutrición. La falta de una gestión concienzuda no ha permitido que el Sistema funcione y logre evitar la próxima e inminente crisis alimentaria.
Resultó igualmente difícil consensuar una Ley Marco de Seguridad que obligara a que las instituciones del gobierno responsables de la seguridad ciudadana se coordinaran en torno a una política nacional de seguridad y con base en una serie de lineamientos técnicos. Después de años de esfuerzo, cabildeo, negociaciones, dictámenes técnicos, seminarios dirigidos por expertos nacionales y extranjeros, se logró que los partidos políticos y sociedad civil de todo el espectro ideológico convinieran en una ley de seguridad que aprobó el congreso en mayo de 2008, en donde se establece un plan de vuelo para el fortalecimiento institucional y el desarrollo de una política de seguridad basada en la inteligencia estratégica. Pero eso era lo más fácil, lo difícil ha sido tan siquiera encontrar a alguien en la función pública o en la sociedad civil que se acuerde que existe la referida ley, no digamos ya que la misma se utilice (como debiera ser) de guía para el accionar de las instituciones en materia de seguridad ciudadana.
Participar en política también es difícil, y ganar una elección, más. Los últimos gobernantes han accedido al poder luego de haber perdido las elecciones en al menos una ocasión, y se han debido esforzar mucho, y han elaborado planes de gobierno para sustentar su campaña electoral hasta lograr el triunfo. Pero la parte más difícil ha sido tener que gobernar y han debido archivar sus planes de gobierno de la campaña para tener que elaborar, sobre la marcha y ya en el ejercicio del poder, otros planes más pragmáticos y cumplibles.
En todos los casos mencionados, lo verdaderamente difícil es gestionar, implementar, ejecutar y administrar la cosa pública. Ello requiere de voluntad política del oficialismo y de la oposición para honrar los acuerdos nacionales y los compromisos adquiridos. Requiere de una sociedad civil que vigile constante y disciplinadamente a la clase política, y que la premie o castigue mediante el voto. Y requiere de una tecnocracia capacitada y de un servicio civil profesional que esté al servicio de la nación y no de intereses partidarios. La receta es simple, pero muy difícil de aplicar.

OPINIÓN DE LOS LECTORES
Roberto Escobar 20-04-2010 10:49:53 horas
No he visto cambios. Seguimos igual, la violencia y corrupcion se mantiene igual. Democracia que ha hecho millonarios a algunos y enpobrecido el muchos.

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