§ POLÍTICAS PÚBLICAS
La conmemoración de la independencia en Centroamérica desborda menos júbilo y patriotismo que en otros países del Hemisferio, quizá porque nuestra declaración de independencia no fue tan heroica, o porque la consecuencia inmediata de ésta fue la anexión al imperio de Iturbide, o porque el primer jefe de estado de nuestra naciente patria fue quien hasta la víspera era el máximo representante de la corona española en la Región.
No parece, por ello, casualidad que tengamos relativamente pocos héroes patrios. La historia oficial en los libros de la escuela primaria incluye entre ellos a Tecún Umán o a Rufino Barrios, pese a que ambos, coincidentemente, no sólo perdieron su batalla clave –y ella la vida-, sino también porque esa derrota significó perder la guerra. Además, hay corrientes revisionistas que sostienen que los grandes rivales de los dos personajes mencionados no deberían considerarse anti-héroes. Pedro de Alvarado podría tener, al menos, el mismo reconocimiento que Cortés y Pizarro tienen en México y Perú como protagonistas del nacimiento de las nuevas sociedades mestizas de América. Y Carrera podría recibir honores como fundador de la República de Guatemala y exitoso defensor de sus fronteras ante la invasión de Morazán.
Pero ese reconocimiento a los rivales resulta casi imposible en un entorno como el guatemalteco, muy dado a descalificar el éxito del prójimo (como lo parodia el doloroso chiste de los cangrejos chapines) y donde, para que alguien sea considerado héroe nacional, debe ser casi un santo pues el menor rasgo de debilidad humana en un político, escritor o científico se considera imperdonable. Si tal actitud privara en otras latitudes, los ingleses no tendrían a Francis Drake (quien fue un sanguinario pirata) por gran héroe naval; ni los estadounidenses considerarían a Washington (un militar dueño de decenas de esclavos negros) el fundador de su nación; ni los franceses verían a Napoleón (un dictador guerrerista) como el mayor genio militar de la historia.
Dicho lo anterior, conviene aclarar que la actitud maniquea hacia los héroes nacionales no es exclusiva de Guatemala y refleja, en gran medida, el aforismo que dice que la historia la escriben los vencedores. Sin embargo, es menester profundizar los esfuerzos por enseñar a las futuras generaciones una versión de la historia más objetiva que permita construir una identidad nacional de la que aún carecemos; una historia que trate de hechos objetivos más que de leyendas de héroes y tiranos; una historia más elaborada que no alimente los conflictos latentes en nuestra sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS DE LOS LECTORES: