viernes, 7 de agosto de 2009

Centroamérica Ante la Crisis

La semana pasada, el Foro Permanente de Partidos Políticos y la Dirección de Investigación de la USAC me hicieron el honor de invitarme a darles una conferencia y participar en un panel-foro sobre el impacto de la crisis económica mundial en Centroamérica. Los principales puntos que esgrimí en sa ocasión están resumidos en el cntenido de mi columna publicada esta semana. Ahí les va...

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

CENTROAMÉRICA ANTE LA CRISIS

Centroamérica está sufriendo los embates de la crisis económica mundial, y los encargados y analistas de las políticas públicas analizan y debaten los cursos de acción para paliar sus efectos. El jueves pasado, la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos y el Foro Permanente de Partidos Políticos organizaron un seminario sobre la crisis económica mundial y sus efectos en Centroamérica, en el cual tuve el honor de participar como panelista.

Una de las principales lecciones del seminario fue que la crisis internacional afecta a los países centroamericanos de maneras diferentes. El Salvador (por sus exportaciones, sus remesas y su dolarización) y Costa Rica (por la inversión extranjera, el turismo y sus exportaciones) son muy vulnerables a los vaivenes estadounidenses, lo mismo que Honduras que, además de sus problemas estructurales, es altamente dependiente del financiamiento externo. Guatemala, aunque menos vinculada al gigante del Norte, sufre ya una importante desaceleración. El principal problema es que la enfermedad viene de afuera y resulta difícil aplicar remedios caseros.

Para enfrentarlo, debe tomarse conciencia de que, en su origen, la crisis mundial se alimenta de una pérdida de confianza, primero, en el sistema financiero y, luego, en la capacidad del aparato económico para producir ingresos; se configura un círculo vicioso en el que la desconfianza reduce la inversión, lo que limita la capacidad de producción y genera más desconfianza. Por ello, cualquier plan anti-crisis debe centrarse en la recuperación de la confianza de los ahorrantes, inversionistas y consumidores.

La crisis es, por definición, temporal. Por ende, antes de pretender soluciones poco realistas ante lo inevitable, las políticas públicas deben centrarse en preparar las condiciones que nos permitan ingresar fortalecidos a la siguiente etapa de recuperación económica mundial, lo que requiere, primero, de no cometer errores que agraven las debilidades de nuestras economías sino que, al contrario, de consolidar las fortalezas y potencialidades que cada economía tiene.

Así, Guatemala debería centrarse en preservar una política fiscal cauta y un manejo adecuado de las reservas internacionales, así como en evitar la confrontación política y orientar el gasto público hacia la infraestructura productiva. El Salvador debería resguardar su buena imagen de transición democrática y evitar la polarización para obtener los recursos financieros que requiere urgentemente su régimen de dolarización. Honduras debería, cuanto antes, encontrar una solución a sus problemas políticos, centrarse en explotar su potencial turístico y flexibilizar su política fiscal y monetaria para reducir su dependencia del financiamiento externo. Costa Rica, aprovechando su fortaleza institucional y social, debería reducir su nivel de dolarización financiera que la hace vulnerable a los shocks externos, y fortalecerse fiscalmente para darle sostenibilidad a sus políticas sociales. Nicaragua, finalmente, debería centrarse en rescatar sus instituciones democráticas y sus frágiles finanzas para poder seguir contando con el apoyo necesario de la comunidad internacional.

No se trata de aplicar grandiosas medidas ni remedios mágicos, sino de capear el temporal con inteligencia y visión de futuro.

Opinión del lector

REOBERTO LOPEZ PORRAS - Guatemala
Las crisis ayudan a depurar los excesos, los errores, las malas políticas de los agentes económicos incluido el Estado y sus instituciones. El centro desde donde irradia la crisis actual, está recuperándose, pero los efectos de la misma llegan tarde a la periferia y en el caso de Centro América con algunas pequeñas diferencias, seguirá golpeando por un período de mediano plazo a las economias. Quizá Guatemala sea la más golpeada porque su economía con ser la más grande de Centro América, es tambien la más vulnerable dada su endémica crisis estructural que tiene y los pocos esfuerzos que se hacen para extirpar la pobreza endémica que han aislado por siglos a importantes estratos económico sociales y les han negado las oportunidades para insertarse en la economia, pero esta crisis coyuntural afecta las inversiones productivas, el turismo receptivo y la inseguridad rampante, hace más cara la inversión privada que se puede captar del sector nacional e internacional. Hay en el Gobierno una actitud conciente de negación de los efectos de la crisis, lo cual es confirmado con la Política Económica manejada con criterio fiscalista, que pone obstáculos a un Plan Nacional de Desarrollo, vinculando a los sectores productivos para enfrentar dicha situación. En año y medio de gestión del Presidente Colom y su equipo, no ha podido articular un Programa de Gobierno convincente, menos uno anti-crisis, consensuado con el sector empresarial y financiero. Los diagnósticos como el que menciona el columnista patrocinado por mi querida Universidad de San Carlos, lamentablemente son ejercicios trillados, maquillados y reciclados, pero no pasan de esa etapa. Cuando el Gobierno se decida a depurar el Presupuesto actual, a cancelar todo gasto precindible, a priorizar el Programa de Inversiones en infa-estructura para darle al sector productivo las herramientas para que desarrolle inversiones que abran nuevas oportunidades de trabajo, las perspectivas para nuestro país serán mejores, pero lo que vemos en la prensa diaria es denuncias de corrupción y prácticas sofisticadas para repartir el botin del erario público. Soy pesimista y no creo que el Gobierno reaccione positivamente para enfrentar el problema. Su actitud pasiva ante la crisis, provoca tambien pasividad, duda y falta de credibilidad en los sectores de inversión nacional e internacional. Durante más de 18 meses de gestión ha perdido tiempo tratando de pasar una reforma fiscal evidentemente inoportuna y fuera de la realidad, pero tambien se ha cruzado de brazos en mejorar la capacidad de ejecución de obras y la creación de nuevas formas de financiar los proyectos de infra-estructura que el país requiere. Su nivel de ejecuión es muy bajo. En los jerarcas gubernamentales, se percibe que impera el stato Quo y un inmovilismo lamentable.

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